Tolerancia, diálogo y pensamiento crítico: así funciona el Modelo de Naciones Unidas en la escuela y la universidad
La iniciativa, creada en Harvard en 1953, permite a los estudiantes simular el funcionamiento de la ONU y debatir cuestiones de actualidad internacional en un entorno diverso y multicultural
Los objetivos del Modelo de Naciones Unidas (MUN) pueden resumirse en solo dos: traer al entorno educativo los principios que guían la labor de la ONU y resaltar el valor del diálogo y la tolerancia a la diversidad en la resolución de cualquier tipo de conflicto. Y es que, como herramienta formativa, los MUN encajan como un guante en la educación basada en competencias que fomenta la Lomloe, ya que favorece el desarrollo del razonamiento crítico y de la capacidad para aprender. Simulando el funcionamiento de los distintos órganos de Naciones Unidas, los alumnos (de Secundaria o universitarios) se preparan durante meses para meterse en la piel de los delegados que representan en la vida real a cualquiera de los 192 países miembros; adquieren una visión práctica de lo que son las relaciones internacionales; aprenden a debatir asuntos de la agenda internacional; defienden sus intereses y negocian acuerdos y resoluciones.
“A corto plazo, además de las habilidades y conocimientos que desarrollas, conoces a mucha gente interesante (…), lo que conlleva un gran enriquecimiento personal. Y, a largo plazo, lo más importante es la capacidad que adquieres de entender las sensibilidades de otros países, aunque no estés de acuerdo con ellos”, explica Javier Galán, presidente de UCM MUN, la asociación del Modelo de Naciones Unidas de la Universidad Complutense de Madrid. El trabajo en equipo, la empatía, el respeto, la capacidad de negociación, la resolución de problemas y, por supuesto, la oratoria son algunas de las competencias que salen reforzadas, sobre todo cuando puede tocarte sostener la postura de un país con el que no estás de acuerdo. “Pero, al investigar y tener que defenderlo ante otras personas, te hará comprenderlo, aunque no necesariamente lo compartas”, añade Galán.
Surgidos por iniciativa de Harvard, que celebró su primera conferencia MUN en 1953, hoy existen miles de modelos similares en todos los rincones del mundo. En España, por ejemplo, algunos de los más activos incluyen a las universidades Complutense, Rey Juan Carlos y Carlos III de Madrid, la Autónoma de Barcelona (cuya conferencia tuvo lugar entre los pasados 23 y 26 de marzo) o la Institución Educativa SEK, que dos semanas antes había inaugurado en el senado la XVII edición de su SEKMUN, con la presencia de más de 400 estudiantes de entre 11 y 18 años procedentes de centros educativos de toda España, EE UU, Suiza y Marruecos. Durante tres días, representaron a un total de 28 países en 12 comités diferentes en los que discutieron, en español e inglés, asuntos como el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, la regulación de la ingeniería genética, la lucha contra el blanqueo de capitales, la inteligencia artificial, la sostenibilidad o la explotación infantil. “A través del diálogo, los jóvenes mostramos cómo estamos preparados para afrontar los problemas del mundo, y cómo podemos ser igual de conscientes y resolutivos que los adultos en lo que respecta a las relaciones internacionales”, afirma Antonio Herrera (17 años), estudiante del Colegio Internacional SEK de Almería y secretario general de esta edición.
Una preparación exigente pero emocionante
El éxito de un modelo de Naciones Unidas se basa en una sólida preparación que pasa por conocer los reglamentos; dominar las técnicas de debate, negociación y persuasión; investigar en profundidad la posición del país al que representan y familiarizarse con la redacción de documentos oficiales, argumentan desde la Institución Educativa SEK. Un trabajo que comienza con meses de antelación y en el que, en su caso, cuentan con la ayuda de profesores formados en cada materia, además reunirse con delegados y asistir a charlas con miembros o exmiembros de los cuerpos diplomáticos o de distintas asambleas de la ONU.
“Entre las primeras actividades que hacemos cada año, está el enseñar a los nuevos socios cómo se defienden los intereses de un país. Para ello, se redactan los documentos de posición, en los que llevas a cabo una pequeña investigación sobre la postura de esa nación en el tema a debatir, qué ha hecho en el pasado y qué propone”, esgrime por su parte Galán. Para ello, cuentan con la ayuda de herramientas como las fichas de país del Ministerio de Asuntos Exteriores, The World Factbook de la CIA o el historial de resoluciones de la ONU, que puede consultarse en su biblioteca digital. Las reuniones semanales, los ejercicios de oratoria y las simulaciones que realizan les ayudan, por lo demás, a ir profundizando en esa preparación.
Los asuntos a tratar en cada conferencia se seleccionan según su grado de interés y de actualidad. Aunque cambian en función del modelo, “suelen ser temas que se han tratado o se podrían estar tratando en las Naciones Unidas”, recuerda Herrera. A nivel universitario, además, los comités se ordenan por grado de dificultad: algunos son muy técnicos, relacionados quizá con cuestiones de derecho internacional o economía y que, sin una cierta base, son difíciles de entender, mientras que otros son más sencillos. Tras varias horas de debate y redacción “en las que los alumnos tienen la oportunidad de enriquecerse con los puntos de vista que aportan los países”, añade Herrera, se llegará a una resolución que cubra mayormente los intereses de cada una de las naciones respecto a ese tema.
La de los MUN es, en definitiva, una propuesta cultural y educativa que no solo tiene un impacto positivo en su formación académica, sino que además equipa a sus participantes con numerosas herramientas y competencias que serán de gran utilidad en su futuro profesional. Y que, a juzgar por las opiniones de quienes participan en ella, te engancha con facilidad. Si Galán conoció el MUN en primero de carrera (ahora está en tercero), Herrera (en segundo curso del programa de Bachillerato Internacional) lo hizo en tercero de la ESO, y espera seguir involucrado una vez comience su grado universitario, porque “más allá de los amigos que he tenido la oportunidad de hacer, creo que gracias a ello soy una persona con la mente más abierta, más consciente del mundo que nos rodea y más preparada para enfrentarme a situaciones que puedan darse a lo largo de la vida”.
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