Salida desigual de la crisis
No se puede repetir el error de la anterior crisis, que aumentó las diferencias entre los Estados en la Unión
La respuesta de Europa a la crisis económica derivada por la epidemia de covid-19 está siendo mucho más decidida que la de 2008-2011. Sin embargo, las medidas adoptadas hasta ahora resultan insuficientes ante la mayor profundidad de la debacle económica especialmente para los países más golpeados, como Italia y España. La situación se salva por ahora por la rápida intervención del Banco Central Europeo que compra toda la deuda que sea necesaria de los países más castigados. Así ha evitado que se dispare el coste de la financiación de la deuda de los más apurados. La política monetaria funciona...
La respuesta de Europa a la crisis económica derivada por la epidemia de covid-19 está siendo mucho más decidida que la de 2008-2011. Sin embargo, las medidas adoptadas hasta ahora resultan insuficientes ante la mayor profundidad de la debacle económica especialmente para los países más golpeados, como Italia y España. La situación se salva por ahora por la rápida intervención del Banco Central Europeo que compra toda la deuda que sea necesaria de los países más castigados. Así ha evitado que se dispare el coste de la financiación de la deuda de los más apurados. La política monetaria funciona.
No obstante, Europa sigue caminando a pata coja, como ya denunciara Jacques Delors en la creación del euro, debido a la falta de una política fiscal común. La carencia ya se puso de manifiesto en la pasada crisis hace una década y no se ha reparado.
Esta debilidad se ha vuelto a poner de manifiesto en la crisis actual. Las ayudas públicas a empresas son, sobre todo, de carácter nacional. Los Estados mejor equipados están implementando paquetes de estímulos fiscales muy superiores a los de menores recursos. Alemania ha dedicado el 9% de su PIB en ayudas directas, frente al 1,4% de Italia y el 1,2% de España, según Mapfre Economics. Si comparamos el gasto público y los recortes fiscales, las diferencias también son notables. España e Italia, destinarán el 1,6% y el 1,4% del PIB, respectivamente, a restablecer sus economías, frente al 4,4% de Alemania, según Funcas.
La respuesta “se está volviendo desigual debido a la suspensión parcial de las normas sobre ayuda estatal y a las diferencias de los países en la capacidad fiscal para apoyar sus economías”, ha señalado un grupo de economistas entre los que figuran Agnès Bénassy-Quéré, Ramón Marimón, Philippe Martin y Jean Pisani-Ferry. Estos expertos apremian a una mayor participación de la Unión Europea porque las intervenciones nacionales “corren el riesgo de ir en contra de los objetivos de competencia y del mercado único”.
Los ejemplos ya se están produciendo. Francia y Holanda destinarán hasta 11.000 millones de euros a rescatar Air France- KLM. La canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Emmanuel Macron, han prometido ayudas ilimitadas para salvar sus empresas. Italia y España no pueden hacer lo mismo.
No se puede repetir el error de la anterior crisis, que aumentó las diferencias entre los Estados en la Unión. Lo que peligra es el mercado interior. Resulta evidente que las empresas alemanas podrán competir con muchas más ventajas que las españolas e italianas. Esto puede agravar la desindustrialización del sur.
Los líderes europeos han logrado acuerdos genéricos sobre un Fondo de Recuperación. Igualaría a los países en la respuesta. Pero faltan las cifras. La tensión entre los exportadores del norte y los endeudados del sur dura demasiado. Los exportadores también necesitan compradores. Ambos se necesitan. Hay esperanzas. Pero el retraso es fatal para los más frágiles. Un acuerdo insuficiente y tardío sería muy peligroso.