La recaudación del impuesto de sociedades en España se queda muy lejos de la media de la OCDE
Los ingresos por este gravamen suponen el 2,3% del PIB, frente al 3% promedio del club de las economías avanzadas
España es uno de los países que menos recauda por el impuesto de sociedades. Comparado con la media del resto de economías avanzadas, ingresa menos por este concepto tanto sobre el total de la recaudación como en porcentaje del PIB: un 6,8% y un 2,3% en 2017, respectivamente, frente al promedio del 9,3% y 3% de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que este miércoles publica un nuevo informe sobre esta figura tributaria. Un tejido productivo fragme...
España es uno de los países que menos recauda por el impuesto de sociedades. Comparado con la media del resto de economías avanzadas, ingresa menos por este concepto tanto sobre el total de la recaudación como en porcentaje del PIB: un 6,8% y un 2,3% en 2017, respectivamente, frente al promedio del 9,3% y 3% de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que este miércoles publica un nuevo informe sobre esta figura tributaria. Un tejido productivo fragmentado, donde escasean las grandes compañías con gran músculo financiero y abundan las pymes, y el impulso hacia la internacionalización empresarial de los últimos años explican en buena parte este resultado.
Así lo confirman también los últimos datos disponibles de la Agencia Tributaria. El impuesto de sociedades, un tributo muy sensible al ciclo económico, recauda hoy en España la mitad que antes de la crisis financiera, pese a la recuperación sostenida en los últimos años hasta la llegada de la pandemia. El año pasado, este gravamen aportó a las arcas públicas tan solo 23.733 millones, un 4,4% menos que en 2018 y muy lejos del máximo alcanzado justo un año antes del estallido de la Gran Recesión, cuando brindó 44.823 millones al fisco, equivalentes al 4,7% del PIB.
Esta tendencia a la baja no es, sin embargo, exclusiva de España. En general, el impuesto de sociedades pesa hoy menos en el total de la recaudación y del PIB que antes de la Gran Recesión, cuando tocó su punto más alto también en el conjunto de los países de la OCDE. Los ingresos que aportaba suponían en 2007, en promedio, un 3,6% del PIB total del club.
Existe, sin embargo, mucha diferencia entre países. El organismo con sede en París explica que no influye solo el tipo de tejido productivo y el tamaño de las bases imponibles, sino la estructura del sistema fiscal ―en España, donde la presión fiscal total es más baja que en países como Alemania o Italia, el IRPF es el tributo más potente―, la presencia de regímenes preferenciales, la generosidad de deducciones y bonificaciones y el tipo nominal aplicado, que también ha experimentado en los años una evolución a la baja.
Entre 2000 y 2020, el tipo medio legal en los países analizados en el informe de la OCDE ha caído 7,4 puntos porcentuales, del 28% al 20,6%, con las economías avanzadas a la cabeza del descenso ―nueve puntos porcentuales en las últimas dos décadas, hasta el 23,2%―. Eliminando las jurisdicciones con tipo cero, el descenso ha sido desde el 30,8% en el año 2000 al 23,1% en 2020. Esta carrera a la baja también se puede leer de otra forma: hace dos décadas, el 62% de las jurisdicciones analizadas tenía un tipo igual o mayor al 30%, hoy en día son un 19%. En España, el tipo general es actualmente del 25% ―del 30% para bancos y petroleras―, frente al 35% del año 2000.
Desvío de beneficios
El informe analiza por primera vez el peso de las multinacionales extranjeras en 26 jurisdicciones a través del country by country report, que se basa en el intercambio de datos tributarios entre países. Los resultados reflejan que su participación en los ingresos totales por el impuesto de sociedades varía mucho en función del país ―entre el 3% de Eslovenia y el 65% de Irlanda― y que existe “un desequilibrio entre el lugar donde se reportan las ganancias y el lugar donde está radicada la actividad”.
Los datos de la OCDE, que lleva años estudiando cómo reducir la erosión de las bases imponibles y el desvío de beneficios (BEPS, por sus siglas en inglés), muestran un profundo desfase en la distribución de empleados, activos tangibles e ingresos de las multinacionales. Por ejemplo, las jurisdicciones de ingresos altos y medios tienen una mayor proporción de trabajadores (respectivamente, el 32% y 37% del total) y activos tangibles (35% y 23% del total) que ganancias (28% y 19%). Por otro lado, en los llamados hubs de inversión ―jurisdicciones con una posición total de inversión extranjera directa superior al 150% del PIB, que incluye países considerados paraísos fiscales, pero también socios comunitarios como Luxemburgo o Países Bajos― las grandes corporaciones en promedio reportan ingresos elevados (25% del total) en comparación con el número de los empleados (4%) y los activos tangibles (11%).
Lo mismo ocurre si se analizan los ingresos por empleado: son más altos cuando el tipo nominal del impuesto de sociedades es igual a cero y en los hubs de inversión. En este último caso, los ingresos medios por empleado alcanzan los 1,1 millones de dólares, mientras que en las jurisdicciones de ingresos alto, medio y bajo se sitúan en 390.000 dólares, 180.000 dólares y 150.000 dólares, respectivamente.
Según un estudio de las Universidades de Berkeley y Copenhague, en torno al 40% de los beneficios globales de las multinacionales (unos 700.000 millones de dólares en 2017) se trasladan cada año a paraísos fiscales. El resultado: un agujero de más de 177.000 millones de euros en la recaudación del impuesto de sociedades. En España, en concreto, este desvío supone 3.700 millones de euros menos de ingresos al año para el fisco.