¿A quién afectan los aranceles? ¿Cómo funcionan? Las tarifas de Trump, explicadas en nueve gráficos

Estados Unidos introducirá nuevas tarifas para países de los que compra desde coches hasta fruta y verdura. Hasta ahora, el coste de medidas parecidas lo han pagado los estadounidenses

Colas en el puente Zaragoza-Ysleta entre México y Estados Unidos, en Ciudad Juarez.Jose Luis Gonzalez (REUTERS)

Este martes han entrado en vigor los aranceles a las importaciones desde China firmados por Donald Trump el sábado (a los que Pekín ha respondido con acciones similares contra la economía norteamericana). Los de Canadá y México han quedado suspendidos un mes tras un ...

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Este martes han entrado en vigor los aranceles a las importaciones desde China firmados por Donald Trump el sábado (a los que Pekín ha respondido con acciones similares contra la economía norteamericana). Los de Canadá y México han quedado suspendidos un mes tras un acuerdo de última hora. La medida amenaza a los tres países con los que más comercia Estados Unidos y es la base de la política económica del nuevo presidente, a pesar de que estos impuestos llevan años considerándose obsoletos y contraproducentes para las economías nacionales y el mercado global de libre comercio.

A continuación, repasamos algunos datos que sirven para entender la importancia y el posible alcance de la primera ronda de aranceles del segundo mandato de Trump.

Estados Unidos importa mucho y cada vez más. Es el país que más importa bienes y servicios y, en términos absolutos, suma casi lo mismo que los otros cuatro mayores importadores del mundo juntos (Alemania, Reino Unido, Francia y Japón). Las importaciones son un 12% de su producto interior bruto y crecen más rápido que sus exportaciones.

Los aranceles de Trump golpean a los países desde donde Estados Unidos más importa. Este tipo de impuestos se usan, en teoría, para proteger la producción nacional de un producto. Se expresan como valor porcentual del precio de venta y lo suele pagar el importador, directamente en la aduana. Un caso práctico: la Unión Europea estableció aranceles para los coches eléctricos fabricados en China y subvencionados por el Gobierno local, incluyendo un impuesto del 7,8% a los Tesla. Si un coche cuesta 30.000 euros, el concesionario que lo trae a Europa pagará 2.340 euros extra en aranceles (además de otros gastos). Para no perder dinero, tendrá que repercutir ese coste sobre el comprador, que, tras la imposición del impuesto, pagará más. (El propio Elon Musk, dueño de Tesla, ha llevado la UE ante los tribunales por esta razón).

Trump ha querido aplicar esta lógica a los tres países de los que más ha importado productos en los últimos 20 años.


Los nuevos aranceles afectan a los bienes que Estados Unidos más importa. Los principales bienes que el país compra desde fuera son los automóviles (45% de todo lo que compra), los productos farmacéuticos (30%), el petróleo (25%), los teléfonos móviles y las frutas (14%). Como se ve en el siguiente gráfico, la mayoría de esos productos proviene justamente de los países a los que está imponiendo aranceles.

México es el principal importador en Estados Unidos de la industria automotriz: en 2023 fue el origen de dos de cada cinco vehículos, componentes y motores importados. Y de uno de cada dos vegetales y fruta. Si se mira producto por producto, de México llegan el 60% de las fresas, pimientos, pepinos o zanahorias.

Canadá, por su parte, es el principal exportador de crudo al país vecino (contrariamente a que los estadounidenses creen, según un reciente sondeo) y China lo es de baterías eléctricas y teléfonos móviles.

Los aranceles llevan décadas bajando. La medida de Trump va en contra de las tendencias mundiales y del propio país. Actualmente, el arancel promedio en Estados Unidos es de 2,5%, menor que en otros países. Con los tratados de libre comercio, además, hay muchos productos exentos de impuestos.

Trump ya propuso aranceles en 2020, Biden mantuvo la mayoría y salieron caros. Las tarifas que impuso Trump en 2018 demostraron ser costosas para los consumidores y para los productores. Los aranceles de más del 25% aplicados sobre productos como el acero, lavadoras o paneles solares fueron las leyes más proteccionistas desde 1930. No hubo ninguna evidencia de que sirvieran para recuperar empleos en la manufactura estadounidense, ni que tuvieran impacto alguno en la industria, de acuerdo con un estudio publicado en Harvard Business Review.

