El Ibex bate su máximo histórico 18 años después y recupera los 16.000 puntos
La Bolsa española remata de la mano de la banca un año 2025 de fuertes subidas, recuperando los niveles de la burbuja inmobiliaria
La Bolsa a largo plazo siempre gana, pero el mantra de la inversión en acciones tiene sus notas a pie de página. Si en noviembre de 2007 algún padre entregado confió al Ibex 35 los ahorros para la universidad de su hijo recién nacido, no habría recuperado su dinero hasta hoy, casi con la mayoría de edad del chico y la carrera (si es el caso) ya empezada. El Ibex ha cerrado este lunes en su máximo histórico, 16.000,2 puntos (+0,87%), superando por primera vez en 17 años y 353 días unos 15.945,78 puntos que parecían una maldición. Queda para otra ocasión el máximo intradía, los 16.040 puntos marcados el 9 de noviembre de 2007, día que el Ibex cerró a la baja, inconscientes los inversores de que tendrían que esperar casi dos décadas antes de ver al índice en este nivel. Para ello ha sido necesario un ejercicio histórico: de cerrar así 2025 el Ibex marcaría el mejor año desde 1997, con un alza del 37,8%, una de las más elevadas del mundo gracias, sobre todo, a los bancos y sus subidas de hasta el 90% en el año.
El selectivo español es una rareza a medias. Para casi todos los índices de renta variable, Lehman Brothers y sus réplicas son referencia de una crisis antigua, pero la Bolsa italiana está aún por recuperar el nivel de 2007 mientras Portugal pierde el 39% en el periodo y Atenas, el 62%. La crisis del euro puso en jaque la solvencia de varios países del sur de Europa —España tuvo que pedir dinero a Europa para arreglar, con dinero del contribuyente, los desaguisados del sector financiero— y la propia existencia de la moneda única estuvo en cuestión. Bajo este prisma, el de una burbuja inmobiliaria tan colosal como el crac que desató, cabe valorar el comportamiento del mercado español: el Nikkei japonés recuperó el nivel de 1989 el año pasado. Las Bolsas suben, bajan y se recuperan, normalmente con rapidez, salvo que nos topemos con una crisis sistémica.
Es necesaria otra nota al pie: en puridad, el Ibex no ha dado un rendimiento cero en este periodo; 18 años de dividendos son muchos, y las empresas españolas son generosas con sus accionistas. La rentabilidad total, es decir, la que incluye los dividendos, es según Bloomberg del 128% desde noviembre de 2007, un 4,7% anualizado. Por debajo del 154% (5,3% al año) del Euro Stoxx 50 pero a años luz del 714% del S&P 500, un 12,4% anual. El paso atrás de España entre 2007 y 2012 (larvado a su vez durante el lustro anterior) no fue sencillo de recuperar. Gravosa es, también, la comparación con los 18 años previos, plazo en el que la Bolsa española (que en 1990 funcionaba con corros de operadores comprando y vendiendo a viva voz) subió un 600%.
La hemeroteca económica de aquel noviembre apuntaba algunas cosas que estaban por venir, otras que terminaban y algunas que seguirían más o menos igual. Google lanzaba su sistema operativo Android, pero Yahoo! apostaba por vencer a Google en el mercado publicitario. Santander vendía el banco italiano Antonveneta por 9.000 millones de euros a Monte dei Paschi, después rescatado por el Estado italiano (con un coste de miles de millones), y la UE retiraba los controles fronterizos a los países del Este de Europa. Venca —para los más jóvenes, revista de venta por catálogo— esperaba facturar 50 millones en comercio electrónico. El BCE mantenía tipos vigilando la inflación y la Comisión Nacional Energía (CNE) —integrada ahora en la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC)— investigaba la alteración de precios en el mercado eléctrico. En un guiño un tanto cínico del destino, la España de 2025 tiene, como en 2007, a la vivienda en el centro del debate político, social y económico, aunque con un trasfondo radicalmente diferente: hace 18 años se construían demasiadas casas y hoy demasiadas pocas.
2007 fue también el ejercicio en el que se cerró el único culebrón empresarial que puede mirar a la cara a la opa BBVA-Sabadell, la guerra por Endesa con varios ejércitos en liza (Gas Natural, Eon, Acciona y Enel, además de la propia Endesa). Salieron a Bolsa dos gigantes empresariales: Criteria e Iberdrola Renovables, que ya no están en el mercado, o no de igual modo. El equilibrio empresarial es otro. Telefónica valía más de 100.000 millones y suponía casi un cuarto del Ibex, ahora está en 26.000 millones y Repsol ha perdido la mitad de su valor en Bolsa.
Otros han multiplicado su valor por cuatro o cinco veces, como Ferrovial o Fluidra, pero si un valor destaca en este periodo es Inditex, al pasar de valer menos que Endesa a ser líder del mercado con más de 150.000 millones de capitalización. La cota de los 100.000 millones la han hollado, además, Iberdrola, Santander y, casi, BBVA. Por el camino se quedaron, también, Banco Popular (octavo valor del índice, de 14.000 millones a cero) y un buen puñado de empresas objeto de opa: Altadis, Unión Fenosa, Gamesa, BME, Cintra, Aguas de Barcelona, Sogecable o Banesto. Han entrado, mientras, valores como Puig, Merlin, Logista, Cellnex o Aena.
Las Bolsas alemana, británica o estadounidense tardaron seis años en recuperar los máximos. La francesa no pudo hasta 2024, al igual que la media europea, el Euro Stoxx 50. Para el propio Ibex, los máximos parecían lejanos a principios de año, pero las subidas casi en vertical han obrado una suerte de milagro en un ejercicio particularmente turbulento, y con un mercado que poco tiene que ver con el de hace 18 años. El pinchazo de finales de los 2000 no solamente deprimió el Ibex 35; también cambió el ánimo y las costumbres de los inversores. Y, si en 2007 los inversores minoristas operaban desde la pantalla de su PC, hoy lo hacen desde su móvil, con prácticamente cualquier activo al alcance de la mano. La inversión exclusiva en Bolsa doméstica es minoritaria, tanto para inversores particulares como también a través de fondos.
En este entorno, en el mundo de Trump, de la pandemia, del cambio climático, de las criptos, de la guerra en Europa y de la IA, las carteras de los pequeños inversores están pendientes del parqué doméstico y de sus tribulaciones. Pero también de una empresa que en 2007 apenas era conocida por los gamers y hoy vale más de cuatro veces todo el índice español (Nvidia) y de lo que ponga en una red social entonces recién nacida (Twitter, ahora X) quien en aquellos días era el dueño del concurso Miss Universo, Donald Trump.