El grupo financiero N+1 se convierte en Alantra

La entidad de asesoramiento y banca de inversión cambia de nombre para afrontar una nueva etapa

Santiago Eguidazu posa con el nuevo rótulo de Alantra, en el que la N hace un guiño al anterior nombre de N+1.  SAMUEL SÁNCHEZ

“En los negocios, como en la filosofía, tendemos a convertir asuntos sencillos en complejos; la mayor parte de esas situaciones podrían ser resueltas, como sugiere G. E. Moore, analizando cuál es en realidad la cuestión que tenemos entre manos y por qué debe ser resuelta. Después de varios años de actividad frenética y sufriendo lo que Goncharov llamó “aflicción cruel” es lógico preguntarnos qué tipo de compañía queremos ser. N+1 aspira a convertirse en un grupo global de servicios financieros especializada en el segmento de empresas medianas”.

Son palabras de Santiago Eguidazu, preside...

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“En los negocios, como en la filosofía, tendemos a convertir asuntos sencillos en complejos; la mayor parte de esas situaciones podrían ser resueltas, como sugiere G. E. Moore, analizando cuál es en realidad la cuestión que tenemos entre manos y por qué debe ser resuelta. Después de varios años de actividad frenética y sufriendo lo que Goncharov llamó “aflicción cruel” es lógico preguntarnos qué tipo de compañía queremos ser. N+1 aspira a convertirse en un grupo global de servicios financieros especializada en el segmento de empresas medianas”.

Son palabras de Santiago Eguidazu, presidente de N+1 y apasionado de la filosofía. Fundó la compañía en enero de 2001 junto a dos socios de AB Asesores (Jorge Mataix y José Antonio Abad) poco después de haber vendido la sociedad de Bolsa a Morgan Stanley. Hoy, casi 16 años después, N+1 es el único banco de inversión europeo, asesoramiento y gestión de activos especializado en empresas medianas e inicia una nueva etapa con el nombre de Alantra. Con dicha denominación, la entidad persigue lanzar la actividad con la ambición de ampliar su presencia mundial.

“Queremos refundarnos y necesitamos un nombre que sea internacional”, afirma Eguidazu para explicar que la nueva denominación del grupo no ofrece dificultades en ningún idioma como ocurre con N+1, que también tiene dificultad para los buscadores. Alantra es el fruto de la integración de N+1, N+1 Downer (EE UU), N+1 Swiss Capital (Suiza), N+1 Daruma (Turquía) y N+1 Ladmark (Latinoamérica). La firma de Londres, N+1 Singer, en la que tiene el 50%, continúa con su nombre y ligada a Alantra.

La crisis no parece haber hecho mella en esta sociedad. Tras hacerse hueco en el mercado durante los primeros años y lograr operaciones de forma constante (algunas de relumbrón) una vez asentada, experimentó un crecimiento vertiginoso en los últimos cinco años. La firma, que empezó con 20 empleados y 300.000 euros de capital, ha llegado en estas fechas a estar instalada en 19 países, dar empleo a 345 profesionales (90 de ellos en la subsidiaria británica) y a superar los 18 millones de euros de beneficios. Hace cinco años, las ganancias se situaban en 12 millones.

Ahora el objetivo insoslayable del grupo es consolidarse como una compañía global en asesoramiento financiero (fusiones y adquisiciones, mercado de capitales, corretaje, colocación de acciones, asesoramiento patrimonial...) y gestión de activos (fondos, inmobiliarios, bienes raíces, deuda privada, gestión de patrimonios...) para empresas medianas (entre 50 y 500 millones de euros de facturación) y ser líder en Europa. El 90% de las transacción de empresas se centra en este segmento, “que es en el que un asesor puede crear valor y se ve su mano”, apunta Equidazu, que añade que “el grupo es el único banco de inversión europeo con presencia global”. De esta forma trata de elevar la presencia en países y reforzarla en los que ya está, principalmente en Estados Unidos, donde ahora cuenta con 25 profesionales y pretende alcanzar los 80 en los próximos tres años, y China, donde en la actualidad únicamente hay ocho personas.

