El acento

La Eurocopa de la crisis

Necesitamos un chute de autoestima

MARCOS BALFAGÓN

De acuerdo: todo está tan mal que necesitamos un chute de autoestima y también de fraternidad: ver que hay algo que compartimos con naturalidad. Ambas cosas están relacionadas. La gente se desmoraliza al ver que nuestros representantes son incapaces de ponerse de acuerdo sobre asuntos de interés general. Pero hay una cierta contradicción cuando decimos, con las encuestas como prueba, que la mayoría rechaza ese sectarismo de los políticos y añadimos que lo son por razones electoralistas. ¿Significa esto que los electores votan a favor de aquello que más rechazan?

En todo caso necesitamos...

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De acuerdo: todo está tan mal que necesitamos un chute de autoestima y también de fraternidad: ver que hay algo que compartimos con naturalidad. Ambas cosas están relacionadas. La gente se desmoraliza al ver que nuestros representantes son incapaces de ponerse de acuerdo sobre asuntos de interés general. Pero hay una cierta contradicción cuando decimos, con las encuestas como prueba, que la mayoría rechaza ese sectarismo de los políticos y añadimos que lo son por razones electoralistas. ¿Significa esto que los electores votan a favor de aquello que más rechazan?

En todo caso necesitamos una tregua que nos permita compartir alguna buena noticia, y la Eurocopa es la oportunidad que tenemos más a mano. El tópico de que los intelectuales desprecian el fútbol es tan falso como el de que en los medios antifranquistas la Liga y la Copa fueran pasiones que se ocultaban; sí es cierto, en cambio, que la selección suscitaba menos adhesión emocional que el equipo de la propia ciudad, y esa es una de las cosas que han cambiado radicalmente en los últimos tiempos. No solo por los éxitos. Los jugadores de Del Bosque caen bien por regla general, tal vez porque el seleccionador los elige teniendo en cuenta no solo su juego sino su carácter, y porque ha conseguido crear un ambiente que impide que las rivalidades históricas, sobre todo las que enfrentan al Madrid y al Barça, se trasladen a La Roja.

Hace cuatro años, la selección que iba a ser campeona, entonces dirigida por Luis Aragonés, inauguró lo que hoy parece una tradición tan arraigada como se suponía que lo era la furia: el juego de toque, que implicaba prescindir de los viejos y queridos extremos en favor de crear superioridad en el centro del campo, que era nuestro punto fuerte.

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Ello nos llevó a ganar el Mundial de Sudáfrica, pero ahora está más difícil porque ya todos los rivales conocen cómo juega el campeón y no solo lo imitan, sino que han inventado estrategias para contrarrestarlo.

España debuta hoy contra Italia, experta en desactivar proyectos ajenos. Ojalá que la prueba sea superada por los de Del Bosque y la victoria sea un presagio de la que tenemos pendiente frente a la crisis.

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