La patronal bancaria avisa de que hay margen para más despidos
Apunta que en Europa hay menos oficinas que en España mientras los expertos creen que el sector debe elevar su rentabilidad
La patronal bancaria, la Asociación Española de Banca (AEB), avisó ayer de que aún hay margen para más ajustes de oficinas y plantillas. La banca española está inmersa en un proceso de búsqueda de rentabilidad mediante la reducción de empleados hasta superar la cifra de los 15.000 despidos este año. La AEB recuerda que España sigue siendo de los países con más sucursale...
La patronal bancaria, la Asociación Española de Banca (AEB), avisó ayer de que aún hay margen para más ajustes de oficinas y plantillas. La banca española está inmersa en un proceso de búsqueda de rentabilidad mediante la reducción de empleados hasta superar la cifra de los 15.000 despidos este año. La AEB recuerda que España sigue siendo de los países con más sucursales por habitante. Los expertos creen que la banca vive “un tsunami perfecto” por la caída de tipos y la digitalización que le lleva a buscar una reestructuración.
El sector está haciendo frente a un cambio tecnológico, con un menor uso del efectivo y cada vez más canales electrónicos, por lo que los bancos, no solo en España, afrontan un proceso de racionalización de sus estructuras, explicó el presidente de la AEB, José María Roldán. Desde 2015, en Alemania han cerrado 9.000 oficinas bancarias y en Italia 6.000, por encima en ambos casos de las 5.000 que se han clausurado en España, que sigue siendo de los que más sucursales por habitantes tiene, “el doble o incluso más”, aseguró, según Efe.
En su opinión, los bancos están adaptándose a los cambios en la demanda de los clientes y es una adaptación “lógica” en un entorno de presión sobre la rentabilidad, lo que es compatible con pensar en mantener u ofrecer determinados servicios contra la exclusión financiera.
Las sucursales desaparecen igual que las cabinas telefónicas
Roldán trató de explicar la transformación del sector y el cierre de oficinas con la evolución en el mundo de las telecomunicaciones, que hizo que desaparecieran de las calles miles de cabinas telefónicas ante la generalización de los móviles.
La inversión de los bancos en tecnología ha hecho cada vez más accesibles para los clientes los servicios financieros y los medios de pago, despejando la actividad tradicional de las oficinas bancarias y acelerando los cierres. Además, la clausura de sucursales, aún mayor en caso de que se produzcan fusiones y solapamiento de la red, suele ir acompañada de recortes de la plantilla, pero Roldán destaca que llegan de forma pactada y confía en que siga siendo así, pues muestra su aprecio por la paz social.
Roldán, que anunció que no se presentará a la reelección tras dos mandatos de cuatro años, destacó el positivo papel del sector en la crisis, pese a los problemas reputacionales que pudiera ocasionarle los despidos.
Los expertos consultados coinciden en parte con el diagnóstico de la patronal. Joaquín Maudos, catedrático de Análisis Económico de la Universidad de Valencia, recuerda que la banca está en “un contexto de mucha dificultad para la viabilidad del negocio” por la presión del coste de una estricta regulación (que se refleja sobre todo en el capital), de la competencia (bancaria y no bancaria de las fintech, las grandes tecnológicas y la banca en la sombra), los bajos tipos de interés (en 2020 el margen de intereses marcó un mínimo en España) y las provisiones contra la morosidad por la crisis de la covid-19, “que se han triplicado en 2020, hasta 18.000 millones de euros”.
“Fusión por necesidad”
Gonzalo Sánchez, analista de la firma Gaesco, cree que la banca está viviendo “un cambio de modelo en donde lo que busca es la rentabilidad perdida. “Las fusiones las realiza por necesidad, no por gusto”, añade.
En su opinión, la banca puede estar un cierto tiempo con una rentabilidad más baja que el coste de capital, “como ya ha ocurrido, pero no es sostenible que siga así muchos años porque, a la larga, no tiene sentido mantener negocios no rentables”. “Lo normal es que cierren”, añaden en Gaesco.
En el mismo sentido se manifiesta Maudos. La combinación de los factores citados que amenazan al negocio bancario “son un tsunami perfecto cuyas consecuencias están ahí: una rentabilidad en 2020 sobre el capital en el negocio en España negativa del -1,5% y un empeoramiento de su eficiencia por el recorte del margen, que cae más que los gastos de explotación”.
Maudos coincide con la AEB en que la banca española sigue teniendo un exceso de capacidad, ya que es la segunda de la Unión Europea con más oficinas en relación con la población, solo por detrás de Francia. “Ese dato, unido a la baja rentabilidad, obliga a ajustar red y empleo”.
Este experto considera que el caso de CaixaBank es un ejemplo más de que una fusión “tiene un coste social desde el punto de vista del empleo, pero no hay más remedio que asumirlo. “La banca es un sector en reestructuración, sometido a muchas presiones que cuestionan su viabilidad, y sobrevivir exige recortar costes y no olvidemos que el principal coste es el gasto de personal”, añade Maudos, que admite que los 8.300 despidos en CaixaBank es una cifra impactante. “Pero estamos hablando del banco más grande por su negocio en España”.
El analista de Gaesco también apunta que lo que hace el sector es adaptarse “a la nueva tarta del crédito, que es cada vez más pequeña, lo que obliga a que haya menos jugadores que puedan vivir de este negocio”.
El BBVA ve “necesario” reducir plantilla
El BBVA celebró ayer su junta de accionistas telemática en Bilbao, días después de abrir la negociación para realizar un ERE que podría afectar a 3.000 personas. El presidente, Carlos Torres, justificó la medida como algo “necesario” para garantizar la viabilidad futura de la entidad. Torres aseguró que se buscará el mejor acuerdo, pero los sindicatos mostraron sus reticencias. Casi una decena de ellos tomaron la palabra para exigir que las salidas sean “no traumáticas” y criticaron que el banco se escude en el avance de la digitalización.
Por otra parte, los accionistas aprobaron el reparto de un dividendo —si el BCE lo permite— del 35% del beneficio de la primera mitad del año, la posible recompra de hasta el 10% de las acciones del banco y el pago de un bonus para la alta dirección.