La Copa del América, el desquite de la burguesía catalana tras años de parálisis por el ‘procés’

El empuje de las grandes familias empresariales catalanas, que llegaron a poner 25 millones de euros en avales personales para atraer la competición, fue clave para persuadir a las administraciones y a la organización

El director general del Emirates Team New Zealand, Grant Dalton, el expresidente de la Generalitat, Pere Aragonès, y la exalcaldesa de Barcelona, Ada Colau, durante la presentación de la Copa del América en marzo de 2022.Quique García (EFE)

En octubre de 2017, la clase empresarial catalana estaba en el diván. Chocaba con Ada Colau en la alcaldía y estaba a punto de ser enterrada por la ola independentista. Era la primera vez en mucho tiempo que la burguesía catalana era incapaz de marcar la agenda. Mientras algunas familias se alinearon con el procés, otras trataron de impedirlo y hasta se reunieron con el entonces presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, para pedirle seny en vísperas de la declaración unilateral. Sin proyectos, acomplejada por la comparación con la capital, la élite catalana estaba desmotiv...

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En octubre de 2017, la clase empresarial catalana estaba en el diván. Chocaba con Ada Colau en la alcaldía y estaba a punto de ser enterrada por la ola independentista. Era la primera vez en mucho tiempo que la burguesía catalana era incapaz de marcar la agenda. Mientras algunas familias se alinearon con el procés, otras trataron de impedirlo y hasta se reunieron con el entonces presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, para pedirle seny en vísperas de la declaración unilateral. Sin proyectos, acomplejada por la comparación con la capital, la élite catalana estaba desmotivada. No debe extrañar pues que, en noviembre de 2021, cuando los Puig empezaron a hablar discretamente de la Copa del América, hubiese acuerdo en tiempo récord: hacía falta un éxito, y la copa tenía que ser para Barcelona. Reuniones a contrarreloj, alianzas imprevistas y el compromiso personal de las familias con más dinero de Cataluña lo hicieron posible.

No importó entonces que el único recuerdo de la Copa del América en España fuese el despilfarro de las dos ediciones de Valencia. Tampoco que se estuviese llegando tarde a la carrera para presentar la candidatura, ni que faltase aún el apoyo de las administraciones y la adhesión de la ciudadanía. La obsesión del empresariado era “volver a poner a Barcelona en el mapa”, como explican todos los implicados. “El procés y el hecho de que en los últimos años haya habido una serie de ventas de empresas familiares a multinacionales o salidas a Bolsa habían dejado a los empresarios muy despistados, pero con cosas así el empresariado siempre se apunta”, afirma Luis Conde, presidente del Salón Náutico y fundador de la empresa de cazatalentos Seeliger & Conde, y alguien que sabe analizar el ánimo de las élites: cada año organiza un civet en su masía, una comida a la que acuden empresarios y políticos de todo tipo y filiación. El empresario recuerda que Barcelona ya intentó hacerse con esta competición en los años 2000, pero el entonces alcalde Joan Clos se negó por la importante inversión que luego sí que hizo Valencia. “Y ahora teníamos a la alcaldesa más antináutica de todas, pero la convencieron”, señala.

Todo empezó con los Puig, con Marian y Daniel, el primero y el último de los cuatro hermanos de la rama Puig Guasch —a la que pertenece Marc Puig, presidente y consejero delegado de la compañía de perfumería y moda—. Daniel recibió una llamada de Guillermo Altadill, un navegante que conocía a Grant Dalton, el líder del equipo de Nueva Zelanda. Estaba buscando, mediante la consultora Origin, una nueva ubicación en una zona horaria adecuada para atraer audiencia de Estados Unidos y Asia. “La ciudad estaba con unos ánimos muy bajos, por la situación política, la económica y por la covid. La sensación era de baja autoestima. Mi mujer, que es sueca y de cultura luterana, me dijo ‘o haces algo o te dejas de quejar’. Esto fue un detonante para entrar en el proyecto”, recuerda Daniel Puig. El otro, explica, fue emular el rol que tuvo su padre, Mariano Puig, quien puso dinero para la candidatura de los Juegos Olímpicos de 1992. Tras consultarlo con la familia y tras una cena en casa con Altadill y Steward Hosford, de Origin, los Puig se dan cuenta que necesitan una estructura para desplegar el proyecto rápidamente: es principios de noviembre y la fecha límite para montar la candidatura es el 30 de marzo.

Autoridades y organizadores de la Copa del América presentan la edición de Barcelona, en marzo de 2022.Quique García (EFE)

Marian Puig había sido el tercer presidente de Barcelona Global, un lobby empresarial con gran influencia y al que están asociadas las principales empresas de la capital catalana. “Los socios son muy importantes, y uno como la familia Puig aún más. Parecía una locura, porque teníamos el recuerdo de Valencia, pero analizamos Origin y vimos que era una cosa seria”, explica Mateu Hernández, en aquel momento director general de Barcelona Global bajo la presidencia de Aurora Catà. Había que trabajar en tres direcciones: lograr el apoyo de las administraciones, obtener patrocinio privado y negociar la candidatura con Dalton.

Los interlocutores

En la Generalitat el primer interlocutor fue Sergi Sabrià, entonces director de la oficina del presidente Pere Aragonès, quien delegó las negociaciones en Albert Castellanos, secretario de Empresa y Competitividad. “Nos permitiría recuperar la presencia y el prestigio internacional. Era una buena apuesta”, apunta Castellanos. En el Ayuntamiento, la llave de entrada era Albert Dalmau, actual consejero de Presidencia de la Generalitat, quien había trabajado en Barcelona Global con Hernández y quien en aquel momento era gerente de Economía en el Ayuntamiento de Barcelona y mano derecha de Jaume Collboni, entonces primer teniente de alcalde. El impulso definitivo fue cuando el presidente del Puerto de Barcelona, Damià Calvet, y su director general, José Alberto Carbonell, confirmaron que el proyecto cabía en el puerto. Todos estos contactos empezaron a trabajar, y lo pilotó la presidenta de Barcelona Global mediante la agencia de captación de inversiones Barcelona & Partners. Hasta había un grupo de WhatsApp: “los Albertos”, por todos los que se llamaban así.

