Análisis:ANÁLISIS

Camino de la irrelevancia

Tras los pésimos resultados obtenidos en las pasadas elecciones generales el PSOE necesita un cambio de arriba a abajo. Joaquín Almunia dimitió en marzo de 2000 porque perdió 16 diputados respecto a las anteriores elecciones. Hoy nos encontramos con que hemos perdido 59 y no pasa nada. Es más, todo indica que el mismo equipo dirigente que ha perdido estrepitosamente se mueve para optar, con modificaciones mínimas, a seguir dirigiendo el PSOE.

El PSOE se ha empeñado en ser condescendiente consigo mismo y su equipo dirigente tiene compasión de sí mismo. Ambas posturas le impiden que haga ...

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Tras los pésimos resultados obtenidos en las pasadas elecciones generales el PSOE necesita un cambio de arriba a abajo. Joaquín Almunia dimitió en marzo de 2000 porque perdió 16 diputados respecto a las anteriores elecciones. Hoy nos encontramos con que hemos perdido 59 y no pasa nada. Es más, todo indica que el mismo equipo dirigente que ha perdido estrepitosamente se mueve para optar, con modificaciones mínimas, a seguir dirigiendo el PSOE.

El PSOE se ha empeñado en ser condescendiente consigo mismo y su equipo dirigente tiene compasión de sí mismo. Ambas posturas le impiden que haga lo que tiene que hacer: sacar conclusiones claras de las dos derrotas consecutivas, muy fuertes, en Andalucía y en España (donde también perdimos las municipales de 2007 y las europeas de 2009)

Joaquín Almunia nos dijo en el Comité Federal del 2000: "Ha sido una derrota sin paliativos, no es posible mirar para otro lado. Debí dimitir al perder las primarias y no debí aceptar el hueco de Borrell". Este mismo discurso debimos oírlo de Zapatero y de Rubalcaba en el reciente Comité Federal. "Ha sido una derrota estrepitosa, debimos convocar primarias y nos equivocamos en eso y en la campaña electoral, además de esconder ni más ni menos que al presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, por eso los dos asumimos nuestra responsabilidad política", debió ser lo comunicado. Por el contrario, se convoca el congreso, nadie dimite, se reelige a la dirección del grupo parlamentario socialista y, por enésima vez, le decimos al electorado que tomamos nota y que no pensamos hacer nada. Es el mejor camino para que el electorado nos recuerde nuestras obligaciones democráticas en la siguiente oportunidad que tenga la papeleta a mano.

He dedicado buena parte de mi vida al PSOE y le debo a mi partido haber ocupado puestos políticos relevantes y justamente eso me impulsa a que se extraigan las conclusiones que la gente quiere que se saquen: Se ha perdido el miedo a la derecha, la prima antifranquista ya expiró, están más apegados a lo viejo que a lo nuevo, no hagan más equipos territoriales, desarrollen un proyecto de Estado y den un impulso nuevo, renueven ideas y formen equipos consistentes.

Felipe González y Fernando Flores nos hicieron reflexionar a un grupo de militantes de Cádiz en 1998 y 1999 sobre una frase que viene muy al pelo en estos días al PSOE -"prefiero morirme de hambre a ser vieja guardia"- y nos convencieron de la imperiosa necesidad de crear nuevas identidades para hacer ofertas nuevas que seduzcan y sean creíbles. Nos movemos entre Machado y Bergamín: "No basta mover para renovar" y "lo que pasó no vuelve, y si vuelve es fantasma". Cambio con cabeza y sabiendo que nos dirigimos forzosamente a territorios nuevos. Esto exige generosidad en muchos y el esfuerzo de todos.

Si no lo hacemos estamos llamados a pasar de la derrota a la irrelevancia.

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Rafael Román es exdiputado socialista por Cádiz y miembro del comité director del PSOE andaluz.

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