El 'caso de los trajes'

Camps pierde los nervios en la sala

El expresidente de la Generalitat valenciana estuvo ayer a punto de ser expulsado de su propio juicio. Pasaba el mediodía. El abogado de Ricardo Costa intentaba, al igual que había hecho antes el de Francisco Camps, preguntar a los altos cargos que comparecían como testigos si los acusados les habían influido para que adjudicasen contratos a Orange Market, la empresa de la trama Gürtel que dirigía Álvaro Pérez, El Bigotes. El magistrado que preside el tribunal, Juan Climent, se negaba a aceptar la pregunta tal y como estaba formulada. Camps, que lleva parapetado detrás del letrado de Co...

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El expresidente de la Generalitat valenciana estuvo ayer a punto de ser expulsado de su propio juicio. Pasaba el mediodía. El abogado de Ricardo Costa intentaba, al igual que había hecho antes el de Francisco Camps, preguntar a los altos cargos que comparecían como testigos si los acusados les habían influido para que adjudicasen contratos a Orange Market, la empresa de la trama Gürtel que dirigía Álvaro Pérez, El Bigotes. El magistrado que preside el tribunal, Juan Climent, se negaba a aceptar la pregunta tal y como estaba formulada. Camps, que lleva parapetado detrás del letrado de Costa desde hace dos semanas para evitar la cámara de televisión, se removía en el asiento, movía los brazos, mascullaba. "Señor Camps, guarde silencio, por favor", le advirtió el juez.

"Considera este presidente que la pregunta no corresponde al objeto del proceso...", estaba zanjando Climent cuando el expresidente empezó a hablar hacia la primera fila del público, ocupada desde el primer día por su grupo de familiares y fieles. El magistrado, que se había mostrado paciente desde el primer día del juicio oral, estalló: "¡Señor Camps, guarde silencio o lo tendré que sacar de la sala, por favor, como la ley me autoriza! ¡Ya no se lo digo más veces! Guarde silencio. Y si quiere hablar en privado con su abogado, hágalo, pero despacito y que no lo oigamos nadie".

Fue la escena culminante, pero solo una entre las muchas que ha protagonizado el expresidente en los 12 días que lleva el juicio de los trajes. La mayor parte del tiempo Costa permanece a su lado serio como una estatua. A Camps, en cambio, parece que cada día le cueste más quedarse callado.

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