Goirigolzarri, el veterano ante el proyecto de su vida
El banquero vasco asume la presidencia de CaixaBank tras 43 años de trabajo en el sector
Pocos ejecutivos llevan 43 años trabajando en la banca, menos han vivido 31 fusiones y ninguno de ellos ha asumido un reto colosal como hizo José Ignacio Goirigolzarri (Bilbao, 66 años) después de recibir una indemnización millonaria tras su abrupta salida del BBVA. Con 52,49 millones de euros en su mochila aceptó el que parecía su gran desafío: la presidencia de Bankia en plena crisis financiera de 2012.
Sin embargo, aún tiene por delante una titánica tarea: ...
Pocos ejecutivos llevan 43 años trabajando en la banca, menos han vivido 31 fusiones y ninguno de ellos ha asumido un reto colosal como hizo José Ignacio Goirigolzarri (Bilbao, 66 años) después de recibir una indemnización millonaria tras su abrupta salida del BBVA. Con 52,49 millones de euros en su mochila aceptó el que parecía su gran desafío: la presidencia de Bankia en plena crisis financiera de 2012.
Sin embargo, aún tiene por delante una titánica tarea: la presidencia de la nueva CaixaBank, el banco más grande en España superando al Santander del que recibió una oferta que rechazó. En todos estos años en el sector lo ha sido casi todo y ha visto de todo, con una trayectoria que le sitúa entre los banqueros más prestigiosos del mercado.
Comenzó en banca en 1977, en el área de estrategia del Bilbao. Pronto pasó al área comercial donde fue subiendo escalones; con la creación del BBVA fue responsable comercial en España y dio el salto a América Latina como jefe de todas las filiales. Allí vivió crisis de gran calibre, sobre todo en México, el tequilazo, y en Argentina, el corralito.
A su vuelta, en diciembre de 2001, fue designado consejero delegado del banco, puesto en el que permaneció hasta octubre de 2009. Su marcha se produjo tras un enfrentamiento radical con el entonces presidente, Francisco González, que cambió los estatutos para prolongar su mandato cuando el segundo estaba convencido de que había llegado su hora para ocupar el cargo.
Tras reorganizar su vida con una fundación que promovía el talento, en mayo de 2012 aceptó la presidencia de Bankia. Para muchos fue una sorpresa ya que no entendían por qué un ejecutivo con la situación económica resuelta para varias generaciones decidía asumir un camino espinoso como el reflotamiento de Bankia. Su respuesta siempre ha sido que ante una crisis que se podía llevar al sistema financiero, él tenía una responsabilidad frente al Estado para intentar frenar esa caída. Bien es cierto que puso duras condiciones: tener el mando absoluto y que se inyectaran 19.000 millones en Bankia.
Absolutamente comprometido
Sin embargo, ese proyecto, con el que siempre ha dicho que estaba “absolutamente comprometido”, ha llegado a la estación término de manera abrupta. La venta de Bankia a CaixaBank ha sido decepcionante para algunos que mantenían la ilusión de que el banco verde cuajara en el ranking financiero español. Pero el convencimiento de que la covid-19 ha hecho muy difícil la supervivencia de Bankia en solitario le ha llevado a aceptar la venta a CaixaBank.
Ahora llega el proyecto con el que Goiri, como se le conoce, culminará su carrera: presidir el banco más grande en España, que ya tiene un valor bursátil superior al BBVA. Otra vez mucha gente se preguntará por qué sigue en la brecha y no se dedica a disfrutar de la vida, y esa ambición profesional puede explicarlo.
No es fácil el reto que tiene por delante, ya que la situación económica es muy mala, la rentabilidad del grupo está hundida y no es el primer ejecutivo de la entidad. Además, pilota un consejo de administración con mayoría de asientos propuestos por la entidad catalana, aunque responden a la categoría de “independientes”. En el sector se recuerda que ha entrado en el “mundo Caixa” que ha estado hasta ahora bajo la batuta de una personalidad tan fuerte como la de Isidro Fainé, presidente de la Fundación La Caixa y accionista mayoritario del nuevo banco.
Los que conocen aseguran que este fiel seguidor del Athletic de Bilbao utilizará sus grandes armas: personalidad, cualificación profesional, capacidad de convicción, buenas relaciones con los diferentes poderes y su cercanía para llegar a las personas. Remará en contra de la corriente, pero este ejecutivo terco está convencido de que puede hacer algo importante y completar lo que no pudo en el BBVA.