Más impuestos para las pensiones
El desarrollo de un sistema mixto de financiación proporcionada por cotizaciones e impuestos como el que se está estableciendo en España no es ninguna extravagancia
Un reciente y oportuno estudio titulado Preocupada y un tanto desorientada: la sociedad española ante las pensiones, elaborado por Funcas, pone al descubierto el bajo nivel de conocimientos de los ciudadanos sobre las pensiones. Solo uno de cada ocho españoles conoce cóm...
Un reciente y oportuno estudio titulado Preocupada y un tanto desorientada: la sociedad española ante las pensiones, elaborado por Funcas, pone al descubierto el bajo nivel de conocimientos de los ciudadanos sobre las pensiones. Solo uno de cada ocho españoles conoce cómo se financian las pensiones. Este desconocimiento dificulta la comprensión de la llamada generosidad del sistema. Diferentes estudios demuestran que por término medio la Seguridad Social devuelve más de lo aportado a ella. Esta alta rentabilidad del sistema público español es la base sobre la que se apoyan los análisis para justificar la insostenibilidad financiera del sistema de pensiones.
El sistema español de pensiones públicas es un sistema de reparto. Las cotizaciones de las empresas y los trabajadores se destinan inmediatamente para pagar las pensiones. Como en los últimos años estas aportaciones han sido insuficientes, ha sido necesaria una creciente aportación del Estado para equilibrar el sistema.
La participación del Estado en la financiación de las pensiones, cuyos ingresos fundamentales provienen de los impuestos, no resulta nada excepcional. Después de la Segunda Guerra Mundial en Europa se consolidaron dos grandes modelos de la Seguridad Social, basados en el reparto. El sistema alemán, establecido originariamente por el canciller Bismarck, en 1881, en el que los ingresos proceden de las cotizaciones de empresarios y trabajadores. Es el seguido, con determinadas particularidades por Francia, Italia y España. Por el contrario, en el Reino Unido, se implantó un modelo público también de reparto, diseñado por William Beveridge en 1942, cuya financiación se realiza a través de impuestos. En este contexto, el desarrollo de un sistema mixto de financiación proporcionada por cotizaciones e impuestos como el que se está estableciendo en España no es ninguna extravagancia.
La extraordinaria relevancia de las pensiones en el conjunto de la economía española implica que no se puedan analizar de forma aislada. Las pensiones públicas en España son el mayor instrumento de redistribución de la renta. Un estudio referencial, Los efectos redistributivos de las prestaciones sociales y los impuestos: un estado de la cuestión, realizado en 2020 por los catedráticos Luis Ayala y Olga Cantó, concluía que “las pensiones contributivas son el principal instrumento igualador de las diferencias de renta en España”. No obstante, la reducción del 20,27% de la desigualdad por efecto de las pensiones en España, fue superada por otros países con sistemas más generosos, como Alemania (27,13%), Italia, (25,25%) y Francia (24,60%) con datos de 2018.
La situación ha mejorado significativamente en España en los dos últimos años, con subidas de las pensiones mínimas y no contributivas del 12% y 15,4%, respectivamente. A pesar de ello y de la implantación del Ingreso Mínimo Vital, la pobreza severa ha seguido creciendo hasta alcanzar a 4,1 millones de personas y la infantil sigue estancada en el 34,6%, según la Red de Lucha contra la Pobreza. Las pensiones son el mecanismo más eficiente de nuestro modelo social. Nuestro problema de no es de un exceso de generosidad. Hacen falta más impuestos para asegurarlo y reducir las desigualdades.