Así educa Sevilla a los turistas para promover la convivencia con los vecinos: “No tiendas en los balcones. Usa las azoteas”
Ciudades como Barcelona o Málaga también aplican medidas para mantener el frágil equilibrio entre la llegada de visitantes y el respeto a los residentes
“Por lo menos esta noche solo nos ha molestado el calor, no el ruido de los pisos turísticos”. Manuela Gámez, una vecina de la calle Céspedes, en el sevillano barrio de Santa Cruz, le cuenta a la dependienta de un supermercado de la zona que lleva varios días sin pegar ojo. No porque las altas temperaturas no la dejen dormir, sino porque los inquilinos de uno de los apartamentos turísticos de su bloque llegaban muy tarde por la noche y luego se ponían a hablar muy fuerte hasta altas horas de la madrugada. “Aquí todos abrimos los balcones y las ventanas para que corra el aire, no para que corra...
“Por lo menos esta noche solo nos ha molestado el calor, no el ruido de los pisos turísticos”. Manuela Gámez, una vecina de la calle Céspedes, en el sevillano barrio de Santa Cruz, le cuenta a la dependienta de un supermercado de la zona que lleva varios días sin pegar ojo. No porque las altas temperaturas no la dejen dormir, sino porque los inquilinos de uno de los apartamentos turísticos de su bloque llegaban muy tarde por la noche y luego se ponían a hablar muy fuerte hasta altas horas de la madrugada. “Aquí todos abrimos los balcones y las ventanas para que corra el aire, no para que corran los gritos, pero será que ellos creen que alrededor solo viven turistas, no residentes”, comenta.
Ruidos a deshora, fiestas intempestivas, bolsas de basura tiradas en cualquier parte, y también las filas interminables de visitantes siguiendo las explicaciones que lanzan con altavoz los guías, o dejando mal aparcadas las bicis o los patinetes en los que se mueven por la ciudad. Son solo algunas de las quejas que se han vuelto constantes en los barrios del casco antiguo de la capital andaluza que, como la mayoría de las ciudades turísticas de España y de Europa, lucha por atraer visitantes intentando no espantar a sus propios vecinos. En ese empeño, el Ayuntamiento de Sevilla ha lanzado la campaña LoveSevillaBack, con la que pretende concienciar a los turistas explicándoles las normas básicas para promover la convivencia con los residentes.
Las recomendaciones vienen incluidas en un paquete que los propietarios de las viviendas y los pisos turísticos repartirán entre sus inquilinos. Son normas muy básicas y sencillas: “Usa la mejor secadora. No tiendas tu ropa en los balcones, queda horrible. Nosotros normalmente la secamos en la azotea. Si no tienes, pídele a tu casero que te dé un tendedero portátil”; o “Mantén en la intimidad tus partes íntimas. No viertas a la acera nada que no verterías en el suelo de tu casa. Si necesitas ir al baño, usa un baño o de lo contrario serás multado”.
La medida ha sido muy bien recibida por los vecinos, los propietarios de apartamentos turísticos y por los guías que han participado en el diseño de la campaña trasladando sus quejas y propuestas. “Se trata de un decálogo de buenas prácticas para mejorar la convivencia y que el barrio sea más sostenible, porque en muchas ocasiones los turistas no incumplen por mala educación, sino por desconocimiento”, cuenta María José del Rey, presidenta de la Asociación de Vecinos del Barrio de Santa Cruz.
Aunque el Ayuntamiento va a hacer un seguimiento a través de los servicios municipales y la Policía Local, todos los implicados son partidarios de soslayar la vía expeditiva y evitar sancionar de manera inmediata, “al menos mientras se está empezando a implantar la iniciativa”, subraya Gustavo Medina, presidente de la Asociación de Empresas Turísticas de Sevilla, que, de momento, se desmarca de medidas menos tolerantes con el turista grosero como las que ha puesto en marcha en Málaga la Asociación de Profesionales de Viviendas y Apartamentos Turísticos de Andalucía (AVVAPro).
Mientras el Ayuntamiento malagueño y los hosteleros buscan soluciones para atender, entre otras, a las demandas de la Asociación de Vecinos Centro Antiguo para hacer efectivo su derecho al descanso, AVVAPro ha empezado a instalar medidores de ruido y el servicio de un conserje nocturno en los alojamientos turísticos. Según el presidente de la entidad, Carlos Pérez-Lanzac, el objetivo es “acabar con cualquier problema de convivencia que pudieran generar los huéspedes” a los propios vecinos.
