ANÁLISIS

Un paso

Hace más de dos meses que la abogada Jone Goirizelaia anunció que la izquierda abertzale reconocería el daño realizado a las víctimas de ETA. La tardanza en materializarlo y la forma en que lo ha hecho, arropada en el marco de la declaración de Gernika y mezclándolo con otro tipo de violencias, como la de género, muestra la dificultad de este debate en el seno de la izquierda abertzale.

Apurar el debate hasta el final, reconocer exclusivamente el daño a las víctimas de ETA, llevaría a la izquierda abertzale a admitir que fue absurda la violencia de la banda tras la ...

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Hace más de dos meses que la abogada Jone Goirizelaia anunció que la izquierda abertzale reconocería el daño realizado a las víctimas de ETA. La tardanza en materializarlo y la forma en que lo ha hecho, arropada en el marco de la declaración de Gernika y mezclándolo con otro tipo de violencias, como la de género, muestra la dificultad de este debate en el seno de la izquierda abertzale.

Apurar el debate hasta el final, reconocer exclusivamente el daño a las víctimas de ETA, llevaría a la izquierda abertzale a admitir que fue absurda la violencia de la banda tras la llegada de la democracia. Este paso lo han dado los presos de ETA de Nanclares de Oca, como muestra Kepa Pikabea, uno de los miembros de ETA más importantes de los años ochenta, en la película Al final del túnel.

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Pero entre el final del recorrido, que exigen la mayoría de los partidos, y la nada está la declaración de ayer, que es un primer paso a no desdeñar. Y no puede desdeñarse porque el debate afecta al corazón de la historia de ETA. Es un primer pronunciamiento. Se esperan otros, incluido el de ETA.

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