Cartas al director

Dívar, un símbolo

Ese supremo juez del país, católico muy practicante, ocultador engreído de la verdad —al menos, de toda la verdad— es un símbolo más de la España que no deseamos, un recuerdo más de la España que nos sigue doliendo. Quizá por el solo recuerdo de tal personaje algunos ignoren la bandera y piten el himno de un país del que tan engolado señor es oficialmente símbolo eminente.

Me resisto a admitir que España sea así de sospechosa en su justicia, así de perezosa en sus semanas caribeñas de cuatro días de trabajo. Me estoy refiriendo a quien debería dimitir ya, por la imagen de un país necesi...

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Ese supremo juez del país, católico muy practicante, ocultador engreído de la verdad —al menos, de toda la verdad— es un símbolo más de la España que no deseamos, un recuerdo más de la España que nos sigue doliendo. Quizá por el solo recuerdo de tal personaje algunos ignoren la bandera y piten el himno de un país del que tan engolado señor es oficialmente símbolo eminente.

Me resisto a admitir que España sea así de sospechosa en su justicia, así de perezosa en sus semanas caribeñas de cuatro días de trabajo. Me estoy refiriendo a quien debería dimitir ya, por la imagen de un país necesitado de imagen. Me estoy refiriendo a Carlos Dívar.— José A. Garmendia Martínez. Catedrático emérito de la UCM.

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