El discurso del presidente y los 800.000 empleos
La coincidencia en la promesa de crear los mismos puestos de trabajo se observa como una operación para ligar el nombre de Pedro Sánchez con el de Felipe González
No tuvo buena suerte con la tecnología Pedro Sánchez a la hora de presentar el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR) el miércoles. Un problema técnico, según fuentes consultadas, provocó que empresarios, agentes sociales, embajadores y demás invitados tuvieran que quedarse 45 minutos mirando su pantalla esperando su discurso con un mosqueo monumental. Probablemente, se habría mitigado si el propio presidente hubiera pedido disculpas y dado explicaciones, pero no lo hizo. En todo caso, en La Moncloa restan importancia a este incidente y se vuelcan en preponderar un pl...
No tuvo buena suerte con la tecnología Pedro Sánchez a la hora de presentar el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR) el miércoles. Un problema técnico, según fuentes consultadas, provocó que empresarios, agentes sociales, embajadores y demás invitados tuvieran que quedarse 45 minutos mirando su pantalla esperando su discurso con un mosqueo monumental. Probablemente, se habría mitigado si el propio presidente hubiera pedido disculpas y dado explicaciones, pero no lo hizo. En todo caso, en La Moncloa restan importancia a este incidente y se vuelcan en preponderar un plan “ambicioso” que aventuran va a solucionar los problemas de la economía española y movilizar 500.000 millones en inversiones públicas y privadas y crear 800.000 empleos.
Muchos, al oír esa cifra en la boca del presidente, pensaron en la promesa que hizo Felipe González en la campaña electoral de 1982. Más de un observador apunta que responde a una operación de marketing ideada seguramente por Iván Redondo para ligar el nombre de Sánchez con el de González (800.000, ni más ni menos), pero al tiempo no dejan de subrayar que este tipo de promesas se pueden convertir en un lastre si no consigue llevarlas a cabo, como le ocurrió entonces a aquel, que acarreó el compromiso incumplido durante casi sus 13 años en La Moncloa. No obstante, Sánchez y su Gabinete confían en que la apuesta por la transición ecológica y la transformación digital (se llevan el 70%, casi a partes iguales, de los 72.000 millones de transferencias recibidas de Bruselas) y la movilización de inversión privada que esperan permitirán cumplir con creces los objetivos.
Para gestionar todo el proceso Sánchez ha elegido a Manuel de la Rocha Vázquez, director del departamento de Asuntos Económicos del Gabinete de la Presidencia del Gobierno, que tomará el mando de la unidad de seguimiento que se creará a tal efecto. Su nombramiento se ha producido tras un intenso debate entre La Moncloa y la Vicepresidencia Tercera por quedarse con esa responsabilidad, independientemente de quién fuera su ocupante. Pero ha tenido mucho peso que el presidente quisiera tener a esa persona muy pegado a él.
La unidad dará apoyo técnico a la comisión interministerial que presidirá el propio Sánchez y estará formada por los departamentos económicos y sociales. Asimismo, se encargará de enviar a Bruselas los informes sobre el cumplimiento de los objetivos del plan, además de sugerir replanteamientos. De la Rocha ya está ya familiarizado con el plan, en cuya elaboración ha participado como coordinador de un grupo de trabajo del que formaban parte las vicepresidentas tercera y cuarta, Nadia Calviño y Teresa Ribera, y la titular de Hacienda, María Jesús Montero. Este grupo ha trabajado en paralelo con el liderado por la vicepresidenta primera, Carmen Calvo, para preparar la gobernanza.
En la operativa contará con la Conferencia Sectorial de Fondos Europeos, que se reactiva para mantener los contactos con las Comunidades Autónomas (aunque el presidente no lo señaló, los fondos se van a distribuir geográficamente) y se añadirá como tema específico en la Conferencia de Presidentes. Un hito importante serán los Foros de Alto Nivel para el contacto con empresas en ciencia e innovación, energía, agua, movilidad, reto demográfico, cultura y deporte…
Se trata de informar a los colectivos de los planes, recoger su opinión y movilizar inversiones. Y una de las tareas inmediatas se centrará en la colaboración público-privada. El presidente quiere una gobernanza plural y contar con el sector privado, pero cabe preguntarse hasta dónde va a llegar. Según fuentes empresariales, los datos facilitados no permiten saberlo. Falta la letra pequeña, pero sospechan que la participación se va a limitar a unos foros poco operativos, salvo que permitan el acceso directo con la parte técnica de La Moncloa y los ministerios.
Las empresas se han mostrado dispuestas a arrimar el hombro; pero, al tiempo, exigen que se aprovechen los fondos para realizar las reformas estructurales que vienen pidiendo a este Ejecutivo (y al anterior) sin éxito. Y señalan que poco se habló de, mercado laboral, de las pensiones, de la reforma fiscal... En todo caso, lo señalado por Sánchez no hace sino reforzar el plan de las empresas y entidades financieras para presentar proyectos concretos y movilizarse cuanto antes como actores relevantes y útiles, y en el caso de los bancos, en la financiación. Las grandes líneas ya se conocen, ahora se esperan más detalles esta semana y, sobre todo, los instrumentos para ejecutar rápido y de forma eficiente.