Opinión

Un antes y un despúes

No será extraño ver cómo los intentos de compra y adquisición de determinadas farmacéuticas serán considerados como un posible riesgo para la seguridad nacional

La pandemia acelerará la telemedicina a nivel clínico.Getty Images

La crisis ocasionada por el coronavirus probablemente supondrá un antes y un después en el ámbito médico y la industria farmacéutica. La pandemia ha revelado déficits importantes en multitud de países desarrollados, tanto en la detección y coordinación de la respuesta, como en su posterior manejo hospitalario. La escasez de equipos de ventilación mecánica, material de protección personal o de medicamentos desarrollados en nuestro entorno han puesto de relieve la fragilidad de nuestro siste...

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La crisis ocasionada por el coronavirus probablemente supondrá un antes y un después en el ámbito médico y la industria farmacéutica. La pandemia ha revelado déficits importantes en multitud de países desarrollados, tanto en la detección y coordinación de la respuesta, como en su posterior manejo hospitalario. La escasez de equipos de ventilación mecánica, material de protección personal o de medicamentos desarrollados en nuestro entorno han puesto de relieve la fragilidad de nuestro sistema. Esto demuestra la importancia estratégica que debería tener un sector que, por otro lado, se ha volcado en el desarrollo de vacunas y medicamentos a una velocidad sin precedentes. En un tiempo récord, la industria farmacéutica ha sido capaz de tener seis candidatos a la vacuna a las puertas de su aprobación.

A mi juicio, la pandemia transformará el sector en tres aspectos fundamentales. En primer lugar, se fomentará la adopción y creación de tecnologías disruptivas. Ejemplo de ello es la acelerada instauración de la telemedicina a nivel clínico, o el gran número de empresas apostando por un enfoque diferente al convencional en el desarrollo de la vacuna. En este sentido creo que tendrán especial protagonismo medicamentos basados en la administración de código genético, la conocida como terapia génica. Esta tecnología cuenta ya con varios fármacos aprobados, y es en la que se basan las vacunas de Moderna, Pfizer o Astrazeneca.

Un segundo aspecto es el regulatorio. A nivel más técnico, la pandemia ha motivado la adopción de ensayos clínicos con marcos flexibles que posibilitan modificar el diseño del estudio clínico durante su ejecución. Esto es muy importante porque permite acortar los tiempos de ejecución y, así, reducir costes, mejorando su eficiencia sin impactar en los estándares de calidad al que debe ser sometido todo ensayo clínico. A nivel más macro, no será extraño ver cómo los intentos de compra y adquisición de determinadas farmacéuticas serán considerados como un posible riesgo para la seguridad nacional, y veamos un mayor escrutinio de movimientos de fusión por los entes reguladores.

El tercer aspecto es el impacto en la sociedad. La sociedad ha renovado, de facto, el contrato social con el sector, bendiciendo la creación de ambiciosos marcos de colaboración y financiación público-privados con ánimo de acelerar la comercialización de medicamentos bajo estudio. La industria, por su parte, se ha comprometido a no lucrarse con la pandemia e, incluso, ha llegado a donar parte del suministro de algunos medicamentos. El mundo, por fin, ha puesto el foco en la industria biotecnológica y, habiendo comprendido la revolución que está aconteciendo en el sector y su importancia para un desarrollo global más sostenible, está atrayendo ingentes cantidades de capital y, sobre todo, talento.

Armando Cuesta es gestor del fondo Abente Biotech Fund y médico

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