Enganchados al móvil: así es la vida de los camioneros ‘uberizados’
Los transportistas en paro piden al Gobierno que frene la especulación con los portes en las plataformas online
Unos despiertan y miran WhatsApp. José Rey abre WTransnet. Su vida depende de esa aplicación que es como la bolsa de valores para los camioneros. En la pantalla de su móvil, las cargas disponibles en Europa se actualizan al minuto junto al origen, destino y precio. Este lunes al mediodía había 59.567 ofertas disponibles. Trabajo sobra. El problema es que la inmensa mayoría está muy mal pagado. Cuando no está de ruta, Rey se pasa “todo el santo día” al teléfono, buscando una carga decente en esa aplicación: “A lo mejor puedo hacer 50 o 60 llamadas”.
La idea del camionero como un trabajad...
Unos despiertan y miran WhatsApp. José Rey abre WTransnet. Su vida depende de esa aplicación que es como la bolsa de valores para los camioneros. En la pantalla de su móvil, las cargas disponibles en Europa se actualizan al minuto junto al origen, destino y precio. Este lunes al mediodía había 59.567 ofertas disponibles. Trabajo sobra. El problema es que la inmensa mayoría está muy mal pagado. Cuando no está de ruta, Rey se pasa “todo el santo día” al teléfono, buscando una carga decente en esa aplicación: “A lo mejor puedo hacer 50 o 60 llamadas”.
La idea del camionero como un trabajador asalariado de una fábrica quedó desplazada hace tiempo por la del autónomo que debe buscarse la vida. Algunos siguen teniendo clientes fijos; muchos otros trabajan como nómadas, con un rumbo y calendario que depende de las mejores ofertas en su teléfono. Estas nuevas plataformas han agilizado el tráfico de mercancías, pero los camioneros las culpan de haber facilitado el trabajo de brokers o especuladores que se lucran comprando y revendiendo las ofertas. En este libre mercado, los precios se han abaratado. Como el sector de los camioneros está hiperatomizado, siempre hay alguien necesitado que acepta cargas que apenas llegan a cubrir el coste.
“Es muy fácil abusar de quien pasa hambre”, lamenta el coruñés José Rey, un camionero de 47 años que trabaja de forma autónoma con su camión Ford F Max, por el que pagó 104.000 euros. Está secundando el paro de transportistas que este martes cumplió 15 días. Las subvenciones al gasóleo no han convencido a muchos camioneros que se quejan de males mucho más profundos, como el de los intermediarios.
La ministra de Transportes, Raquel Sánchez, prometió el viernes que antes del 31 de julio presentará un proyecto de ley que incluirá medidas para “asegurar una utilización justa de la subcontratación”. Esa promesa satisfizo a las asociaciones patronales que negocian con el Gobierno en el órgano de interlocución oficial, el Comité Nacional de Transporte por Carretera, pero no ha sido suficiente para que la asociación Plataforma Defensa Sector Transporte desconvocase los paros.
Esta locura ha sido llevada en EEUU a la pantalla de televisión: Shipping Wars (Guerras de Transportistas). Esta serie de tipo reality, emitida entre 2012 y 2015, mostraba cómo se produce una subasta a la baja en la aplicación uShip, una de las más usadas. “Cada vez que gano una subasta es como si me toca el gordo”, dice alegre un camionero estadounidense tras haberse ofrecido a trabajar por menos que nadie.
Carrera contra el reloj
Como este lunes había aún escasez de camioneros, los precios eran más altos que de costumbre. El camionero Rey abre WTransnet para mostrar cómo funciona y en cuestión de una hora recibe casi 20 llamadas de ofertantes desesperados. Él los ignora a todos por respeto. El martes pasado vio en WTransnet una carga por 2.200 euros entre Madrid y A Coruña, un viaje que incluía la escolta por una compañía de seguridad privada para disuadir a los piquetes. El kilómetro de ese viaje se pagaba a 3,7 euros, mientras que en condiciones normales es común ver ofertas por 0,7 euros/km que apenas cubren el coste del gasóleo. Se hubiera hecho de oro.
Los transportistas autónomos pagan por tener acceso a WTransnet. Rey lo ve como la cuota que podría dedicar a Netflix o Movistar. “En lugar de pagar por ver partidos de fútbol, yo dedico 842 euros al año a esto”. Lo que encuentran en la aplicación es parecido a un zoco. Usualmente, las fábricas o tiendas que necesitan mover mercancía recurren a los grandes transportistas para hacerles pedidos de decenas o centenares de camiones. Estas empresas no transportan esa carga por sí solos porque no tienen suficientes camiones. Por eso, aprovechan para revender esos portes en esta u otras aplicaciones, una actividad de intermediación que puede ser mucho más lucrativa que su negocio principal de transporte. El camionero autónomo que contrata esa carga al hacer clic en la pantalla no sabe por cuántas manos ha pasado esa oferta ni cuánto paga la empresa propietaria de los productos. Es decir, desconocen a cuánto asciende la suma de la que se beneficiarían en un mercado sin mediadores.
A veces, se enteran por accidente de esa cuantía. Rey se indignó cuando un día vio que en la orden de carga habían puesto por error la cifra que pagó en origen la empresa cargadora, que necesitaba mover dos enormes máquinas de pulido de granito. “Viajé de Barcelona a A Coruña por 1.100 euros, pero aparecía el precio original de 1.500 euros. Alguien se había quedado con 400 euros”, cuenta Rey.
Otra app popular es Amazon Relay, la que usan los transportistas del gigante de las ventas online. Florin Bosnea, un joven madrileño de 29 años, muestra en su teléfono su perfil en esa plataforma. Tiene una nota de A+, la más alta, gracias a su puntualidad. “Cuando aceptas un envío, el tiempo empieza la carrera contra el reloj”, cuenta él. “Si te retrasas pierdes puntos”.
Los camioneros que usan apps de carga son como marineros que buscan el mejor viento que los lleve a su destino. A veces, en la ruta de regreso a su ciudad de origen hacen escalas en el camino. Es lo que conocen como triangulación. Los jueves son días de sequía, dice Rey. Los especuladores saben que muchos camioneros quieren regresar a casa para pasar el fin de semana con la familia. Por eso, esperan al viernes para colgar las ofertas a precios por los suelos. Rey cuenta que él prefiere volver vacío a su casa en A Coruña: “Yo soy una rara avis porque tengo pagado el camión y me lo puedo permitir”. Las rechaza porque no tolera los abusos y cree que deberían organizarse para impedirlos. “El problema es que es imposible poner de acuerdo a miles y miles de autónomos. Lo que a mí no me sirve, sí le vale al de al lado”.
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