Europa no puede permitirse malgastar sus recursos
El Parlamento debería confiar el control constante del gasto al Tribunal de Cuentas Europeo y a la Oficina Europea de Lucha contra el Fraude
A finales de julio, el Consejo Europeo creó el fondo de recuperación de la UE, un nuevo e importante instrumento que podría aumentar considerablemente su estabilidad y su unión monetaria, y con el cual el bloque, por primera vez, pedirá prestadas y concederá grandes sumas como subvenciones. Pero el acuerdo del Consejo carece de una estrategia clara para garantizar que el dinero fomente un crecimiento inclusivo y sostenible e impida la corrupción. Hay que resolver esta laguna porque, si se desaprovechase, el fondo quedaría deslegitimado. Las actuales negociaciones entre el Parlamento Europeo, l...
Regístrate gratis para seguir leyendo
Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
A finales de julio, el Consejo Europeo creó el fondo de recuperación de la UE, un nuevo e importante instrumento que podría aumentar considerablemente su estabilidad y su unión monetaria, y con el cual el bloque, por primera vez, pedirá prestadas y concederá grandes sumas como subvenciones. Pero el acuerdo del Consejo carece de una estrategia clara para garantizar que el dinero fomente un crecimiento inclusivo y sostenible e impida la corrupción. Hay que resolver esta laguna porque, si se desaprovechase, el fondo quedaría deslegitimado. Las actuales negociaciones entre el Parlamento Europeo, la Comisión y el Consejo (el triálogo) constituyen una oportunidad para mejorar y deberían centrarse en tres puntos esenciales.
En primer lugar, se debe enunciar de una manera más clara el objetivo de impulsar el potencial de crecimiento sostenible. Que la prioridad actual se centre en los pagos rápidos da a entender que los legisladores siguen confiando en que los fondos puedan desempeñar un papel contracíclico, pero no funcionará. El Consejo quiere asignar el 70% del instrumento principal, el Fondo de Recuperación y Resiliencia, en 2021-2022, pero solo está previsto realizar una cuarta parte de los pagos en estos dos años. Todos los países de la UE pueden acudir a los mercados para endeudarse, y lo que puede y debería usarse para ayudar a las economías que sufren los efectos inmediatos de la pandemia son los presupuestos nacionales. Por otro lado, los fondos de la UE deberían formar parte de una estrategia a medio plazo centrada en el gasto cualitativo. Esto proporcionará algo de protección frente al daño permanente al potencial de crecimiento europeo que la covid seguramente dejará. Por consiguiente, los fondos deberían destinarse a unos objetivos de crecimiento a medio plazo y no a una política fiscal contracíclica.
El segundo punto es cómo conseguir un gasto cualitativo que fomente un crecimiento sostenible. Las conclusiones del Consejo Europeo de julio contienen algunas afirmaciones imprecisas sobre la vinculación de los fondos de la UE al Semestre Europeo, el procedimiento anual de la UE para llevar a los Estados miembros a un crecimiento inclusivo y sostenible y a la transformación digital. Pero el Semestre Europeo ha resultado ser un procedimiento burocrático bastante ineficaz que los países de la UE olvidan con frecuencia.
Es fácil ver que este procedimiento burocrático dará lugar a un enfoque de abajo hacia arriba impulsado por los intereses particulares de los países de la UE, en el que los planes de gasto se clasifican como “verdes, sociales y digitales”, tal y como exige la Comisión Europea, se envían a Bruselas y generan unos pagos importantes con pocos beneficios. Aunque el diseño del Fondo de Recuperación deja el control a los Gobiernos nacionales, sigue siendo crucial establecer unas condiciones claras si se quieren lograr los objetivos del crecimiento sostenible. Un reciente estudio propone que se utilicen los fondos para realizar reformas estructurales importantes, como por ejemplo las del sistema educativo, la eficiencia de la administración pública y los objetivos climáticos. La nueva financiación de la UE brinda una oportunidad única para proporcionar la “zanahoria” que incite verdaderas reformas estructurales.
El gasto cualitativo exige una buena gobernanza. Por tanto, el tercer punto es la supervisión, de modo que el gasto alcance sus objetivos y evite la corrupción. Por desgracia, la financiación de la UE tiene una trayectoria desigual en esto último. Por otro lado, los trabajos académicos han confirmado que las enormes sumas destinadas a la política agraria común no alcanzan los objetivos ecológicos europeos a pesar de que se afirme lo contrario. La actual gestión de los fondos de la UE puede considerarse inadecuada para lograr los objetivos políticos establecidos.
El Parlamento Europeo insiste con razón en que debe tenerse en cuenta su opinión. Es necesario un mejor procedimiento de “bloqueo” para paralizar los pagos en caso de que el dinero no permita lograr las ambiciones políticas. El procedimiento propuesto actualmente prevé que la Comisión solicite la opinión del Comité Económico y Financiero, un grupo formado por altos cargos de los Ministerios de Economía, sobre si se han alcanzado o no los objetivos políticos de los fondos. El comité tendrá dificultades para lograr un consenso, pero si un país o más de uno no están de acuerdo, el asunto se remitirá al Consejo Europeo. Sin embargo, el que unos secretarios de Estado departan sobre un informe de la Comisión no aporta la rendición de cuentas que exige el programa de préstamos más importante de la UE. Ni siquiera los miembros del Consejo Europeo cuestionarán a sus compañeros a menos que existan incumplimientos flagrantes.
En lugar de un debate intergubernamental, lo que se necesita para impedir la corrupción y alcanzar los objetivos políticos de conseguir un crecimiento verde e inclusivo es una verdadera rendición de cuentas política. Esta debería garantizar que se tienen en cuenta los intereses de la UE en su conjunto. Por tanto, el Parlamento Europeo debería insistir en recibir informes frecuentes y detallados de la Comisión y celebrar audiencias con el comisario correspondiente para facilitar la transparencia y la rendición de cuentas pública. Es más, el Parlamento debería confiar el control constante del gasto al Tribunal de Cuentas Europeo y a la Oficina Europea de Lucha contra el Fraude. Los negociadores deben esforzarse en diseñar un mecanismo de gestión sólido. Europa no puede permitirse malgastar sus recursos.