Cartas al director

Rentabilidad de la mala vida

Me parece una execrable enormidad que el ministro de Industria, don Miguel Sebastián, esté gestionando, con una empresa americana de la gran industria del ocio, la manera de "honrar" la despedida de su presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, pues se trata de construir un gigantesco centro para la mala vida, donde lo más inocente -salvo lo que digan los ecologistas- parecen ser los campos de golf. Lo demás son 12 hoteles, seis casinos de juegos de azar, teatros y arenas para conciertos.

El proyecto lo defiende un diario de Madrid encareciendo la gigantesca inversión en un momento ec...

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Me parece una execrable enormidad que el ministro de Industria, don Miguel Sebastián, esté gestionando, con una empresa americana de la gran industria del ocio, la manera de "honrar" la despedida de su presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, pues se trata de construir un gigantesco centro para la mala vida, donde lo más inocente -salvo lo que digan los ecologistas- parecen ser los campos de golf. Lo demás son 12 hoteles, seis casinos de juegos de azar, teatros y arenas para conciertos.

El proyecto lo defiende un diario de Madrid encareciendo la gigantesca inversión en un momento económicamente desgraciado para España: 16.900 millones de euros, aunque en 13 años, y la creación de nada menos que 261.000 puestos de trabajo, no se dice si en la construcción, en la gestión, o en ambas. Como quiera que sea, dicen que habrá "50.000 plazas de restauración", lo que entiendo que quiere decir 50.000 tragones apipándose a la vez.

Los pecados capitales serán, pues, la gula, la codicia y la lujuria; pero nuestro semanario diocesano Alfa y Omega no parece interesarse ya por estas cosas. En cuanto a la lujuria, nada se dice, pero no hay o no ha habido nunca juegos de azar sin acompañamiento de prostitución, en general de lujo. Aunque, en verdad, solo lo sé por el cine, la ruleta es el máximo centro de atracción.

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Y por esta cuestión tampoco creo que se preocupen asociaciones femeninas o feministas, pues hoy en día parece que la mayoría de las mujeres se han acogido a "la libertad sexual de las mujeres" o a la doctrina de san Agustín, que aprobaba la existencia de la prostitución porque defendía el matrimonio (se supone que por la menor infidelidad de los maridos).

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