Crítica:ARTE | EXPOSICIONES

Ejercicios de serenidad

En plena crisis financiera el veterano galerista y editor Miguel Fernández-Braso inaugura en Madrid una nueva galería de arte, impecablemente instalada, en la que se presenta una muestra dedicada a Pablo Palazuelo (Madrid, 1915-2007). Tanto la galería como la obra del artista elegido destilan serenidad, sobriedad y elegancia, lo que puede entenderse como una declaración de intenciones en estos tiempos revueltos en los que el arte quiere ofrecerse como un valor si no económico, al menos ético, a pesar de que los políticos de turno quieran acabar con la cultura por la vía de las restricciones pr...

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En plena crisis financiera el veterano galerista y editor Miguel Fernández-Braso inaugura en Madrid una nueva galería de arte, impecablemente instalada, en la que se presenta una muestra dedicada a Pablo Palazuelo (Madrid, 1915-2007). Tanto la galería como la obra del artista elegido destilan serenidad, sobriedad y elegancia, lo que puede entenderse como una declaración de intenciones en estos tiempos revueltos en los que el arte quiere ofrecerse como un valor si no económico, al menos ético, a pesar de que los políticos de turno quieran acabar con la cultura por la vía de las restricciones presupuestarias.

Pionero de la pintura abstracta en la España de finales de los años cuarenta, la abstracción de Palazuelo fue desde el principio radical, basada en una geometría hermética y en una armonía numerológica que se apartó de las obviedades de la simetría y de los juegos de repetición tautológica, buscando la complejidad y variedad en lo orgánico. Las obras seleccionadas por Alfonso de la Torre, comisario de la exposición, son piezas de madurez, realizadas en sus últimos años. En ellas se aprecia de qué manera aquellas ideas gestadas en sus orígenes, con el paso del tiempo se han convertido en grandes y serenos lienzos, en esculturas de precisos pliegues, en gouaches, grabados y dibujos formados por tersas líneas que, con contundencia y claridad, muestran un mundo interior de reflexión intelectual en el cual el artista logró aislarse, encerrándose en la práctica constante de un trabajo realizado en la soledad del estudio. Atado al palo mayor del constructivismo y siguiendo el oráculo de una intuitiva geometría espiritual, que aprendió en la poética obra de Klee, Pablo Palazuelo fue generando, con sostenido trabajo, sin distraerse del camino trazado, las obras que ahora se pueden contemplar.

Pablo Palazuelo

Galería Fernández-Braso

Villanueva, 30. Madrid

Hasta el 18 de febrero