José Elías Navarro (Audax): “A quien avalé en el Barça fue a Romeu. Lo de Laporta fue un accidente”
El empresario admite que se sintió chantajeado por la prensa cuando un medio le pidió publicidad a cambio de no publicar unas fotos privadas
José Elías Navarro (Badalona, 46 años), presidente de Audax Renovables, accionista mayoritario en Ezentis y propietario de la cadena de congelados La Sirena, entre otras inversiones, tiene una historia bastante peculiar con un rocambolesco comienzo: sus padres, José Elías y Mariana Navarro, después de un enfado, lo inscribieron en dos registros civiles distintos con apellidos diferentes. De hecho, durante un tiempo estuvo retenido por su padre (al que recuerda con adoración), y su madre hasta recurrió a Elena Francis para encontrarlo. Después de aquello, José Elías pasó a tener el apellido del...
José Elías Navarro (Badalona, 46 años), presidente de Audax Renovables, accionista mayoritario en Ezentis y propietario de la cadena de congelados La Sirena, entre otras inversiones, tiene una historia bastante peculiar con un rocambolesco comienzo: sus padres, José Elías y Mariana Navarro, después de un enfado, lo inscribieron en dos registros civiles distintos con apellidos diferentes. De hecho, durante un tiempo estuvo retenido por su padre (al que recuerda con adoración), y su madre hasta recurrió a Elena Francis para encontrarlo. Después de aquello, José Elías pasó a tener el apellido del exmarido de su madre, Barros, que se acabó cambiando por el paterno cuando tenía 39 años. “Mi madre era separada con cuatro hijos en el año 76, con lo que aquello suponía, antes de la Transición. Se juntó con mi padre, que era viudo. Eso fue el preludio de lo que iba a ser mi vida”. Ella murió cuando él tenía 19 y su progenitor, poco después: “Tuve una vida muy marcada por unos padres muy mayores. Cuando mi padre se estaba muriendo le prometí que me llamaría como él”.
Pregunta. ¿En qué momento de su vida está?
Respuesta. Estoy en un momento de experiencia. Cuando aprendes a gestionar situaciones complicadas... el año pasado fue un momento difícil. La cagué en Ezentis estrepitosamente [tras su toma del 28% de los títulos la empresa se desplomó en Bolsa y está en plena reestructuración]... la energía se giró [en referencia a Audax], tengo una empresa de agricultura y las almendras se congelaron... Hubo un momento en que miré para arriba y busqué una cámara oculta. No me podía pasar todo a mí.
P. Al final en Ezentis han conseguido un acuerdo para que salga adelante.
R. Mi forma de gestionar los problemas es más madura que cuando tenía 30 años, creo que me he vuelto bastante práctico y mucho más ejecutivo.
P. Sobre el papel tiene una de las mayores fortunas del país. ¿Qué relación tiene con el dinero?
R. El dinero es mejor tenerlo que no tenerlo, es una obviedad. También es verdad que te da una felicidad muy fugaz. La cantidad de dopamina que te genera irte a comprar algo es muy corta. Te compras un coche y a las dos semanas es tu coche... El dinero te soluciona muchos problemas, no preocuparte de llegar a fin de mes es muy bueno, pero a partir de cierta cantidad te genera problemas que no tenías.
P. ¿Es cierto que se compra un Ferrari cada año?
R. Eso es una gilipollez soberana (risas). El otro día leí que era un comprador compulsivo de Ferraris... Me imaginé mentalmente pasando por un concesionario y comprando uno cada vez... Me gustan los coches: con 40 años me compré un Ferrari como el que se compra el capricho de su vida, y de vez en cuando lo cambio. Ahora no tengo un Ferrari, tengo un todoterreno, no colecciono coches. Tengo un coche y me llaman extravagante porque lo utilizo. ¿Si tienes dinero y no eres capaz de comprarte el capricho de tu vida, para qué quieres el dinero? La diferencia entre tener mucho dinero y poco es el importe de tus juguetes. Una vez que tienes tu coche, tu casa y puedes permitirte un viaje al año, el dinero no te aporta nada. A la vez, sigo mirando los últimos 50 euros que me he gastado en la última compra.
P. También tiene helicópteros.
R. Me gusta volar, es mi hobby. Compré una empresa de helicópteros que hace un servicio de vigilancia para la Generalitat [Skyknight Helicopters]. Soy piloto, intento volar un par de veces al mes, me da mucha paz.
P. ¿Qué otras aficiones tiene?
R. Me gusta salir a la montaña con mi familia, a esquiar. Intento hacer deporte a diario, ir al gimnasio.
P. También el fútbol. ¿Se arrepiente de haber avalado a Joan Laporta en el Barça?
R. La pregunta es compleja: yo avalé a un amigo, tenía una promesa con él, le prometí a Eduard Romeu que iba a estar en la directiva del Barça y lo avalé. Lo de Laporta fue un accidente. No me arrepiento, aunque depende del momento del día en que me preguntes... A mí la operación del Barça me puso en el mapa, pero también en el foco. Y en este país no se puede estar en el foco. Lamentablemente en este país cuando menos sales [en los medios de comunicación] mejor te va. Lo del Barça fue un chute de focos en un tiempo muy limitado.
P. ¿Qué le aportó?
R. Por una parte la gente conoce quién soy, pero empresarialmente no me fue muy bien.
P. ¿Por qué lo hizo?
R. Por mi amigo, y porque tenía la capacidad de ayudar. En España, que te vean como un hombre hecho a sí mismo -o llámalo como quieras- implica que durante un tiempo tienes que pedir perdón. Este es uno de los países donde el dinero ha cambiado menos de manos en los últimos cien años. Parece que todos los que no tenemos un “de” en el apellido, o hemos traficado con personas o hemos traído drogas. Ir al Barça y poner un aval como el que puse yo calló algunas bocas. Ahora ya no soy el tío de Badalona, ahora soy el tío que puso el aval del Barça. Y a nivel empresarial a veces va bien, porque te da una capacidad de que te lleguen nuevos negocios si te conocen.
