Bruselas plantea doblar los aranceles al acero para protegerse de las exportaciones de China
La Comisión Europea pide elevar hasta el 50% las tarifas y recortar las cuotas de importación libre para defender un sector crítico
Al principio, fue el acero. La Comunidad Europea del Carbón y el Acero (CECA) fue la organización que en 1951 sentó las bases de lo que hoy es la UE y su nombre ya dice mucho de dónde estaban las prioridades de las políticas industriales entonces. Y siguiendo aquella estela, Bruselas ha movido ficha este martes para proteger esa industria crítica —especialmente en tiempos de rearme— de la sobrecapacidad de producción instalada en todo el mundo que amenaza con hundir los precios. La Comisión ha lanzado una propuesta para recortar las cuotas de importación libres de aranceles casi a la mitad (18,3 millones de toneladas) y duplicar la tarifa a pagar cuando se supera ese umbral, del 25% al 50%.
Duplicar los aranceles del acero hasta elevarlos al 50% puede parecer, a simple vista, una respuesta a la medida similar que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, implantó entre marzo y abril. Pero un vistazo más atento a las declaraciones que justifican la medida y a los propios datos del mercado siderúrgico dejan claro que el planteamiento de la Comisión Europea mira hacia China y otros países asiáticos. “La sobrecapacidad mundial está dañando a nuestra industria”, ha alertado este martes la jefa del Ejecutivo comunitario, Ursula von der Leyen. Y cuando se habla de sobrecapacidad, siempre aparece detrás el gigante asiático, que subsidia 10 veces más a su industria del acero de lo que lo hacen los países que integran la OCDE, según el propio think tank que agrupa a los países desarrollados.
“Entre 2025 y 2027, se prevé un aumento sustancial de la capacidad de producción de acero de hasta un 6,7% [165 millones de toneladas métricas] en todo el mundo, lo que de materializarse agravará el exceso de capacidad mundial. Se prevé que las economías asiáticas representen el 58% de esa nueva capacidad, lideradas por los aumentos sustanciales en China y la India”, calcula un informe de perspectivas de la OCDE de este mismo año.
Esta situación había llevado al sector europeo a pedir ayuda hace solo unos días. Empresas y sindicatos celebraron una “cumbre social de emergencia” en la que pidieron “medidas urgentes para restablecer la igualdad de condiciones en el sector y detener la dramática destrucción de puestos de trabajo y capacidad siderúrgica en Europa antes de que sea demasiado tarde”.
A esa llamada ha respondido la Comisión Europea, que ya venía anunciando desde marzo que iba a lanzar un plan para proteger al sector del acero de la competencia desleal. Bruselas, además, ha pedido al resto de instituciones europeas que se muevan rápido. “Necesitamos actuar ya. Urjo al Consejo y al Parlamento a que se muevan rápido”, ha presionado la propia Von der Leyen al lanzar este plan. Su urgencia también viene porque las salvaguardas que quiere introducir tienen que estar listas para empezar a aplicarse antes de que decaigan las medidas proteccionistas actuales, el 30 de junio de 2026.
Porque los problemas del sector del acero no son nuevos. El mayor coste de la energía en la UE —uno de los mayores lamentos del informe Draghi y por donde plantea actuar— y de la mano de obra vienen de largo. La guerra de Ucrania y en encarecimiento del gas natural agravaron la situación en un sector que consume muchísima energía. Pero las medidas de salvaguarda que hay vigentes vienen de antes, de 2018. Entonces, la Unión aprobó una cuota de acero libre de aranceles que se calcula según la importación media de los tres años precedentes.
El objetivo final de la medida es que el acero fabricado en la UE gane cuota en el mercado interior. “La industria de la Unión está operando a un nivel de capacidad muy bajo, el 67%. Con esta medida, ganará espacio suficiente para que nuestra capacidad alcance unos niveles de utilización del 80%”, explica la Comisión, para argumentar que el recorte de cuotas de importación libres de aranceles sin más, manteniendo las cuotas actuales, “no sería suficiente para soluciones el problema”.
Y resolver el asunto es clave para la Comisión Europea, porque la industria del acero, como la del automóvil, genera empleo de calidad y es, además, “vital para la competitividad, la seguridad económica y la autonomía estratégica”, en palabras de la propia Von der Leyen. Según los números de la patronal europea, Eurofer, 300.000 personas trabajan directamente en esta industria y 1,5 millones de forma indirecta. La pérdida de mano de obra directa desde que en 2018 se impuso la primera salvaguarda es de 18.000 puestos de trabajo.
Ante las posibles denuncias que una medida de este estilo puede acarrear en la Organización Mundial del Comercio (OMC), la Comisión responde de forma preventiva que ha cumplido con las reglas de este órgano multilateral, que ha habido un proceso de consultas y que, además, muchos países ya lo están haciendo. “Muchos de los Estados que se verán afectados por la decisión ya han impuesto su propia medida protectora, en la mayoría de casos elevando aranceles”.
“El único camino para evitar esta proliferación de medidas unilaterales es abordar las raíces de la sobre capacidad colectivamente”, zanja Bruselas, volviendo a apuntar hacia esos países que tienen instalada una potencia industrial mucho mayor de la que pueden consumir, volcando el exceso sobre el mercado mundial y generando desequilibrios.