Tribuna

Buen año, muchas dudas

Aunque la economía está en franco ascenso, los riesgos de desestabilización son múltiples

El año 2017 empezó con mucha incertidumbre para la economía global. El presidente Trump acababa de ser elegido, las economías emergentes se encontraban en una situación poco boyante, y Europa se enfrentaba a un ciclo electoral difícil con el recuerdo del referéndum del Brexit aún reciente. Y no es que los amantes de la cuenta de Twitter de Trump hayan quedado decepcionados, pero sí es cierto que sus planes de medidas más proteccionistas a nivel global o...

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El año 2017 empezó con mucha incertidumbre para la economía global. El presidente Trump acababa de ser elegido, las economías emergentes se encontraban en una situación poco boyante, y Europa se enfrentaba a un ciclo electoral difícil con el recuerdo del referéndum del Brexit aún reciente. Y no es que los amantes de la cuenta de Twitter de Trump hayan quedado decepcionados, pero sí es cierto que sus planes de medidas más proteccionistas a nivel global o no se han materializado aún (NAFTA) o tendrán sus efectos más en el largo plazo. En política interna, y sin contar sus medidas contra la inmigración, la actividad legislativa en materia económica solo se está plasmando ahora, casi un año después de su nombramiento, en una reforma fiscal cuyos efectos sobre el crecimiento son dudosos a largo plazo y ligeramente positivos a corto.

En Europa, los resultados de las diversas elecciones han dado lugar a menos giros hacia los extremos de lo esperado, lo que se ha traducido en una menor incertidumbre económica y ha apoyado la confianza de consumidores y empresas. La eurozona ha dado las sorpresas positivas del año, con un crecimiento en torno al 2,5%, repartido además entre los grandes países (no sólo Alemania y España).

Fuera de los avanzados, la economía china ha superado otro año sin las temidas sorpresas ligadas a su deuda, e incluso ha dado buenas noticias al aprobar una estrategia económica más proclive a las reformas estructurales y menos a los objetivos de crecimiento, lo que puede ayudar a ir reduciendo los desequilibrios acumulados. China ha vuelto a crecer cerca del 7%, lo que, unido a la recuperación de los precios de las materias primas que soporta la mejoría de muchos países emergentes, contribuirá a un crecimiento global del 3,5% este año. Una tasa bastante decente, en progresión durante el año y más sincronizada entre las distintas áreas globales.

Pero quedan muchas dudas pendientes. Los mercados financieros permanecen inusualmente tranquilos, pero los bancos centrales de EE UU y Europa están empezando la normalización de sus políticas monetarias, y el que lo hagan sin generar ruido como hasta ahora va a depender mucho de su propia pericia y de que la inflación, que será la variable clave a observar durante el año que viene, retorne solamente de manera gradual. Los riesgos políticos no han desaparecido en muchas zonas del mundo, los geopolíticos son también elevados y muy dispersos, y el nivel de cooperación internacional se está reduciendo en diferentes ámbitos. Aún sin riesgos aparentes en el corto plazo y con una economía en clara mejora, las fuentes potenciales de desestabilización en 2018 son múltiples.

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