La crisis del coronavirus y el arte de la guerra

Decía el general-filósofo chino Sun Tzu en El arte de la guerra que “si conoces al enemigo y te conoces a ti mismo, no tendrás dudas de tu victoria”. Es una de las numerosas máximas de ese libro de culto que se ha convertido en cabecera de cualquier dirigente empresarial y político que se precie. Y viene muy a cuento en esta crisis, en la que tanto se compara la pandemia del coronavirus con una guerra en la que toda la humanidad se enfrenta a un enemigo común que ha estado tomando posiciones sin que nadie le detectara para lanzar un ataque devastador y por sorpresa como si hubiera seguido las ...

Decía el general-filósofo chino Sun Tzu en El arte de la guerra que “si conoces al enemigo y te conoces a ti mismo, no tendrás dudas de tu victoria”. Es una de las numerosas máximas de ese libro de culto que se ha convertido en cabecera de cualquier dirigente empresarial y político que se precie. Y viene muy a cuento en esta crisis, en la que tanto se compara la pandemia del coronavirus con una guerra en la que toda la humanidad se enfrenta a un enemigo común que ha estado tomando posiciones sin que nadie le detectara para lanzar un ataque devastador y por sorpresa como si hubiera seguido las recomendaciones de Sun Tzu.

El coronavirus ha pillado desprevenidos a todos los países del mundo, mientras seguían con sus peleas comerciales y otras pendencias, causando muchas bajas en la población. Pero, además de las muertes, está abriendo una brecha grave en la riqueza de las naciones. Las previsiones son dramáticas. Nadie habla ya de recortes suaves. Según diversos análisis, el retroceso mundial puede alcanzar ocho puntos porcentuales sobre las previsiones existentes en el peor de los casos. Solo una reacción a tiempo y coordinada, como recomendaría el filósofo chino, puede tapar o aminorar la hemorragia.

Se trata de vencer a un ejército de virus que está haciendo estragos y ha obligado a los dirigentes de los países a mostrar sus mejores virtudes y demostrar si valen para dirigir sus tropas. El poder destructor obliga a ponerse de acuerdo, buscar alianzas y coordinar las políticas. Pero no resulta fácil, a la vista de los resultados en la Unión Europea, donde la división entre países del norte y del sur ha hecho encallar un plan de choque para defender la economía y la industria. Como mal menor, se ha acordado volver a negociar en 15 días, sin duda demasiado tiempo de demora durante el que es posible que algunos Estados, entre ellos España, diluciden si cierra el país (es decir, actividad cero).

El impacto económico va a suponer una merma en el crecimiento que, si no se toman medidas, sería de entorno a ocho puntos porcentuales. Ello llevaría en España a una caída de más del 5% del PIB, aunque las medidas adoptadas (línea de avales de 100.000 millones con el apoyo de la banca y otras adicionales) reducirían ese recorte a un 3% para volver a un crecimiento de más del 2% en 2021, según varios análisis divulgados estos días. “La reactivación descansa sobre la hipótesis de una respuesta de la política económica a la altura de las circunstancias que permita conservar el aparato productivo, mantener el empleo en empresas sostenibles y asegurar el rebote”, según Funcas. YGroup, en términos también guerreros, dice que “el coronavirus ha sitiado literalmente nuestra sociedad”. “La situación no es anómala, sino inédita, ya que, en lugar de tratar de estabilizar la economía y suavizar las caídas de actividad, lo que se busca conscientemente es detenerla para contener el virus”, completa.

Mientras tanto, Pedro Sánchez, que ha estado muy activo en la citada cumbre, logró sacar adelante sus reales decretos, entre ellos el de la prórroga de 15 días del estado de alarma, no sin duras críticas de la oposición. Cada cual aprovechó la oportunidad para lanzar su soflama al margen de su postura. Son las cosas de la política que seguramente nunca estarían aprobadas por el general chino, para quien “ganará aquel cuyo ejército esté animado por el mismo espíritu en todas las filas”. Y en España legiones de profesionales de la medicina que se han puesto a derrotar a un enemigo que no entiende de fronteras ni de ideologías, al igual que lo hacen otros colectivos en sus respectivos frentes, necesitan un mando que anime en esa lucha.

Fuera del Parlamento, el mundo empresarial trata de evitar males mayores como sea. En ese sentido, el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, desde su confinamiento en Las Arenas (Bilbao), ha mantenido contactos constantes con los diversos sectores y las grandes empresas para coordinar actuaciones. En similares términos se expresa la Cámara de España, que preside José Luis Bonet, y otros colectivos empresariales. Un ejemplo de esta actividad es la alianza de siete importantes patronales industriales (juntan a 6.600 empresas, más de 2,9 millones de empleos y representan el 50% del PIB). O la misión emprendida por cinco de las grandes del Ibex (Santander, BBVA, Iberdrola, Inditex y Telefónica) para entregar 150 millones por la causa. Al final, “la victoria y la paz son los principales objetivos de la guerra. Si tardan demasiado en llegar, los soldados se cansan y la moral decae”.

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