P. ¿Cree que hay mucha envidia?
R. La gente tiene unas ideas que a veces no tienen por qué ser verdad. Dan por hecho que si tienes un Ferrari tienes dinero... bueno, tuve la desgracia de que algunos periodistas son unos extorsionadores. Algunos periodistas, si no les pones publicidad, amenazan con hablar mal de ti, sea verdad o mentira. Eso cuando estás fuera del circuito crees que es impensable, pero cuando estás dentro lo ves.
P. Por desgracia ha habido casos sonados de prácticas como la que describe ¿Se planteó pagar?
R. Evidentemente no. Sacaron unas fotos de mi Instagram. Es la foto en la que salgo junto a un helicóptero y un Lamborghini. Por mi forma de ser no iba a pagar nunca.
P. ¿Lo denunció?
R. Es muy complicado. Lo filtró el único periodista que tenía acceso a mi cuenta de Instagram, que es privada, sé quién ha sido. La cosa es que pueden escribir artículos con títulos sensacionalistas, aunque el desarrollo sea más o menos correcto. La gente hace clic por los titulares. Me parece muy heavy, y hay algunos medios de comunicación que viven de eso, por desgracia.
P. Ha dicho que la exposición pública le ha perjudicado. ¿Por qué me ha dado esta entrevista?
R. Creo que será la última que dé. Me ha ido tan bien no salir en ningún periódico este año...
P. No quiero que se arrepienta. Pensé que últimamente no daba entrevistas por la crisis en Ezentis.
R. Negociar la operación fue muy duro, como el chiste de susto o muerte. Soy el primer accionista, pero no tengo el control. Teníamos un compromiso con la gente, con los puestos de trabajo. Pusimos seis millones de euros, mi intención última fue salvar los puestos de trabajo.
P. ¿Duerme bien en esos momentos de estrés de las negociaciones?
R. Intento dormir ocho horas al día, el estrés lo padezco, pero no lo controlo. A simple vista no parece que estoy estresado, pero me consta que sí. Me doy cuenta porque necesito más dulce. Cuando a media mañana el cuerpo me pide un croissant de chocolate digo: “Mierda, estoy jodido”. Llega un momento del año, cuando haces una operación y tienes que esperar, por ejemplo, a la aprobación en una junta general. Ahí es cuando tengo más ansiedad.
P. Parece que, sin embargo, disfruta.
R. Soy un drogadicto de los modelos de negocio. Analizar una empresa, las palancas de crecimiento de un negocio, el ponerme en el lugar del cliente... me genera cierto placer. Soy una persona bastante creativa, pero muy desordenada. Cada día me levanto y hago lo que me apetece. Me hace feliz.
P. ¿Y a nivel personal?
R. Estoy en un momento muy dulce. Tengo mi pareja, mis tres hijos que están para comérselos, estoy muy a gusto. Sí que es cierto que llevo fatal cumplir años. Cada vez que se acerca el cumpleaños empiezo a estar de mal humor, supongo que es porque me siento muy afortunado. Este año voy a viajar bastante, me quiero ir a Indonesia.
P. Con el dinero que tiene, ¿no le tienta vivir de rentas?
R. Tengo una línea tan estrecha entre lo que me hace feliz en casa y en el trabajo... es muy complicado.
Camino largo a la cima empresarial: "Me arruiné dos veces"
Pregunta. ¿Con quién se crio?
Respuesta. Con mi madre, con mi padre el fin de semana y durante una temporada de mi vida, con mi hermana. Yo a mi madre ya la recuerdo cuando ya era pensionista. Mi padre, cuando yo tenía 13 años, tenía casi 60, era electricista. Como murieron jóvenes me hice empresario casi por necesidad. Tenía que acabar el último año de carrera, compaginé estudios y trabajo.
P. Le dio por la ingeniería.
R. Ingeniería técnica eléctrica, lo que antiguamente se llamaba peritos industriales. Lo hice por mi padre, era un pequeño empresario, un autónomo. Quizá de verlo y de entender que se podía trabajar para uno mismo me salió la vocación. Después de acabar me fui a trabajar seis meses al ayuntamiento de Rubí, de ahí a una empresa en prácticas, y a los cinco o seis meses, el dueño me echó con muy mala baba.
P. ¿Por qué?
R. Yo tenía 19 años, ninguna experiencia laboral. Me dijo: “Que sepas que no vales para trabajar”. Y me dije, ya si eso monto yo una empresa, porque para pasar hambre aquí (risas). Y monté mi primera empresa de instalaciones.
P. ¿Con qué dinero?
R. La monté como muchos empresarios, el dinero te lo dan los clientes por adelantado, pides crédito a proveedores. Dinero, como comprenderás, no tenía ninguno en aquél momento. En cuatro años tenía 70 personas trabajando conmigo. En ese momento, con 23 años, me arruiné por primera vez. Reestructuré la empresa y a los 33 años me volví a arruinar.
P. ¿Qué pasó?
R. En esa segunda vez ya no fue la inexperiencia, sino la situación del mercado. Era 2008, mis clientes se borraron del mapa. Me quedé sin trabajo y sin clientes, fue la tormenta perfecta. Fue cuando decidí montar la compañía eléctrica. A partir de ahí las cosas cambiaron. Las cosas fueron muy rápidas, en 2009 nos dieron licencia, empezamos facturando 49.000 el primer año, el segundo tres millones, el tercero 27, luego 125...
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