El consejero delegado, al volante de la ambulancia
El presidente de la Cámara de Comercio de Oviedo y primer ejecutivo de Transinsa está al frente de un vehículo sanitario desde el inicio de la crisis
Carlos Paniceres (50 años, Priandi, Asturias) es el presidente de la Cámara de Comercio de Oviedo. También es el consejero delegado de Transinsa, empresa que aglutina a la mayor parte de las compañías que se dedican al transporte sanitario en Asturias. Está formada por 450 personas. Cuenta con 230 ambulancias. Hace tres semanas, cuando la región confirmó el primer positivo por Coronavirus, Paniceres comenzó a trabajar directamente en la gestión de la crisis.
Desde hace nueve días, al igual que sus cuatro compañeros del consejo de administración de la compañía, conduce una ambulancia y v...
Carlos Paniceres (50 años, Priandi, Asturias) es el presidente de la Cámara de Comercio de Oviedo. También es el consejero delegado de Transinsa, empresa que aglutina a la mayor parte de las compañías que se dedican al transporte sanitario en Asturias. Está formada por 450 personas. Cuenta con 230 ambulancias. Hace tres semanas, cuando la región confirmó el primer positivo por Coronavirus, Paniceres comenzó a trabajar directamente en la gestión de la crisis.
Desde hace nueve días, al igual que sus cuatro compañeros del consejo de administración de la compañía, conduce una ambulancia y vive “con el uniforme de faena”. Es decir, pantalón azul marino con franjas naranjas, polo y sudadera que combinan el naranja y amarillo, con bandas grises a la altura del pecho. Mascarilla blanca. Guantes azules.
Al cierre de este artículo, Asturias rozaba las 600 infecciones, de los que 12 han fallecido. “La cosa se ha ido complicando y va a más. Hemos entrado en una zona de guerra y nosotros teníamos que dar ejemplo, y el mejor ejemplo es hacer lo mismo que hacen los trabajadores. La parte emocional juega un papel muy importante en esta crisis”, explica a través del teléfono.
Sus jornadas se extienden desde las 7 de la mañana hasta las 11 de la noche e incluyen todo tipo de servicios. Desde acompañar al jefe del Samur a efectuar una recogida de muestras en una zona “complicada” a realizar un traslado de Gijón a Oviedo de un caso positivo. Entre medias, gestionar el centro coordinador o ayudar a instalar los hospitales de campaña. “Estar donde se nos necesite”, resume. “Estamos en el frente, en la trinchera, y no queda otra que arrimar el hombro para lo que sea”.
La relación de Paniceres con los traslados sanitarios viene de lejos. Su padre era taxista en su área natal. Las jornadas incluían muchas veces trasladar heridos en accidentes de tráfico. Con el pañuelo blanco asomando por la ventanilla. El 6 de diciembre de 1978 -el mismo día en que se votaba la Constitución Española- adquirió una ambulancia en Játiva, a donde se había desplazado para ejercer de presidente de una mesa. Era una Seat 131 ranchera. Matrícula 0-3707-P. “Somos una familia de tirar palante. Mi madre condujo muchos años el vehículo. Si ya era raro ver una ambulancia en la zona, imagínate una ambulancia conducida por una mujer”, rememora.
Cuatro décadas después, se ha encontrado con una situación que nunca hubiera imaginado. “Hace años hicimos el cambio de hospital. Trasladamos a 1.000 personas en cuatro días. Siempre pensábamos que jamás nos enfrentaríamos a nada tan complicado como aquello. Y mira… Lo peor es que no existe un manual, hay que inventarlo cada día. El reto que viene en los próximos días es el del movimiento de los pacientes en centros geriátricos… Cada día es un reto, no sabes a lo que te vas a enfrentar, las necesidades, los casos… Tenemos que ser muy flexibles”.
Cuando habla de las personas con las que está trabajando, le cambia la voz. Se desprende una sensación de gratitud y camaradería que rozan la emoción. “Estoy muy orgulloso de la responsabilidad y de la profesionalidad que está demostrando mi gente. El miedo forma parte de la condición humana y ahí están, dando cada día un paso al frente. También el personal médico, y las empresas que nos envían comida, justo ahora me acaban de llamar para hacernos llegar tres palés de agua mineral… Creo que en estas situaciones sale lo mejor de la gente. También lo peor, pero no es momento de hablar de eso”.
Las ambulancias de Transinsa trasladan a diario a 80 pacientes de Covid-19. “Hemos creado una unidad especial para el Coronavirus. Pero no podemos olvidarnos de que sigue habiendo otras enfermedades que necesitan tratamiento, que las urgencias continúan…”, explica Paniceres. La empresa necesita tener a todos sus trabajadores operativos y, hasta el momento –“toco madera”- no han tenido ningún caso. “Desde que tuvimos conocimiento de la pandemia, insistimos mucho en la formación para la desinfección, higiene y cuidado de las personas y los vehículos. Hicimos incluso un curso en forma de juego a través del IEDUCAE (Instituto de formación de las emergencias)”.
En cada ambulancia viajan dos personas. Son técnicos en emergencias sanitarias. Cuando recogen a un paciente, intentan transmitirle “ánimo y sosiego”. Después, de nuevo al volante, hay tiempo para pensar. Paniceres se acuerda de sus padres, que están dentro del grupo de riesgo y aislados en Priandi, una localidad de apenas 200 habitantes; de sus dos hijas, que estudian Medicina y Enfermería… ¿Tiene miedo? “El miedo siempre es complejo. Pero lo peor es la incertidumbre. Cada día te enfrentas a un reto y no sabes cuál será, pero es que ya no sabes ni en qué día vives ¿Qué más da? Si todos los días son iguales… Lo único que nos queda es tener altura de miras y pelear”.