Albacete saca filo (y mucho dinero) a sus cuchillos
La provincia castellanomanchega concentra el 90% de una industria que mueve 95 millones de euros a través de un centenar de pymes
Seis siglos de historia contemplan el negocio que ha encumbrado a Albacete como referente internacional de la cuchillería. Lo que comenzó con la navaja en la España musulmana, hoy es un sector que factura 95 millones de euros. Aunque su comercio lo integran los nichos profesional, doméstico y deportivo, es el artesanal el que reporta mayor gloria al sector de la hoja. Mueve grandes cifras en torno a caprichosos coleccionistas dispuestos a pagar más de 5.000 euros por una navaja hecha de materiales nobles, exóticos o de joyería...
Seis siglos de historia contemplan el negocio que ha encumbrado a Albacete como referente internacional de la cuchillería. Lo que comenzó con la navaja en la España musulmana, hoy es un sector que factura 95 millones de euros. Aunque su comercio lo integran los nichos profesional, doméstico y deportivo, es el artesanal el que reporta mayor gloria al sector de la hoja. Mueve grandes cifras en torno a caprichosos coleccionistas dispuestos a pagar más de 5.000 euros por una navaja hecha de materiales nobles, exóticos o de joyería, algo que les confiere el valor de piezas únicas.
Esta singular industria, emblema y motor económico de la ciudad y la provincia, produce el 90% de la cuchillería nacional, según la Cámara de Comercio de Albacete, y exporta por valor de 30 millones de euros. Tanto la cuchillería como las empresas afines que componen el sector reúnen a unas 100 pymes entre artesanos, fabricantes, industriales y comerciantes, de las que casi el 70% son familiares. “Es un sector muy dinámico, muy unido en su defensa, y con una enorme repercusión internacional porque no es una industria muy desarrollada fuera de España”, apunta Pilar Jiménez, presidenta de la Asociación de Cuchillería y Afines (Aprecu).
Si es casi imposible encontrar un hogar o restaurante español que no cuente con un cuchillo de Albacete, cada vez es más probable comer con ellos en otros países como EE UU, Canadá, Chile, Alemania, Francia, Bélgica, Italia, Portugal, Israel o Arabia Saudí. Y es que el desarrollo de este negocio, del que viven 1.000 personas, ha corrido parejo al avance de su cultura y tradición. Como reza la costumbre, “un cuchillo o una navaja nunca se regala, siempre se compra para no cortar la amistad”. Y todo suma. A su expansión contribuyó la práctica habitual en los años cincuenta de los cuchilleros de vender en la estación de tren las piezas a los viajantes.
Los propios habitantes hacen igualmente patria de su producto. “En Albacete es habitual que en los restaurantes empleemos nuestra navaja en lugar del cuchillo de hostelería”, señala Pilar Jiménez. Orgullosos del legado cuchillero que hace único al sector, sus integrantes no se cansan de defenderlo como apoyo a la hostelería, la gastronomía y el deporte para erradicar su “uso malintencionado”. La continua amenaza a su supervivencia les ha convertido en un colectivo resistente. “Como sector dinamizador de la economía, siempre nos hemos visto como representantes de una herramienta de corte profesional”, destaca Jiménez.
También se protege el sector institucionalmente con iniciativas como la creación de la marca AB Cuchillería Albacete, propiedad del Ayuntamiento, que identifica a todo cuchillo, navaja o tijera fabricado en la provincia. “Se trata de combatir la competencia desleal de terceros países”, apunta Juan Andrés Barbero, maestro artesano, Medalla al Mérito Artesanal y propietario de La Casa de las Navajas y del taller Cuchillería Barbero. Un camino que les llevó hasta el Parlamento Europeo para pedir que identificaran como made in China los productos que provenían del mercado asiático. Aunque lamenta que no se lograra, aplaude el avance en la obtención del sello de Indicación Geográfica Protegida, IGP, con la que ya cuenta la industria alimentaria, para que se extienda al producto artesanal e industrial.
Estirpe centenaria
Una de las grandes familias dedicadas a la producción cuchillera desde hace más de 300 años es la integrada por la estirpe Arcos. Pedro Arcos, ex director general de Arcos Hermanos, en octava generación, y que acaba de pasar el testigo a la novena, a su sobrino Roberto, está convencido de que la mejor estrategia empresarial es “la que se orienta al futuro.” Así lo avalan sus ventas digitales, por las que ingresan cuatro millones. Con 385 empleados directos y 120 proveedores en exclusiva, la firma prevé facturar 45 millones de euros en 2022 y obtener un beneficio cercano a los cinco millones.
Como en todo el sector, la internacionalización es el plato fuerte de sus cifras, debido a su presencia en 85 países. “Estamos abriendo mercado en EE UU”, dice Arcos, que sabe que el secreto de su longevidad empresarial reside en “vivir pegados a nuestros clientes y adaptarnos a sus demandas y nuevas necesidades”. Una filosofía que vive su edad de oro con el impacto en el negocio de las redes sociales, “lo que nos ha acercado de una manera privilegiada al usuario final”.
La presidenta de Aprecu cree que la pandemia les ha hecho más fuertes “porque nos ha lanzado de lleno a la innovación”. Si bien reconoce “elevadas pérdidas por el cierre de la hostelería y de las fronteras”, subraya una rápida recuperación “en la que nos hemos reinventado ante una inesperada demanda online”. Tras facturar 90 millones en 2021, en 2022 cerrará en torno a 95 millones. Y eso en un marco en el que la oferta asiática, por un lado, y la de las grandes plataformas, por otro, han unido al sector para abanderar la especialización y la calidad ante la voraz competencia basada en el precio.
Si hay un ámbito donde esa competencia hace aguas es en el artesanal, en el que a partir del diseño de la navaja albaceteña se logran auténticas obras de arte “elaboradas como se hacía antiguamente”, destaca Juan Andrés Barbero. “Para la hoja trabajamos con acero de Mova o Damasco, y en el mango con cuerno de toro, búfalo asiático, ciervo, carnero, corzo o hueso de la jirafa”. Para los adornos, el artesano cuenta que “se utiliza alpaca, plata o latón”. Señala que una pieza puede llevarle “hasta 30 horas de trabajo según el tipo de material, adornos y tamaño”, aspecto este último sobre el que la ley prohíbe sacar de casa la navaja si supera los 11 centímetros de hoja. Barbero es uno de los artesanos a los que la crisis de 2007 obligó a cerrar un taller de 15 personas, y “ahora trabajo solo con mi esposa”. Con una facturación de unos 50.000 euros, asegura que este negocio se dispara sobre todo “en verano y Semana Santa por el impacto del turismo”, aunque lamenta “que de no haber relevo generacional este oficio se perderá”.
Albacete ha sido el lugar elegido para celebrar este año la asamblea constituyente de la Asociación Mundial de Capitales de Cuchillería, en la que se integran nueve países (Austria, Alemania, Francia, Italia, Bulgaria, Turquía, Portugal, Argentina y España) con una tradición cuchillera de más de tres siglos.