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Nvidia, la revolución inesperada

Los resultados de la compañía se convierten en un evento macroeconómico

Los resultados de Nvidia se han convertido en un evento macroeconómico. El gasto en capacidad computacional para la IA gira en torno a sus productos, consolidándose como uno de los negocios más rentables del mundo, con márgenes netos del 56%, cuatro veces los del S&P 500, y cuyos ...

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Los resultados de Nvidia se han convertido en un evento macroeconómico. El gasto en capacidad computacional para la IA gira en torno a sus productos, consolidándose como uno de los negocios más rentables del mundo, con márgenes netos del 56%, cuatro veces los del S&P 500, y cuyos beneficios trimestrales se han multiplicado por 40 veces en tres años. Aun así, se prevé que la empresa triplicará ingresos el próximo ejercicio, alcanzando 300.000 millones de dólares en ventas y 170.000 millones en beneficios, lo que la convertiría en la más lucrativa del mundo cotizado. Todo esto en un entorno competitivo monopolístico (Nvidia ya gana lo mismo que las ventas conjuntas de sus dos principales competidores, AMD e Intel) y con un lenguaje de programación propio llamado CUDA que incrementa las barreras de entrada.

La visión para 2030 es más ambiciosa: Jensen Huang, consejero delegado de Nvidia, estima que las inversiones en centros de datos alcanzarán niveles de entre tres y cuatro billones de dólares anuales, similares al PIB de Francia. Sus cuatro principales clientes —Amazon, Microsoft, Alphabet y Meta— que representan el 40% de sus ventas, continúan apostando por sus soluciones para intentar liderar el mercado de la IA.

La gran incógnita es la rentabilidad futura de estas inversiones. Nvidia presenta casos de éxito (medicina, campañas en YouTube, productividad en programación), aunque estudios como el realizado por el MIT señalan que la adopción empresarial es lenta. Surgen también dudas sobre la financiación. Se estima que se necesitarán 1,5 billones de dólares en deuda los próximos 5 años para sostener el ritmo de inversión, aunque parece injustificado hablar de un problema de deuda cuando los cuatro principales competidores presentan un ratio de deuda neta sobre ebitda de prácticamente cero en promedio.

Otro aspecto relevante es la integración estratégica. Más que circularidad accionarial, las grandes tecnológicas buscan alianzas para proteger sus ventajas competitivas. Nvidia quiere mantener su hardware como estándar, mientras Microsoft, Alphabet y Amazon invierten en start-ups para evitar disrupciones y captar talento. Pequeñas apuestas que pueden generar ventajas decisivas, como ocurrió con YouTube: Alphabet pagó 1.600 millones en 2006 por un negocio que hoy genera 40.000 millones.

El escepticismo es comprensible. Desde el mundo financiero solo podemos decir que los fundamentales de las tecnológicas siguen siendo sólidos: márgenes elevados, bajo endeudamiento y unas valoraciones acordes a la calidad de los negocios. Precisamente, Nvidia cotiza por debajo de su promedio de valoración de los últimos cinco años (27 veces beneficios), muy lejos de los niveles que alcanzó Cisco en 2000, cuando sus múltiplos alcanzaron los 85 veces beneficios. Sin un catalizador claro, esperar la catástrofe y estar fuera del mercado es un error. Con una economía que sigue funcionando, ir en contra de las mentes más brillantes y poderosas del mundo puede salir caro.

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