Entonces tuvo lugar lo que Dalmau recuerda como “una cena de conjura” en la sede de Barcelona Global, donde asistieron los empresarios Gonzalo Rodés, Daniel Puig, Emili Cuatrecasas, Aurora Catà, Pau Guardans y Pau Relat, además de Dalmau y Collboni. “Le pidieron a Collboni que les ayudase. Él dijo que si quería que esto ocurriera, tenían que implicarse todos”, explica Dalmau. Barcelona no tenía todas las cartas a su favor. La candidatura natural, por su mayor dotación económica, era Yeda (Arabia Saudí). También competía Cork (Irlanda), y Málaga, lo que hizo que el Estado no se pudiese posicionar entre dos candidaturas españolas. Mediante llamadas desde Madrid, Dalmau impulsó, junto con el abogado Ignacio Toda, la negociación para que Barcelona aportase la misma cantidad que Málaga, incorporando la Diputación de Barcelona y el Consorcio de Turismo de Barcelona.

Financiación

Traer la Copa del América a Barcelona ha costado 80 millones de euros, pero las administraciones solo estaban dispuestas a poner 45 y, si bien se comprometieron a acelerar inversiones previstas en la zona portuaria, rechazaron hacer inversiones nuevas. Había ya algunos patrocinios, pero faltaban 25 millones, y en quince días las familias y Barcelona Global, entre los que estaban los Puig, los Rodés, los Carulla, los Guardans o los Coello, consiguieron que 25 empresarios pusiesen un millón cada uno como aval personal. “Salimos a vender lo invendible: en el peor de los casos pierdes un millón, en el mejor, no ganas nada. Jugamos el argumento emocional: si crees que Barcelona no está donde tiene que estar, te damos una oportunidad para cambiarlo. Casi todos se sumaron”, explica Daniel Puig, que es presidente de la Fundación Barcelona Capital Náutica. Al final el aval, que no tuvo que ejecutarse, lo pusieron 42 personas. “La realidad que vivía el mundo empresarial era de depresión y enfado. Esta alianza de los privados generó mucho entusiasmo”, explica Hernández.

El presidente de Puig, Marc Puig, junto con los organizadores de la competición femenina de la Copa del América.David Zorrakino / Europa Press (Europa Press)

Faltaba la pieza más difícil: la alcaldesa. A través del teniente de alcaldía Jordi Martí, el proyecto llegó a Colau como algo a lo que era muy difícil decir que no. “Les gustó que hubiese competiciones femenina y juvenil, y que se pudiese ver desde la playa”, explica Catà, que ahora es vicepresidenta de la organización de esta edición de la copa. Explica que la última pantalla fue ir donde se decidía, a Londres, junto con Ángel García, socio de Barcelona Global. “Todos intentaban apretar, hicimos las últimas llamadas al Govern. Los neozelandeses tenían un avión privado por si no había acuerdo, para ir a Málaga. Al final Dalton nos dijo: la copa es vuestra”, relata. “La candidatura de Barcelona era imbatible porque le daba mucho a la copa, en términos de visibilidad. Una vez ya lo tuvimos, empezó el trabajo para integrarla en la ciudad y demostrar que es algo para los ciudadanos”, añade Dalmau.

Imagen de una de las reuniones de empresarios e instituciones para la preparación de la Copa del América, cedida por Barcelona Global.

Precisamente ahora esto es lo que está en duda. Fuentes de los comunes afirman que no se ha respetado lo que se pactó. “La ciudad se está regalando a la copa”, aseguran. La propia Colau afirmó este lunes en TV3 que le da “rabia” ver en qué se ha convertido la competición que ella aceptó con su firma. Pero Colau ya está fuera del Ayuntamiento y los empresarios, haya público o no lo haya, ya han tenido su primer éxito.

Críticas por la transparencia

Bernat Coll

La organización de la Copa del América ha reivindicado este lunes la “transparencia” en las cifras y estimaciones que ha utilizado para prever la audiencia y el impacto económico de la competición, tras las críticas vertidas desde la asociación No a la Copa Amèrica, que acusa al evento de sobredimensionar las previsiones tras una publicación de La Directa. Según esta publicación, la Copa del América multiplicó las cifras de audiencia y de visitantes esperadas para obtener el reconocimiento de Acontecimiento de excepcional interés público, lo que permite gozar de flexibilidades fiscales. No a la Copa Amèrica ha tildado de "fraude" la actual competición deportiva. 

En respuesta a EL PAÍS, America’s Cup Event (ACE), la empresa organizadora de la competición de vela más importante del mundo, “la estimación de visitantes a Barcelona se basó en los visitantes asociados a la Copa del América en Valencia, que era la mejor comparación para pronosticar”, aunque no concreta la fuente de estas cifras. ACE aseguró que la competición barcelonesa aspiraba a atraer a 2,5 millones de personas. “Las cifras de audiencia de televisión y radiodifusión se han comunicado claramente (audiencia total y audiencia específica) de acuerdo con los estándares del sector de la empresa de medición de audiencias más reputada del mundo, Nielsen”. En la página web de la competición se atribuye una audiencia de 941 millones de espectadores en la edición de 2021.

La plataforma No a la Copa Amèrica realizará una manifestación el 13 de octubre, en pleno Match final para conseguir la Jarra de las Cien Guineas.



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