“El generalismo ha muerto”, enfatiza Eguidazu para explicar otro de los frentes en los que el grupo quiere lanzar su ofensiva comercial: la especialización por sectores (tecnología, banca, alimentación, automóvil, banca...) y por productos, con equipos de expertos. Se trata de lograr inversores y financiadores de operaciones para empresas medianas y crear valor y hacer crecer a esas empresas. “El cliente necesita que tengas alcance global y ver que estás en los países en los que van a invertir. Y nosotros, ofrecer valor añadido”, declara.

Trabajo intensivo

El grupo está acostumbrado a realizar esta tarea habiendo llegado a asesorar y gestionar cientos de operaciones. Este año la entidad ha participado en 26 operaciones, lo que le ha llevado a colocarse entre los 20 primeros bancos de inversión más activos en fusiones y adquisiciones de Europa. Es algo anómalo en el sector financiero, dominado por el mundo anglosajón (sobre todo por el quinteto estadounidense de gigantes: JPMorgan, Bank of America Merrill Lynch, Goldman Sachs, Morgan Stanley y Citi). Por eso, la irrupción de N+1 (Alantra desde ahora), con su especialización además, en empresas medianas, es muy llamativa. El volumen asesorado ronda entre los 40.000 y 50.000 millones de euros, dependiendo de las diferentes clasificaciones.

Claro que este ascenso, según reconoce Eguidazu, se debe en buena parte a su participación en la adquisición de la suiza Syngenta por parte de ChemChina por 38.000 millones de euros. Entre otras operaciones en las que ha participado recientemente figuran la compra de la italiana Nova Foods por parte de Agrolimen, la venta de la participación de Roca en la alemana Duravit, la adquisición del grupo italiano Mamoli Robinetteria por parte del suizo Franke, la del 40% de la chilena BCI Seguros por Mutua Madrileña o la salida a Bolsa de Aena. El grupo ha logrado una presencia global muy importante, de manera que más del 60% de las operaciones son trasfronterizas.

Un técnico comercial del Estado con filosofía

Probablemente lo que más satisfizo a Santiago Eguidazu en la expansión de N+1 fue cuando el presidente de una sociedad estadounidense con la que quería aliarse le dijo que “todo estaba muy bien, pero que teníamos el hándicap de ser españoles”. Pasado el tiempo el mismo empresario, del que Eguidazu se guarda el nombre, le reconoció que se había equivocado y que no le importaría retomar la operación. Para entonces, el grupo ya se había asentado en el país y el anónimo financiero había podido comprobar su potencial.

Santiago Eguidazu Mayor, técnico comercial del Estado y máster en Filosofía, comenzó en este mundo del asesoramiento y banca de inversión hace ya una treintena de años. Después de hacer algunos pinitos en la Administración (fue secretario general técnico del Ministerio de Industria con Luis Carlos Croissier como titular del departamento) fundó la sociedad Asesores Bursátiles (luego AB Asesores) junto a cuatro colegas (Salvador García Atance, Ignacio Garralda, Pedro Guerrero y José Luis Feito), que fue una de las más activas en el sector. Tanto que la firma fue adquirida por Morgan Stanley, una operación de altura que le permitió aventurarse en N+1. Hoy, los socios controlan el 43% (Eguidazu, un 20%, y Jorge Mataix y José Antonio Abad, los otros fundadores, un 16%); Ricardo Portabella (Danone), un 20%; CV Starr, un 5%, quedando libre en el mercado un 16%.

Nacido en Madrid hace 60 años, Eguidazu es tan apasionado de la filosofía (no perdona las clases particulares que recibe los lunes a la hora de comer) como de la empresa. Precisamente, ha escrito un par de libros sobre esas dos pasiones (Creación de valor y gobierno de la empresa y Apología de lo inútil).

Sobre la firma

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