Cartas al director

Palestina

He vuelto recientemente de mi tercera visita a Palestina, donde he participado en un programa de solidaridad internacional consistente en plantar olivos y realizar visitas turísticas en diferentes ciudades (Jerusalén, Belén, Hebrón, Ramala…), a la vez que se nos daba información sobre el contexto histórico y político de las mismas.

Como en las veces anteriores, he sido testigo de violaciones de los derechos humanos que van más allá de lo que suele llegarnos a través de las noticias: dificultad o imposibilidad de acceso a tierras de cultivo, desarraigo de árboles frutales, escasez de agu...

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He vuelto recientemente de mi tercera visita a Palestina, donde he participado en un programa de solidaridad internacional consistente en plantar olivos y realizar visitas turísticas en diferentes ciudades (Jerusalén, Belén, Hebrón, Ramala…), a la vez que se nos daba información sobre el contexto histórico y político de las mismas.

Como en las veces anteriores, he sido testigo de violaciones de los derechos humanos que van más allá de lo que suele llegarnos a través de las noticias: dificultad o imposibilidad de acceso a tierras de cultivo, desarraigo de árboles frutales, escasez de agua (Israel extrae agua de acuíferos en Cisjordania para después vendérsela a los palestinos a un precio muy superior al que pagan los ciudadanos israelíes).

También he visto un muro cuatro veces más largo y en ocasiones el doble de alto que el de Berlín, con un trazado ilegal según el Tribunal Penal Internacional.

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Y sin embargo, los palestinos siguen siendo el pueblo más hospitalario que he conocido: sonríen, te preguntan de dónde vienes y te invitan a tomar el té, antes de que uno saque su pasaporte europeo y acceda a sitios y ciudades que ellos no pueden visitar desde hace años.— Ricardo Moreno Herrero. 

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