Pepe Álvarez, el ‘hombre esponja’ que estará cuatro años más al frente de UGT
El sindicato celebra en Barcelona durante los próximos tres días el 44º Congreso Confederal en el que su líder será reelegido para un tercer y último mandato
Pepe Álvarez (Belmonte de Miranda, Asturias, 68 años) renovará su puesto como secretario general de la Unión General de Trabajadores (UGT) en el 44º Congreso Confederal que el sindicato celebra entre este lunes y el miércoles en Barcelona. Sin ningún otro candidato enfrente, Álvarez seguirá como líder del organismo durante los próximos cuatro años, hasta 2028, en el que será su tercer y último mandato, el límite máximo que esta...
Pepe Álvarez (Belmonte de Miranda, Asturias, 68 años) renovará su puesto como secretario general de la Unión General de Trabajadores (UGT) en el 44º Congreso Confederal que el sindicato celebra entre este lunes y el miércoles en Barcelona. Sin ningún otro candidato enfrente, Álvarez seguirá como líder del organismo durante los próximos cuatro años, hasta 2028, en el que será su tercer y último mandato, el límite máximo que establecen los estatutos. El líder ugetista anunció hace dos meses su intención de continuar en un cargo al que llegó en 2016, cuando tomó el relevo de Cándido Méndez.
Al frente de un sindicato con 983.521 afiliados, y de cuyos acuerdos se benefician alrededor de 11 millones de trabajadores, según los datos que recoge su página web, la última gran batalla de Álvarez ha sido la reducción de la jornada laboral, que finalmente resolverán el Gobierno y los dos sindicatos mayoritarios (UGT y CC OO), sin el apoyo de los empresarios.
Si bien el tono duro en las confrontaciones con los empresarios ha sido una constante durante los ocho años de liderazgo de Álvarez, tras la tregua por el coronavirus —una de las etapas más fructíferas del diálogo social—, los enfrentamientos públicos han sido una constante entre ambos organismos representativos, con protestas frente a las sedes patronales por todo el país. Sin embargo, en el plano privado, la relación personal entre el líder de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) y Álvarez es fluida y hasta cierto punto afectuosa.
“Pepe no se arruga jamás ante los poderosos, y se preocupa, y mucho, por todo el que se dirige a él, contándole sus problemas. Por eso le gusta recorrer las empresas visitando nuestras secciones sindicales.”, reconocen desde dentro del sindicato. Ese carácter impetuoso —que empezó a forjar en su Asturias natal, al albur de los osos pardos que habitan las zonas montañosas de una tierra que abandonó a los 22 años— le ha llevado a dirigirse con vehemencia contra aquellos que han cuestionado la labor sindical o las reivindicaciones sociolaborales. Especialmente contra los partidos de ultraderecha como Vox, a cuyos mandatarios ha llegado a calificar de “comemierdas”.
De su pueblo en el Principado se trasladó en su juventud a Barcelona, donde comenzó a ser conocido como Pep. Tras completar tres años en la empresa Maquinista Terrestre y Marítima (actualmente Alstom) se hizo con los mandos del Sindicato del Metal de Barcelona en 1978, y 12 años después, en 1990, se convirtió en secretario general de UGT de Cataluña. Sus años en Barcelona le provocaron una simpatía futbolera inquebrantable por el FC Barcelona.
Sin tensiones internas de considerable calado desde 2022, cuando Pedro Hojas, el entonces secretario general de la poderosa Federación de Industria, Construcción y Agro (Fica UGT) y tres miembros de su ejecutiva dimitieron por diferencias con la dirección del sindicato, Álvarez ha liderado a una formación que se encamina hacia cuatro años más de batalla en las calles y en los juzgados.
Una parte de la estrategia del sindicato en los últimos años para tratar de corregir algunas de las anomalías que han identificado en materia de derecho laboral —y tratar de esquivar así algunos vetos impuestos en el seno del diálogo social— ha pasado por derivar a Estrasburgo, al Comité Europeo de Derechos Sociales del Consejo de Europa, denuncias que buscaban un amparo comunitario que forzase un cambio en las estructuras nacionales. Así ocurrió con la reclamación de una mayor indemnización en los despidos improcedentes —tasada en la actualidad en 33 días—, o con la última demanda, que pretende reforzar el derecho a la vivienda para que los ciudadanos lo puedan exigir ante los tribunales de forma efectiva.
“Es capaz de absorber las cosas jurídicas de tal forma que acaba por explicarlas mejor que aquellos que pueden tener más conocimientos legales que él. De ahí que por esta facilidad le llamemos cariñosamente el hombre esponja”, reconocen en UGT.
Adaptación a los tiempos
Las líneas maestras que definirán la dirección que tomará el sindicato en los próximos cuatro años, y que se pondrán sobre la mesa durante el Congreso, pasarán, según aseguran fuentes internas, por definir nuevas formas de prestar servicios; por cómo abordar la nueva definición del contrato de trabajo (como consecuencia de la globalización) y por establecer la forma de encarar las transiciones verde, demográfica y tecnológica.
“También hablaremos, cómo no, de vivienda, de la necesidad de que se garantice por el conjunto del Estado el ejercicio de este derecho, protegiendo también el de los pequeños tenedores, que muchas veces utilizan su propiedad, y su alquiler, como complemento a su pensión o a sus salarios”, añaden estas mismas fuentes. “Abordaremos la situación de los servicios públicos, la sanidad, la educación y sobre cómo armar un sistema fiscal justo. Los sucesos de la dana nos han recordado la importancia de unos servicios públicos robustos bien financiados”, completan.