Columna

¡Stupefaction!

Mientras Montoro trata de corregir una vez más a Guindos sobre la palabra desviación en el sainete gubernamental y Mato se relame de tener a Farjas en el brazo armado del medicamentazo, nuestro buen Rajoy se las da de listo: el que no iba a echar más barro se tira de cabeza al lodo metiendo la mano en el IRPF (¿se acuerdan del zafarrancho de combate que armaron cuando subieron el IVA los socialistas dos puntitos?) hecho que se ha dado a conocer en labios de Soraya, muchas veces habremos de leer estos labios, como un impuesto solidario y arre burro, arre.

Desviación tiene algo de mala co...

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Mientras Montoro trata de corregir una vez más a Guindos sobre la palabra desviación en el sainete gubernamental y Mato se relame de tener a Farjas en el brazo armado del medicamentazo, nuestro buen Rajoy se las da de listo: el que no iba a echar más barro se tira de cabeza al lodo metiendo la mano en el IRPF (¿se acuerdan del zafarrancho de combate que armaron cuando subieron el IVA los socialistas dos puntitos?) hecho que se ha dado a conocer en labios de Soraya, muchas veces habremos de leer estos labios, como un impuesto solidario y arre burro, arre.

Desviación tiene algo de mala conducta, de libertinaje, de esos desfalcos que siempre ve la derecha en el ojo ajeno, algo malo para la familia, para desunir la colmena, a la que hace falta decirles, según ellos, que sobran zánganos y que se ha vivido por encima de sus posibilidades muchos años y que aquí hay que proceder como Dios manda o lo que, traducido al castellano de Pontevedra, es un milagro de San Benitiño de Lérez: vestir a un pensionista para desvalijar a cuatro funcionarios.

La prensa jalea el fichaje de Fernández Currás tras su exitoso paso por la fusión de las cajas

Si por un momento todo pareció una transición de fábula y los defenestrados figurantes del último Gobierno recibieron incluso una cruz del mérito y algunas palmadas en el hombro por ser tan educados perdedores, el día 30 sonó la primera andanada de la guerra: subida de impuestos contra pronóstico y la que te rondaré morena, ante lo cual la parroquia se ha dividido en tres: los que aplauden la épica medida y la atribuyen al gatuperio del anterior Gobierno, empezando por la quintacolumna coruñesa, que aquí en Galicia parece ser la mayoría mediática; los que sospechan que hay truco contable, entre los que me hallo yo y Harry Potter, y los que apuntan al Bundestag y al telefonazo de la señora Merkel como principio del rearme, estos últimos cada vez más documentados y numerosos.

Lo del truco contable lo demostrará Montoro en las cátedras del Instituto de Empresa y en Davos con tanta matraca que contará con las bendiciones de Rouco Varela, pero no sé yo qué le va en ello a doña Elena Salgado, ya defenestrada tantas veces y que veía llegar con alivio su año sabático, tanto así que el propio Guindos, que parece todavía estar en Lehman Brothers, reconoció que tuvo qué bailar con el más feo...Me da a mí que el PP conocía de sobra y desde octubre el estado de cuentas y teniendo presente su poder autonómico mucho más y más claro, puesto que nunca se le negó la información sobre el desastre. Pero, claro, como fueron dejando las tijeras de podar en el manzano, se olvidaron que el Gobierno de España no es como las Cortes de Castilla-La Mancha, donde doña Dolores ha colado más gazapos que en la Caja del Mediterráneo y, hete ahí, que les hemos pillado en la primera administración del dolor que con tanta parsimonia han ido dilatando por vía intravenosa.

No señor, estos -y, cuando digo estos, pienso hasta en Margallo y las relaciones con Cuba y Chávez, con Marruecos y Gibraltar- van a por todas y cuando el neoliberalismo va a por todas, las clases medias empiezan a tiritar de frío, entiéndanme, no aquellos a los que un nuevo impuesto grava su riqueza equitativamente, que eso hasta lo pide Warren Buffet, sino a aquellos que tienen hipotecas varias y algún jovencito con carrera que está mirando en infojobs si hay empleo en Suiza, Luxemburgo o Alemania.

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Creía que el cuento de nunca acabar iba a tener fin, pero aquí la culpa siempre es del GAL o de Felipe González o de la Alianza de Civilizaciones y nunca hay gente más inocente que Rato y que Guindos y que Camps y que el gran Ruiz Gallardón, que después de dejar Madrid al borde de la quiebra nos obsequia con dos herencias: Ana Botella y el marido de Ana Botella, dos en uno. Agárrense al tomo del Derecho Romano, que vienen curvas. Dicen, eso sí, que más méritos atesora la señora Fernández Currás, a la que jalea la prensa local como gran fichaje tras su exitoso paso por esa fusión entre las cajas de ahorro gallegas que a punto está de convertirse en banco regional y de segunda. ¡Nosotros, de tan corta memoria que tuvimos a un ministro de Fomento y como era de Lugo le llamábamos Pepiño! Todo servirá sin duda para que Feijoo pase sin mácula a la segunda ronda de su vida política mientras la oposición se paraliza en un ataque de fibromalgia.

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