Expertos reclaman que los gobiernos europeos subvencionen la reducción de energía y no su consumo
Europa solo capeará la crisis energética si actúa unida, advierte el laboratorio de ideas Bruegel. Los gobiernos ya han gastado más de 230.000 millones en subsidios que no garantizan la salida de la crisis, según los cálculos de ese instituto
El energético es un problema colectivo de toda Europa. Pero muchos de los Veintisiete, conscientes de que una nueva crisis puede hacer tambalear y hasta caer a sus gobiernos, han tratado de responder a ella con medidas nacionales unilaterales no siempre consensuadas con Bruselas. Un sálvese quien pueda (y como se pueda) que constituye un error grave, asegura un estudio de instituto Bruegel. En vísperas de una reunión crucial sobre energía este viernes en la capital belga, el influyente think tank advierte de que ...
El energético es un problema colectivo de toda Europa. Pero muchos de los Veintisiete, conscientes de que una nueva crisis puede hacer tambalear y hasta caer a sus gobiernos, han tratado de responder a ella con medidas nacionales unilaterales no siempre consensuadas con Bruselas. Un sálvese quien pueda (y como se pueda) que constituye un error grave, asegura un estudio de instituto Bruegel. En vísperas de una reunión crucial sobre energía este viernes en la capital belga, el influyente think tank advierte de que sin una respuesta tan colectiva como lo es el problema, la Unión Europea se arriesga a no lograr superar la crisis en el medio plazo. Lo principal, subraya, es cambiar el paradigma, empezando por dejar de subvencionar el consumo de energía (con escudos tarifarios como en Francia) y, en vez de ello, incentivar la reducción de su uso.
“La respuesta hasta ahora ha estado excesivamente centrada en lo nacional, lo que podría minar los objetivos de calmar los mercados energéticos durante los próximos 18 meses, así como el lograr los ambiciosos objetivos de descarbonización”, advierten los autores de Bruegel en un informe independiente, aunque suele ser muy escuchado por la Comisión Europea. De hecho, algunas de las propuestas suenan mucho a las que baraja el órgano ejecutivo de la UE, como revelan los diversos borradores previos a la reunión extraordinaria de ministros de Energía este viernes en Bruselas, que ha adelantado EL PAÍS en los pasados días.
Subvencionar la energía, estrategia equivocada
Desde que el precio de la energía comenzó a subir, el verano pasado, los gobiernos europeos han ido implementando medidas para proteger parcialmente a los hogares y empresas, como el “escudo tarifario” francés, que bloqueó en 4% la subida de la factura de la electricidad de las familias galas este año. “Francia es uno de los países que más ha protegido a los hogares y pequeñas y medianas empresas de Europa”, defendió este lunes el presidente Emmanuel Macron. En total, calcula el Bruegel, estas medidas ya han costado más de 230.000 millones a los gobiernos de la UE (entre el 0,1 y el 3,6% del PIB de los países). Y la factura de unas políticas que deberían haber sido temporales, pero que amenazan con convertirse en estructurales, seguirá subiendo, alertan.
“Los Gobiernos europeos han tendido a optar por medidas estrechas y no coordinadas que priorizan la seguridad nacional del suministro y asequibilidad sobre una estrategia europea integrada. Subvencionar el consumo de energía en vez de la reducción de la demanda ha sido una estrategia común y equivocada”, zanjan los analistas, que piden alentar la reducción de la demanda energética mediante “campañas, incentivos y regulación”.
Lo que se requiere, insisten, es un plan europeo “integrado y coordinado” para afrontar una crisis que afecta a todos, incluso a los menos dependientes del gas ruso. De ahí que el Bruegel proponga, en una línea similar a la Comisión —que, entre otros, baraja acordar un precio máximo unificado de compra de gas ruso que incluso podría pasar por una entidad europea única de compra, como ya hizo con las vacunas durante la pandemia— pactar un “gran acuerdo de energía” que implique poner en común los recursos energéticos de todos los países de la UE, acelerar de forma colectiva la independencia de Rusia y preparar una “sustancial aceleración” de la transición a una energía verde barata.
“Los países de la UE deberían comprometerse a movilizar el suministro de energía disponible, desalentar activamente la demanda energética, evitar el desvío de flujos de energía transfronterizos y compensar a los consumidores más vulnerables” mediante medidas “armonizadas” entre los Veintisiete, resumen.
Entre las medidas que proponen, y a contracorriente de Macron, que rechazó públicamente también el lunes construir el gasoducto MidCat entre España y Francia, alegando que es “factualmente falso” que resuelva las carencias europeas de gas, los expertos del Bruegel consideran que este plan “amerita una reevaluación” en vista de la coyuntura actual. “Alrededor de una cuarta parte de la capacidad total de GNL en la UE está en la península Ibérica y está efectivamente desconectado del mercado europeo”, recuerdan. “Anteriores planes de construir un gasoducto entre España y Francia fueron desestimados por no resultar rentables, pero en la situación actual, merece la pena volver a evaluarlo”, explican en un capítulo dedicado a cómo garantizar que el gas llega a donde se necesita más. En este sentido, el Bruegel también propone que el gas de Argelia pueda ser enviado, en vez de a España, a Italia (precisamente para evitar el cuello de botella francés). A cambio, indican, se podría “establecer un fondo de la UE para compensar a países por redirigir los flujos hacia aquellos que más lo necesitan; por ejemplo, compensar a España por permitir que el gas argelino sea reconducido a través de Italia hacia mercados de Europa central”.
“Todos los países deben proponer de manera honesta e inmediata su flexibilidad de suministro al mercado europeo de energía”, señalan. Aunque suponga “dolorosos compromisos políticos”, como puede ser en Alemania la prolongación de la vida de las plantas nucleares que tenía previsto cerrar este año.
Porque al final, subrayan, esto es una crisis que va mucho más allá de la cuestión energética. “Desde la invasión de Ucrania, Rusia ha seguido explotando la energía como una herramienta de divide y vencerás que busca debilitar la determinación europea”, recuerdan. Y el invierno podría provocar una “escalada del chantaje energético” del presidente ruso, Vladímir Putin. Ante esto, insisten, “los líderes de la UE deben confirmar su unidad en materia energética y lograr un gran acuerdo para aliviar las presiones de los mercados de energía”.
Pese a los grandes riesgos, concluyen, también la recompensa puede merecer la pena. “Si se gestiona bien, una integración más profunda y una inversión acelerada podría permitirle a Europa derrotar la estrategia de Putin, a la par que impulsa la transición hacia energías más limpias y asequibles”.