Análisis:EL ACENTO

China dice que eres culplable...

Las autoridades chinas llevan tiempo asediando al artista Ai Weiwei, uno de los responsables del diseño del imponente Nido de Pájaro, el estadio olímpico de Pekín, y autor de una fascinante instalación en la Sala de Turbinas de la Tate Modern de Londres: la llenó con 100 millones de pipas de calabaza, hechas a mano en porcelana, para contar que el poderío de su país se sostiene en los sacrificios de una inmensa masa de ciudadanos silenciados. Esta vez, y coincidiendo con la reciente inauguración de una exposición de sus obras en Taiwán, se le han exigido 1,7 millones de euros a la empresa para...

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Las autoridades chinas llevan tiempo asediando al artista Ai Weiwei, uno de los responsables del diseño del imponente Nido de Pájaro, el estadio olímpico de Pekín, y autor de una fascinante instalación en la Sala de Turbinas de la Tate Modern de Londres: la llenó con 100 millones de pipas de calabaza, hechas a mano en porcelana, para contar que el poderío de su país se sostiene en los sacrificios de una inmensa masa de ciudadanos silenciados. Esta vez, y coincidiendo con la reciente inauguración de una exposición de sus obras en Taiwán, se le han exigido 1,7 millones de euros a la empresa para la que trabaja como diseñador en concepto de evasión de impuestos, multas y retrasos.

"El mayor éxito de las sociedades totalitarias es hacer pensar a la gente que no es nada", comentó Ai Weiwei hace años en una entrevista para este periódico. Esa manera de ningunear a los ciudadanos se da también en este caso. Beijing Fake Cultural Development, la empresa que contrata al artista, es propiedad de su esposa, Lu Quing. A pesar de que Ai Weiwei no es el dueño, ha declarado que está dispuesto a pagar, pero que necesita ver los libros de contabilidad del negocio, que están en poder del Gobierno, y hablar con el contable y el gestor. Las autoridades chinas han dicho que no.

A Ai Weiwei lo detuvieron el pasado 3 de abril cuando se disponía a tomar un avión con destino a Taiwán para colaborar en la organización de la exposición. Lo tuvieron entre rejas, sin cargo alguno, hasta que lo liberaron tras pagar una fianza el 22 de junio.

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De lo que se trata ahora es de presionarlo acusándolo de fraude fiscal. La envergadura de los proyectos que gestiona la empresa de su mujer, el prestigio internacional de Ai Weiwei, la pujanza de su obra en un mundo, el del arte, que mueve mucho dinero: todo eso permite a las autoridades chinas arrojar una sombra de duda sobre el comportamiento fiscal del disidente. Ante sus quejas por la opacidad del proceso, ha recibido una nota oficial: "Si el país dice que has evadido impuestos, entonces debes de haberlos evadido. ¿Por qué no pierdes la paciencia? Este país nunca cambiará sus métodos?".

Ha quedado claro, ¿no?

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