Un canadiense adquiere por 107.000 euros el primer SMS de la historia
El comprador se hizo con una réplica digital del “Merry Christmas” que transmitió un programador de Vodafone en 1992. Los mensajes de texto han sido devorados por WhatsApp
El primer mensaje de texto (SMS) de la historia, transmitido el 3 de diciembre de 1992 por la operadora de telefonía Vodafone, fue vendido en una subasta en París en forma de código digital por 107.000 euros (unos 120.000 dólares), según indicó la casa de ventas Aguttes. La curiosa pieza, presentada en una tableta, fue adquirida por un canadiense que trabaja en el sector de las nuevas tecnologías y cuya identidad no fue precisada.
El comprador posee así una réplica digital y el único protocolo de comu...
El primer mensaje de texto (SMS) de la historia, transmitido el 3 de diciembre de 1992 por la operadora de telefonía Vodafone, fue vendido en una subasta en París en forma de código digital por 107.000 euros (unos 120.000 dólares), según indicó la casa de ventas Aguttes. La curiosa pieza, presentada en una tableta, fue adquirida por un canadiense que trabaja en el sector de las nuevas tecnologías y cuya identidad no fue precisada.
El comprador posee así una réplica digital y el único protocolo de comunicación original que transmitió ese mensaje de texto telefónico (SMS). Transmitido por Vodafone el 3 de diciembre de 1992, el SMS consta de 12 caracteres y decía simplemente “Merry Christmas” (Feliz Navidad, en inglés). El programador de la operadora Neil Papworth envió el mensaje a un colega, Richard Jarvis, quien lo recibió mientras estaba en la fiesta de Navidad de la empresa en su teléfono Orbitel 901.
Aunque el primer SMS se transmitió en 1992, el precursor fue el ingeniero finés Matti Makkonen quien, en 1984, en un almuerzo informal, tuvo la idea de crear un sistema de mensajería para redes móviles. En aquellos años, diferentes países europeos trabajaban en la creación del sistema global para las comunicaciones móviles (GSM), un estándar para que las tecnologías móviles funcionaran por igual en todo el continente. Al grupo de trabajo le gustó la idea de Makkonen, así que el alemán Friedhelm Hillebrand definió el protocolo inicial y estableció que los escritos serían de 160 caracteres. A su forma de ver, suficientes para mandar comunicaciones eficientes y adaptadas tanto al tamaño de las pantallas como a la capacidad de las redes del momento.
Al principio, los SMS estaban pensados para que las operadoras mandaran información de servicio a sus clientes. Es decir, no era posible la comunicación entre los usuarios. Este tipo de mensajes se llamaron mobile terminated-short message (MT-SM). Fue la empresa Nokia la que desarrolló el sistema tal y como se conoce ahora, con los mobile originated-short message (MO-SM) que facilitan que cualquier usuario envíe un SMS a otro, según relata el blog de la operadora Orange.
No fue hasta 1999 cuando las operadoras lanzaron comercialmente el servicio de SMS como una fuente alternativa de ingresos, además del negocio principal de las llamadas permitiendo que se intercambiaran SMS entre usuarios de diferentes compañías.
Un triste declive
Por motivos técnicos al principio y para aumentar los ingresos luego, las operadoras limitaron a 150 caracteres el tamaño de los SMS, mucho antes de que Twitter hiciera famosos sus 140 caracteres por tuit. Los usuarios comenzaron a percibir las ventajas de este nuevo sistema, que evitaba las llamadas, mucho más caras, aunque los SMS costaban en España 25 céntimos.
Para ahorrar caracteres, se inventó un nuevo lenguaje lleno de abreviaturas, siglas y acrónimos que hicieron suyo los jóvenes, pero que despertó las iras de los profesores de lengua y de la propia Real Academia. En 2007, el SMS llego a su apogeo. Se mandaban 15 millones de SMS cada minuto en todo el mundo, y era, con diferencia, el servicio más rentable para las operadoras, ya que su coste era cercano a cero al ocupar apenas ancho de banda.
Pero la aparición de los smartphones (teléfonos inteligentes) en 2007, con el primer iPhone a la cabeza, que permitían la conexión a Internet gracias a las nuevas redes 3G, comenzó a marcar el declive de los SMS. Aparecieron las apps de mensajería como WhatsApp, cuya principal ventaja frente a los SMS era su gratuidad. La proliferación de aplicaciones de mensajería instantánea eclipsó a los SMS como método de comunicación interpersonal y fue su puntilla definitiva. Tanto es así que dejaron de cobrarse y comenzaron a incluirse de forma gratuita en todos los planes de tarifas de las operadoras. Ha habido varios intentos de resucitar los SMS, pero han resultado infructuosos.
Según la CNMC, WhatsApp es ahora la principal vía de comunicación de los españoles: el 64% envía mensajes varias veces al día a través de esta app. En cambio, apenas un 2% reconoce enviar SMS. De hecho, más del 60% de los españoles nunca utiliza este servicio.
No obstante, las empresas y las administraciones públicas siguen prefiriendo los SMS a los WhatsApp por su mayor grado de seguridad y fiabilidad. Los bancos han generalizado su uso para confirmar pagos online y los poderes públicos los usan para todas las notificaciones a los ciudadanos, desde el aviso de una multa a la cita para la vacuna de la covid-19.