Almunia recomienda que los futuros rescates eviten los “considerables costes sociales” de Grecia

El ex vicepresidente de la Comisión recomienda programas de asistencia más largos centrados en el crecimiento económico

El ex vicepresidente de la Comisión Europea, Joaquín Almunia, en el Congreso de los Diputados.Chema Moya (EFE)

Casi dos años después de que Grecia quedara liberada del rescate, toca mirar atrás para ver los errores. Bruselas era consciente de que los hubo. Antes de terminar su mandato al frente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker se decidió por fin a pedir disculpas a los griegos por haber pecado de “austeridad irreflexiva”. El ex vicepresidente del Ejecutivo comunitario Joaquín Almunia ha puesto negro sobre blanco los errores y aciertos del programa de rescate. ...

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Casi dos años después de que Grecia quedara liberada del rescate, toca mirar atrás para ver los errores. Bruselas era consciente de que los hubo. Antes de terminar su mandato al frente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker se decidió por fin a pedir disculpas a los griegos por haber pecado de “austeridad irreflexiva”. El ex vicepresidente del Ejecutivo comunitario Joaquín Almunia ha puesto negro sobre blanco los errores y aciertos del programa de rescate. Ese plan cumplió uno de sus objetivos clave: mantener a Grecia dentro del euro. Sin embargo, las políticas contra el paro de larga duración o juvenil o para frenar la fuga de cerebros “no fueron efectivas” o bien estuvieron directamente “ausentes”. El precio fue, en definitiva, unos “considerables costes financieros y sociales”: Por ello, pide que en un futuro se diseñen programas más largos que prioricen el crecimiento.

Almunia fue designado por el fondo de rescate (Mede) el año pasado como encargado de la evaluación independiente del programa de asistencia financiera a Grecia tras ser propuesto por el presidente del Eurogrupo, Mário Centeno, y el director gerente del Mede, Klaus Regling. El exvicepresidente de la Comisión entregará este jueves a los ministros de Finanzas de la zona euro su informe, que recoge una batería de conclusiones y recomendaciones sobre cómo se desplegaron los planes para salvar a Grecia.

El informe expone cómo el éxito de los programas de Grecia era “fundamental” para restablecer la confianza en la moneda única. “La crisis griega demostró que los desequilibrios de cualquier miembro de la unión monetaria pueden ser de relevancia sistémica cuando otros miembros también han acumulado vulnerabilidades que los exponen a los shocks”, señala el documento. Los países de la zona euro vieron cómo se producía un contagio de Grecia a otras economías periféricas y se percataron de las lagunas en la arquitectura institucional del euro. “La asistencia, sin embargo, permitió a Grecia permanecer como miembro de la zona euro, un objetivo político clave”, añade.

Durante los ocho años del rescate, la asistencia oficial europea a Grecia alcanzó los 256.000 millones de euros, el 113% del PIB griego. A cambio, el país tuvo que emplearse en ajustes y reformas, convirtiendo esa crisis en un complejo rompecabezas político, social, institucional y económico de dimensiones domésticas e internacionales. El informe de Almunia indica que si bien le programa logró el objetivo principal, muchos otros se quedaron el camino: las reformas fueron incompletas, la posición de los bancos se mantuvo débil y no se terminó de modernizar la administración.

Consecuencias “involuntarias”

Uno de los problemas que halla el informe es, precisamente, la duración de los programas. “Demasiado cortos”, defiende el ex vicepresidente. “No era realista resolver todos los retos que afrontaba Grecia en un espacio de tiempo de tres a cuatro años. Algunos actores lo reconocieron y lo señalaron desde el principio, pero un programa más largo no era considerado factible políticamente en ese momento, lo cual contribuyó a la inestabilidad recurrente en el sistema político griego e incrementó los costes sociales”, afirma.

A partir de esas conclusiones, Almunia formula varias recomendaciones. El ex vicepresidente señala que los programas de rescate deben contener objetivos claros a largo plazo poniendo el crecimiento en el centro del plan. Los rescates, además, deben ser flexibles para poder lidiar con consecuencias “involuntarias” de los programas. “Errores en el diseño o la implementación de los programas puede resultar en periodos de ajustes más largos, necesidades de financiación más elevadas y costes sociales más altos. Los ajustes fiscales pueden poner en peligro las redes de seguridad social”, advierte.

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