Bruselas rebaja en 1,6 puntos la previsión de crecimiento de España hasta el 4% en 2022
La guerra ensombrece las proyecciones económicas de la Comisión Europea, que reduce la actividad de la eurozona al 2,7% este año, 1,3 puntos menos que el pronóstico anterior
Escapar de la crisis económica provocada por el coronavirus empieza a parecerse a una carrera de obstáculos crecientes. La zona euro crecerá un 2,7% del PIB este año, España lo hará un 4%, según las previsiones de primavera de la Comisión Europea. Bastante menos que en los vaticinios divulgados en invierno, en ambos casos más de un punto porcentual (la corrección de España asciende a 1,6 puntos; 1,3 puntos para la eurozona). La causa primera tiene fe...
Escapar de la crisis económica provocada por el coronavirus empieza a parecerse a una carrera de obstáculos crecientes. La zona euro crecerá un 2,7% del PIB este año, España lo hará un 4%, según las previsiones de primavera de la Comisión Europea. Bastante menos que en los vaticinios divulgados en invierno, en ambos casos más de un punto porcentual (la corrección de España asciende a 1,6 puntos; 1,3 puntos para la eurozona). La causa primera tiene fecha: el 24 de febrero de este año Rusia invadió Ucrania y, al drama humano de toda guerra, añadió un nuevo obstáculo a la recuperación.
“Soy consciente de que la proyección de crecimiento puede parecer benigna por el shock generado por la guerra. Sin embargo, dos puntos de ese crecimiento proceden excepcionalmente del fuerte rebote del año pasado”, ha asumido el comisario de Economía, Paolo Gentiloni, al presentar el informe de las previsiones de primavera elaborado por su departamento. “La guerra ha exacerbado claramente los vientos en contra que antes se esperaba que se desvanecieran gradualmente. Entre ellos se encuentran los precios de las materias primas”, ha explicado sobre unos cálculos plagados de revisiones a la baja comparados con la edición anterior, la de invierno. Los países que más lo sufren son los que más dependen de la energía rusa. Anticipan los técnicos de Bruselas que Alemania crecerá un 1,6% en 2022, dos puntos menos de lo que esperaban hace tres meses; Italia lo hará un 2,4%, una corrección a la baja ligeramente menor. También a España se le aplica una rectificación importante, 1,6 puntos, hasta ese 4% que empeora en medio punto el pronóstico del Ministerio de Economía. En cambio, Portugal mejora su pronóstico, hasta el 5,8%, el único Estado miembro junto con Holanda.
También para 2023 se esperan crecimientos menores a los apuntados hace apenas tres meses. Para España un 3,4%, un punto menos que en invierno, y para la zona euro, 2,4%, tres décimas menos.
Para hacerse una idea de cómo la guerra golpea a la economía europea, Gentiloni ha mostrado un esquema durante la presentación. En él, se resumían los efectos negativos del escenario bélico sobre los precios de las materias primas, sobre el comercio internacional, las cadenas de suministro en la producción, los mercados financieros y, finalmente, dispara la incertidumbre. Todo eso constituye un cóctel que acaba frenando la economía.
Pero la contienda de Putin es el problema añadido de este trimestre. En el anterior fue ómicron, la variante del coronavirus que surgió en noviembre de 2021 y provocó nuevas restricciones a la actividad con su consiguiente impacto económico. Aquello ya se tradujo en unas previsiones menos optimistas en invierno. Las divulgadas este lunes son todavía algo más pesimistas, si bien la economía sigue creciendo con cierta energía: un aumento del 4% en España se sitúa aún en los niveles propios de la burbuja inmobiliaria de comienzos de este siglo.
Ómicron puede parecer algo del pasado reciente en Europa, pero no lo es en China y eso golpea a la economía. Los confinamientos del gigante asiático, más la guerra, agravan un problema que persiste desde que se puso en marcha la recuperación: los problemas de suministro en las cadenas de producción. “Van a persistir a lo largo de 2022″, han vaticinado los economistas de ING.
Además de esa vigorosa inercia que la actividad arrastra del año pasado, en 2022 y 2023 la economía se beneficiará del consumo interno, algo que estará alentado por un buen comportamiento del empleo y por una rebaja del ahorro acumulado durante la pandemia. Aunque ese consumo será menor de lo esperado meses antes, una circunstancia provocada por “los altos niveles de inflación, la incertidumbre y los problemas en las cadenas de suministro”, ha apuntado Gentiloni.
Sostiene ahora la Comisión Europea que el índice de precios al consumo de la zona euro se situará en el 6,3% y en España en la misma cifra. Este dato anticiparía una bajada de la inflación en la segunda mitad de 2022, como pronosticó hace unos días la vicepresidenta primera y ministra de Economía, Nadia Calviño, en EL PAÍS. Pero hace meses la caída del IPC prevista en el segundo semestre era mayor.
Desde luego, es evidente que la marcha de los precios ha sorprendido al Ejecutivo comunitario –y a casi todo el mundo– en los últimos meses y, para eso, solo hay que ver los dos pronósticos sobre el IPC de la zona euro lanzados en otoño y en invierno: en noviembre se vaticinó una inflación para 2022 del 2,2% y en febrero, del 3,5%. Este lunes, el pronóstico para este año es del 6,1%. Energía, guerra, interrupciones en las cadenas de suministro figuran entre las causas de la escalada. “El aumento de los costes de los insumos, especialmente de la energía y los fertilizantes, ya había empezado a presionar los precios de los alimentos a finales del año pasado. En la producción y la exportación de cereales, semillas oleaginosas y otros productos de cereales, de los que Ucrania y Rusia son exportadores, la guerra ha intensificado las presiones”, explican los economistas de la Comisión.
Rodeado de una inflación creciente y una recuperación menguante, más la incertidumbre propia de la guerra y los latigazos del virus en Asia, el Ejecutivo comunitario se enfrenta en las próximas semanas –o días– a la decisión de qué hacer con las reglas fiscales del pacto de estabilidad. Las suspendió en 2020 para que los gobiernos pudieran tirar del gasto público ante el desmoronamiento económico que provocó la pandemia. Y así han seguido, a través de la llamada cláusula de escape, hasta 2022. A comienzos de año parecía que se había decidido volver a la normalidad, pero con los primeros compases de la invasión las cosas parecieron cambiar.
Aunque, como apunta el propio informe comunitario, todos los pronósticos hay que tomarlos con mucha cautela: “La naturaleza y la magnitud sin precedentes de las perturbaciones provocadas por la guerra hacen que las proyecciones de referencia presentadas en esta previsión estén sujetas a incertidumbre considerable”.