Guía para invertir en los mercados emergentes
Los títulos de las economías en desarrollo están baratos y se espera una buena cosecha de beneficios, pero apostar por ellos exige cautela
Durante años los mercados emergentes han sido una especie de cofre del tesoro financiero: cada cierto tiempo resurgen con la promesa de crecimiento, diversificación y rendimientos atractivos. Este parece ser uno de esos mome...
Durante años los mercados emergentes han sido una especie de cofre del tesoro financiero: cada cierto tiempo resurgen con la promesa de crecimiento, diversificación y rendimientos atractivos. Este parece ser uno de esos momentos. Los expertos coinciden en que el contexto actual juega a su favor. Sin embargo, advierten que no todas las promesas se cumplen y que invertir en este tipo de activos sigue exigiendo paciencia, visión de largo plazo y, sobre todo, templanza.
Uno de los argumentos más repetidos por los analistas para explicar el interés inversor por los mercados emergentes es el atractivo de las valoraciones. Basak Yavuz, codirectora de inversiones de Fundamental Equity y de Renta Variable de Mercados Emergentes en Goldman Sachs Asset Management, lo resume así: “Las valoraciones siguen siendo atractivas, ya que cotizan con un amplio descuento respecto a los mercados desarrollados y a las medias históricas”. Además, recuerda que las previsiones apuntan a que los beneficios empresariales crecerán más rápido en los emergentes que en los países ricos durante los próximos dos años.
En la misma línea se pronuncia Leonardo Fernández, director general para Iberia de Schroders: “Las Bolsas de los países emergentes no solo están más baratas que las de Estados Unidos, sino también respecto a otros momentos históricos de esos mismos mercados”. Esta infravaloración se da en un contexto en el que muchas de estas economías han reforzado sus fundamentos macroeconómicos. “Hoy el salto es evidente, tal vez más en países como Corea y Taiwán, en los que la tecnología ya pesa más del 25% de su economía”, apunta Fernández, para quien los países emergentes han aprendido de sus crisis pasadas y han mejorado la gestión monetaria, la independencia de sus bancos centrales y su capacidad para generar valor añadido.
Nick Price, gestor del FF Emerging Markets Fund de Fidelity International, precisa que la valoración es “decente para muchos, si no todos, los emergentes, con mercados como México e Indonesia cotizando a múltiplos muy bajos, y China, a pesar de la revalorización, también barata en general”.
La responsable de Emerging Macro Strategy at Amundi Investment Institute, Alessia Berardi, insiste en esta idea: “La prima de crecimiento continúa beneficiando a los emergentes frente a los desarrollados”. En la primera mitad del año, las economías en desarrollo crecieron a un ritmo superior al de las desarrolladas y, aunque se prevé una cierta desaceleración en China e India durante la segunda mitad, también se espera en EE UU, donde la demanda interna muestra síntomas de enfriamiento, explica.
El factor dólar
La debilidad del dólar es otro de los grandes catalizadores que juegan a favor de los mercados emergentes. La relación es clara: cuando el billete verde pierde fuerza, los activos de estas economías suelen respirar aliviados. “Un dólar más débil es un viento de cola importante para estos mercados”, afirma Nick Price, gestor de Fidelity International, ya que favorece a las divisas locales, abarata la financiación externa, mejora la balanza comercial, contiene la inflación importada y refuerza la capacidad de consumo interno.
Con este telón de fondo, y ante una Reserva Federal que podría retomar los recortes de tipos de interés en los próximos meses, el margen de maniobra de los bancos centrales emergentes se amplía. “Con un dólar que debería permanecer relativamente débil, los bancos centrales de los países emergentes disponen de margen para continuar con la relajación monetaria”, señala Alessia Berardi. Este entorno más favorable, sostiene, abre la puerta a oportunidades en renta fija, especialmente en la deuda emitida en moneda local.
“Si el dólar prolonga su actual debilidad y los tipos en EE UU comienzan a bajar, a los valores bursátiles de los mercados emergentes les irá bien”, asegura Víctor Alvargonzález, director de estrategia de la firma independiente Nextep Finance. Pero también lanza una advertencia: “Antes de tomar posiciones hay que considerar el riesgo divisa. Las ganancias bursátiles pueden evaporarse si el dólar cae aún más y afecta negativamente al tipo de cambio”.
A pesar del renovado interés que despiertan estos mercados, los expertos recuerdan que no todo es viento a favor. El posicionamiento inversor global sigue siendo bajo. Desde Goldman Sachs reconocen que persiste una infraasignación estructural hacia ellos, lo que parece reflejar cierto escepticismo acumulado tras años de volatilidad y rendimientos dispares. Sin embargo, para Schroders, este alejamiento no se justifica: “No parece tener mucho sentido estar aislados de los mercados emergentes teniendo en cuenta que el 40% del PIB mundial procede de sus economías, aunque su peso en capitalización bursátil apenas alcance el 20%”.
A tener en cuenta
Más allá de las oportunidades, existen riesgos. El primero, es el de divisa: las fluctuaciones de los tipos de cambio pueden diluir o amplificar las rentabilidades reales para los inversores en euros o dólares. A eso se suma un contexto político y económico inestable. Desde Solunion subrayan que, por ejemplo, “Latinoamérica combina dependencia del consumo, baja inversión y un entorno de elevada incertidumbre política y comercial”.
La heterogeneidad es una característica esencial de los emergentes. Cada región, cada país, presenta una combinación distinta de crecimiento potencial y vulnerabilidad. Fidelity recuerda que, a pesar de ello, los riesgos estructurales siguen ahí: populismo, tensiones geopolíticas, guerras comerciales o inestabilidad institucional. De ahí que, si bien desde Schroders adviertan que “los mercados emergentes son intrínsecamente más volátiles y sensibles a los cambios macroeconómicos globales”, en Goldman Sachs indican que son más indicados “para inversores con un apetito de riesgo de moderado a alto”. Los perfiles más conservadores “pueden beneficiarse de una cierta exposición, pero deben hacerlo con asignaciones prudentes dentro de carteras bien diversificadas”.
La gestión activa se impone como la estrategia más sensata para invertir, pues los fondos pasivos tienden a sobreponderar las grandes economías y pueden no reflejar adecuadamente los matices de cada región o sector. Por eso, muchos recomiendan optar por una combinación equilibrada de fondos globales con sesgo emergente y productos temáticos o mixtos, centrados en tendencias estructurales como la digitalización, las materias primas, la sostenibilidad o la transición energética.