Cartas al director

Rotundo, William Chislett

Como canario, me avergüenza tener que compartir el análisis que acabo de leer de William Chislett (EL PAÍS, 04-02-12) sobre la economía canaria de las últimas décadas. Si bien es cierto que no pasa de expresar (aunque muy bien expresada) una obviedad que compartimos muchos isleños en nuestras conversaciones de café, nunca viene mal que las obviedades sean puestas negro sobre blanco en periódicos nacionales, ajenos a las luchas locales de poder, el estómago-agradecidismo, las inquinas personales, etcétera, de la prensa local.

Siento una expectación morbosa por ver, en esa prensa que se d...

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Como canario, me avergüenza tener que compartir el análisis que acabo de leer de William Chislett (EL PAÍS, 04-02-12) sobre la economía canaria de las últimas décadas. Si bien es cierto que no pasa de expresar (aunque muy bien expresada) una obviedad que compartimos muchos isleños en nuestras conversaciones de café, nunca viene mal que las obviedades sean puestas negro sobre blanco en periódicos nacionales, ajenos a las luchas locales de poder, el estómago-agradecidismo, las inquinas personales, etcétera, de la prensa local.

Siento una expectación morbosa por ver, en esa prensa que se debate entre la opinión semidomesticada y el ataque feroz, los sesudos comentarios de los plumillas locales, las matizaciones o las reacciones airadas de quienes han regido, con mano de hormigón y escudándose con una bandeja de camarero, los destinos de estos afortunados reinos de taifas geográficamente africanos durante las tres últimas décadas, con los resultados que tan bien resume el autor: economía basada exclusivamente en dos sectores (uno de ellos "missing" en la actualidad); tasa de paro disparada; falta de preparación lingüística para atender a nuestra principal industria; desajuste entre la formación universitaria y las demandas del mercado de trabajo; falta de diversificación de nuestra economía...

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