Columna

Sin Grecia no hay Europa

El spot de Rubalcaba ha transformado Amar en tiempos revueltos, en Votar en tiempos difíciles. Y tan difíciles. Los griegos lo saben: larga va a ser la noche. En esta hora trágica, en que los griegos han sido privados de su derecho a decidir y los banqueros han sustituido a su Gobierno por un administrador concursal, habrá que recordar que podrán expulsar a Grecia del euro, pero jamás de Europa, porque, como decía Shelley, "todos somos griegos".

En estos días patéticos conviene repasar la conferencia de George Steiner La idea de Europa, publicada por Siruela. La pro...

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El spot de Rubalcaba ha transformado Amar en tiempos revueltos, en Votar en tiempos difíciles. Y tan difíciles. Los griegos lo saben: larga va a ser la noche. En esta hora trágica, en que los griegos han sido privados de su derecho a decidir y los banqueros han sustituido a su Gobierno por un administrador concursal, habrá que recordar que podrán expulsar a Grecia del euro, pero jamás de Europa, porque, como decía Shelley, "todos somos griegos".

En estos días patéticos conviene repasar la conferencia de George Steiner La idea de Europa, publicada por Siruela. La pronunció en 2004. La fecha es relevante porque entonces todo parecía ir viento en popa a toda vela, aún no se había producido el gran error de los referéndums de Holanda y de Francia y la palabra crisis era poco más que el recuerdo de un álbum de Supertramp. Steiner define Europa en torno a cinco axiomas: el café como lugar donde se escribe, se conspira y se filosofa; el paisaje a escala humana que puede ser paseado; las calles que llevan los nombres de estadistas, científicos, artistas y escritores del pasado; la doble herencia (filosófica, teológica y política) de Atenas y de Jerusalén; y un quinto que denomina autoconciencia escatológica, según el cual Europa "hubiera intuido que un día se hundiría bajo el paradójico peso de sus conquistas y de la riqueza y complejidad sin parangón de su historia".

¿Estamos en ese momento? Dice Steiner que las dos guerras mundiales, que en realidad fueron guerras civiles europeas, llevaron ese presentimiento al paroxismo. Al final de su conferencia, recurre a Husserl para reivindicar como idea de Europa la espiritualidad creativa que nace en la antigua Grecia y que posibilita el cultivo de la teoría, del pensamiento especulativo desinteresado, del que en última instancia vendrá el desarrollo de la ciencia y la tecnología europea. Por eso considera vital que "Europa reafirme ciertas convicciones y audacias del alma que la americanización del planeta -con todos sus beneficios y generosidades- ha oscurecido". La Gran Bretaña de la época de austeridad, o la Europa oriental de las décadas negras le sirven de ejemplo de que la solidaridad y la creatividad humana pueden tener su origen en la relativa pobreza. Algo que también podría haber predicado de España durante el franquismo, porque como concluye: "No es la censura política la que mata, es el despotismo del mercado de masas y las recompensas del estrellato comercializado".

Sin Grecia no hay Europa. Europa no es que adore el vellocino de oro, sino simple y brutalmente el oro del vellocino. Una Europa ensimismada en el euro es cada vez menos Europa. El sueño de la razón produce monstruos: Europa, Merkozy; el mercado, el capitalismo de casino. Qué horror. En una de sus humoradas, Borges le añadió una morcilla a la célebre frase de Shelley: "todos somos griegos... en el exilio". Al final va a ser verdad, despojados de la idea de Europa.

http://twitter.com/manuelperis

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