El sistema compara los patrones de ruido de una vivienda y detecta los sonidos que pueden molestar. En caso de que ocurran, salta un aviso tanto al propietario de la vivienda como al inquilino. Y, si el ruido no cesa, un conserje se acerca hasta el piso turístico antes de, en caso necesario, avisar a la policía. Eso sí, de momento apenas un millar de los casi 8.000 alojamientos de este tipo que existen en la capital malagueña disponen de este sistema. Mientras se prueban soluciones, las redes sociales de la asociación malagueña de vecinos suponen un paseo por el museo de los horrores entre despedidas de soltero, enormes terrazas y gritos a cualquier hora de la madrugada.
Si hay una ciudad curtida en luchar porque los turistas no se apoderen de algunos barrios —sobre todo los del centro― es Barcelona. Su Ayuntamiento ha probado desde informadores pidiendo silencio en las zonas donde se concentra el ocio, hasta la presencia policial, que no siempre funciona. Al final, el equipo que dirige Ada Colau ha optado por intentar modificar las conductas de los visitantes mediante la sanción y la regulación, y está trabajando en un decreto para el distrito de Ciutat Vella que limita a 15 el número de personas que integren los grupos guiados, prohíbe que los guías lleven altavoces y establece sentidos de circulación para regular los flujos de turistas por las calles.
Las dos primeras medidas ya son imperativas para los guías turísticos de Sevilla integrados en la Mesa de guías de la localidad, que están obligados a transmitir sus comentarios a través de circuitos de audio y no por altavoces ni otro tipo de megafonía, y no pueden dirigir a grupos de más de 30 personas. “Son normas de obligado cumplimiento para nosotros, que hemos transmitido a todas las agencias de viaje y turoperadores nacionales y extranjeros. El problema son los guías que están al margen del circuito oficial”, señala Cristina González, una de las portavoces de la Mesa.
LoveSevillaBack forma parte de una de las tres líneas de actuación del Ayuntamiento de Sevilla para ordenar y racionalizar la proliferación sin medida del turismo y limitar el crecimiento descontrolado de las viviendas turísticas —en la capital andaluza hay 225 apartamentos turísticos con capacidad para 7.140 personas y 7.297 viviendas con fin turístico que pueden albergar 35.633 visitantes―, evitando así la expulsión de los barrios del centro de los vecinos. “Buscamos atajar las malas conductas para no fomentar la antipatía de los sevillanos hacia el turista”, puntualiza su alcalde, Antonio Muñoz.
Para poner coto a la proliferación de pisos turísticos, el Consistorio ha modificado su Plan de Ordenación Urbana con el objetivo de homologar este tipo de viviendas con el resto de los establecimientos hoteleros, convirtiéndose en la primera ciudad andaluza que cierra este proceso y completa la regulación. Málaga parece dispuesta a explorar caminos similares y trabaja en una ordenanza que regulará la oferta de las viviendas vacacionales. “Hay muchas viviendas turísticas, no queremos crecer más”, zanjó hace unas semanas su alcalde, Francisco de la Torre.
Abrir el debate de la fiscalidad turística
Pero es en el último pilar en el que Sevilla quiere dar la batalla. Su alcalde ha abierto el debate de la imposición de una tasa turística para los visitantes, siguiendo la estela de Cataluña y Baleares, las únicas comunidades autónomas que han aprobado este impuesto. “Ahora es el momento de la fiscalidad turística”, defiende Muñoz, quien espera que el nuevo consejero de Turismo de la Junta sea receptivo y regule a favor de la medida impositiva. “No significa que deba ser obligatoria para todas las ciudades, quien quiera que la establezca y quien no, que no lo haga”, indica el regidor hispalense, consciente de que esa iniciativa es mirada con recelo por los empresarios de la Costa del Sol, que temen que los turoperadores se lancen a otros países.
“Sería una forma de que el ciudadano compruebe que no son solo los hoteleros, las agencias de viajes o los guías quienes se benefician del turismo, porque el dinero recaudado se podría destinar a rehabilitar zonas de su barrio o a incrementar los servicios públicos”, apunta Muñoz. Los empresarios sevillanos del sector, como apunta Medina, se muestran favorables, pero esperan una mayor concreción y transparencia sobre quién recaudaría esa tasa y a dónde se destinaría. Muñoz está dispuesto a liderar esta batalla y se lo ha comunicado a la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, que también podría facilitarla mediante una modificación de la Ley de Haciendas Locales. “Los alcaldes de Granada, de Málaga y de Valencia” están de acuerdo.
Mientras la fiscalidad llega, toca el turno de educar a los turistas para que sean estos los que se adapten a las costumbres de las ciudades que visitan. En Sevilla se ha optado por la vía amable indicándoles dónde tender, hacer sus necesidades, fumar o aparcar; en Málaga con medidores de ruido y una suerte de modernos serenos. En Barcelona, lo han intentado todo. Y siguen…