La semana frenética de Nadal

El ministro de Energía, Turismo y Agenda Digital comenzó con el bono social, dejó huecos para ‘hacer’ turismo y acabó alarmado por la escalada del precio de la luz.

Los Reyes junto a Manuela Carmena, Álvaro Nadal y Cristina Cifuentes, entre otros, en la inauguración de Fitur.EFE

Ha sido una semana frenética para el ministro de Energía, Turismo y Agenda Digital, Álvaro Nadal. Llegaba la Feria Internacional de Turismo (Fitur), un periodo de celebración que venía precedido por la cifra récord de 75 millones de visitantes anunciada días antes; pero se mezcló con una ola de frío polar que ha provocado una escalada del precio de la electricidad hasta máximos históricos y, como consecuencia de ello, una enorme polémica social. Así que el ministro ha tenido que combinar los fastos de la feria turística con los calambres del mercado eléctrico. Solo faltó que la tercera pata de...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Ha sido una semana frenética para el ministro de Energía, Turismo y Agenda Digital, Álvaro Nadal. Llegaba la Feria Internacional de Turismo (Fitur), un periodo de celebración que venía precedido por la cifra récord de 75 millones de visitantes anunciada días antes; pero se mezcló con una ola de frío polar que ha provocado una escalada del precio de la electricidad hasta máximos históricos y, como consecuencia de ello, una enorme polémica social. Así que el ministro ha tenido que combinar los fastos de la feria turística con los calambres del mercado eléctrico. Solo faltó que la tercera pata de su departamento, la digital, hubiera añadido algún episodio a la agenda del ministro.

Aunque Nadal metió la marcha nada más tomar posesión, este ha sido su estreno de verdad. De turismo tocaba hablar poco. Sin embargo, de energía mucho. Acababa el ministro de entablar el martes un debate con el resto de grupos parlamentarios sobre la pobreza energética y de discutir las bases para el bono social. A las primeras de cambio, le sorprendió el subidón del precio de la luz. Mejor oportunidad no podían encontrar los partidos para exigir cambios en el sistema y el ministro, un hombre echado para adelante, para salir a la palestra. Aprovechó entrevistas radiofónicas para abordar la cuestión y explicar el funcionamiento del mercado, llegó a cuantificar que el impacto en la factura anual de la luz de un recibo tipo podría alcanzar los 100 euros y provocó que las redes sociales se encendieran (nunca mejor dicho).

El asunto fue a mayores y monopolizó la reunión de la Comisión Delegada para Asuntos Económicos del Gobierno, que preside Mariano Rajoy y de la que forma parte el ministro (al igual que su hermano gemelo Alberto, que actúa como secretario de la Comisión y que como anterior secretario de Estado de Energía fue el hacedor del actual sistema eléctrico ahora cuestionado). De la citada reunión, salió la idea de tomar medidas en el campo del gas con el objetivo de frenar el aumento de los precios y que obliga a las eléctricas a aumentar las reservas de gas.

La CNMC no encuentra, de momento, indicios de manipulación como ocurrió a finales de 2013

En el sector se entendió poco está ofensiva. La mayor parte cree que tendrá poco efecto; pero, de cara a la galería, la medida del Gobierno trataba de tranquilizar a las masas. Probablemente habría sido mucho más fácil incidir en que el precio mayorista solo supone en torno a la tercera parte del recibo de la luz (el 40% corresponde a los denominados peajes por el que se gestiona y controla la red y el 25% a los impuestos, cosas ambas que el Gobierno mantiene congelados desde hace tres años) y en que el precio regulado (PVPC) solo afecta al 46,5% de los consumidores. O, lo que es lo mismo, que un 53,5% está en el mercado libre, en el que contratan un precio fijo con las comercializadoras. Y podía haber insistido en que este colectivo, entre el que están las empresas y los comercios además de muchos hogares, no se ve perjudicado por la subida del precio, de la misma forma que no se benefician de los descensos hasta cotas mínimas, a veces de cero euros, que también se producen y que no suelen salir en los medios de comunicación ni en las redes sociales.

El ministro subrayó, en alguna de sus declaraciones, que estaba a la espera de las investigaciones de la CNMC sobre la evolución del mercado ante posibles manipulaciones y le sorprendió el viernes la Fiscalía del Supremo abriendo la suya propia. Competencia lleva desde noviembre analizando el mercado y, de momento, encuentra muy pocos indicios de trapicheos.

Precisamente, en diciembre de 2013, el Gobierno del PP decidió cambiar el sistema de subastas, denominado Cesur, tras detectar la CNMC “circunstancias atípicas” en el desarrollo de la subasta celebrada para fijar los precios para el trimestre siguiente. En los días previos a la subasta se habían disparado los precios, que alcanzaron los 80,82 euros por MWh. Una barbaridad ahora superada, pero que provocó parecidas reacciones. En el nuevo sistema, el precio regulado dejó de tener la referencia trimestral y quedó vinculado a una subasta horaria, según la cual la última oferta que se casa en el mercado es la que fija el precio de cada franja. Es un sistema que se utiliza en toda Europa y que sería difícil sustituir. Sin embargo, provoca distorsiones.

Si una enseñanza ha tenido el aumento de precios es que la intermitencia de las renovables resulta cara

Y si una enseñanza está dejando la escalada de precios de estos días es que la intermitencia que provocan las energías renovables resulta cara. La ola de frío es rompedora. Normalmente en esas situaciones, no hay ni lluvia que llene los estanques ni viento que mueva los molinos ni sol suficiente como para generar electricidad por lo que es necesario echar mano de los ciclos combinados, que utilizan gas. Las centrales de ciclo combinado, mucho más caras que las renovables, son las que están marcando estos días los precios, llevándolos a cifras alarmantes. Pero esas centrales, que las eléctricas están obligadas a tener a disposición en todo momento, solo entran en funcionamiento cuando las otras fuentes se quedan paradas (como ha ocurrido ahora). A lo largo del año, sin embargo, están prácticamente al ralentí, por lo que las empresas apenas tienen gas para ponerlas en marcha.

Sobre la firma

Archivado En