Biden mantuvo la mayoría de medidas y ahondó en las que afectaban a productos chinos (además de suspender la exportación de chips, en 2022). Por evitar discordias con la Unión Europea, decidió suspender gran parte de las tarifas hacia países europeos durante cinco años.

En los años de la llamada Trade War, la guerra de tarifas que empezó Trump en su primer mandato, perdieron sobre todo los estadounidenses. Según el think tank estadounidense Tax Foundation, el coste que los consumidores tuvieron que pagar demás por el encarecimiento de los precios (consecuencia de los aranceles) superó los 300 dólares por familia.

Tampoco se produjo entonces otro efecto esperado de los aranceles, es decir, que las empresas estadounidenses que fabricaban en China se volviesen a Estados Unidos: los análisis del sector indican que las que se alejaron de Pekín se establecieron en otros países asiáticos como Vietnam y Malasia.

Los aranceles del 25% que China impuso entonces en represalia afectaron a la agricultura norteamericana: el país oriental es el mayor mercado de Estados Unidos para las exportaciones de maíz, trigo, soja, carne de cerdo y res.

Los nuevos aranceles de Trump saldrán aún más caros. Las tarifas que plantea ahora Trump son generales, con la excepción de los productos energéticos canadienses, a los que se grava con 10%. Pero no se ha elegido gravar un producto concreto del que se podría favorecer una producción local o con la idea de proteger a los consumidores más pobres.

Sin esa política específica, lo inmediato es que el coste impacte en los consumidores. En concreto, según un análisis de Tax Foundation, los aranceles costarán al menos 830 dólares por hogar en 2025, casi el triple de lo que han costado hasta ahora. Además, influirán negativamente sobre el PIB del país (un 0,4% menos).

Para Canadá y México, exportar menos sería un problema. México tiene una gran dependencia comercial de Estados Unidos, que es el destinatario del 83% de todo lo que exporta. En algunos productos específicos, el suministro sube hasta 90%, como el caso del aguacate.

El caso de Canadá es similar. El 77% de las exportaciones del país tienen como destino Estados Unidos y, de hecho, es el principal proveedor energético de los estadounidenses.

Canadá ha anunciado represalias en forma de aranceles a productos que ellos importan desde el país norteamericano (como los licores). Lo mismo intentó Colombia antes de ceder, la pasada semana, a recibir más vuelos de repatriación de migrantes.

Un vistazo a los datos de lo que Canadá o Colombia importan desde allí deja clara la desigualdad, en tamaño de flujo comercial, de esta guerra. En Canadá, el 18% de las importaciones vienen de Estados Unidos (frente al 77% de lo que Washington le compra) y en Colombia, apenas el 0,5%.

Está por ver si esta vez se establecerán excepciones para determinados productos. En la anterior ronda de aranceles se negociaron exenciones para Apple: se acordó que subir los precios del iPhone lo haría menos competitivo frente a otras marcas extranjeras como la surcoreana Samsung.

¿Qué pasa con Europa? Trump ha dejado claro que ningún país estará exento de aranceles y el 18 de febrero pretende hacer otra ronda hacia nuevos países. Ha puesto a la Unión Europea en la diana al destacar el déficit en la balanza comercial, es decir, que Estados Unidos compra más de lo que vende al bloque europeo: si se mide en su conjunto, la Unión Europea es el lugar desde donde Estados Unidos más importa. Según Trump, esto hace que los norteamericanos “pierdan dinero” frente a otros socios (Estados Unidos tiene una balanza comercial negativa global desde los años 70 y no es un problema per se, como han destacado muchos economistas).

Estados Unidos representa alrededor del 13% de lo que la Unión Europea compra desde fuera y es de donde más productos energéticos (gas y petróleo) importa: un 15%.

España no es de los países que más exportan a Estados Unidos, pero hay sectores para los que es un mercado clave. En el caso del aceite de oliva puro, que es el segundo producto que España más vende allí, un arancel puede perjudicar mucho. En 2019, los exportadores españoles hacia Estados Unidos sufrieron una fuerte caída de las ventas, perdiendo competitividad frente a otros países. Según datos de la Cámara de Comercio española, el aceite de oliva perdió un 60% de participación en ese mercado.


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