Toda la vida trabajando para acabar así, a manos de un loco"

Los habitantes de Castellar comparten el duelo en el funeral por las víctimas

Tres días después del triple crimen, superada la conmoción inicial, medio millar de vecinos de Castellar-L'Oliverar se reunieron ayer en la iglesia de Nuestra Señora de Lepanto. El motivo oficial era el funeral por una de las tres víctimas, Carmen Navarro, que tenía 80 años. Pero las exequias se convirtieron en una despedida a los tres fallecidos, en un acto de duelo colectivo. "Pobre mujer. Toda la vida trabajando, toda la vida luchando para acabar así, a manos de un loco", comentaba Rosario Soler junto a otras dos vecinas, en uno de los muchos corros que desde la puerta de la parroquia se ex...

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Tres días después del triple crimen, superada la conmoción inicial, medio millar de vecinos de Castellar-L'Oliverar se reunieron ayer en la iglesia de Nuestra Señora de Lepanto. El motivo oficial era el funeral por una de las tres víctimas, Carmen Navarro, que tenía 80 años. Pero las exequias se convirtieron en una despedida a los tres fallecidos, en un acto de duelo colectivo. "Pobre mujer. Toda la vida trabajando, toda la vida luchando para acabar así, a manos de un loco", comentaba Rosario Soler junto a otras dos vecinas, en uno de los muchos corros que desde la puerta de la parroquia se extendieron por toda la plaza.

La calle Principal (se llama así) de Castellar fue cortada al tráfico por dos vehículos de la policía local. Tres coches fúnebres ocuparon la calzada. De la fachada de la iglesia colgaban cartulinas con mensajes de recuerdo y apoyo: "A las familias, ánimo"; "José Ramón y Héctor, siempre en nuestro corazón". Las cámaras de televisión y los fotógrafos se trasladaron a la acera de enfrente después de un momento de tensión con familiares de la fallecida. En cada círculo de vecinos se reconstruía lo ocurrido el pasado viernes, las causas, los motivos, los detalles, las biografías de los muertos, los heridos y el supuesto agresor. "No se habla de otra cosa. Sales a la calle y ves a la gente parada, hablando en corros", contaba Carmen.

"La señora a la que ha matado lo quería como a un hijo", dice un vecino"

Castellar es una de las pedanías del sur de Valencia. Conserva de su pasado agrícola un paisaje de huerta castigado por la expansión urbana. Separado de la ciudad desde los años sesenta por el nuevo cauce del Turia, sus habitantes hablan valenciano en una proporción muy superior a la mayoría de barrios. Su población ha aumentado poco en las dos últimas décadas. En 1981 vivían aquí 6.815 personas; en 2010, 7.055.

No es raro que alguien se remonte varias generaciones al hablar de sus vecinos. "Aquí nunca había pasado nada parecido. Nunca había pasado nada. Somos gente trabajadora, gente humilde, respetable, normal", subrayaba Rosa como anticipándose al estigma que se cierne sobre el pueblo.

De José Planells podían escucharse muchas historias. Que era un tipo normal del que nadie hubiese imaginado lo que aparentemente hizo. Y que ya había dado algún signo de alarma. Joaquín, taxista jubilado, decía por ejemplo que Planells trabajó en una funeraria de la que fue despedido por la sospecha de que había robado a la empresa "medio millón de pesetas" (3.000 euros). "Pero esto sí que ha sido un descalabro. Lo que ha hecho no hay por donde cogerlo. No tiene perdón de Dios. Solo falta que digan que está loco y lo suelten dentro de tres o cuatro años... Eso sería para agarrarlo y quemarlo ahí mismo", añadía Joaquín.

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Las causas del ataque continuaban siendo un misterio. "La señora a la que ha matado lo quería como a un hijo", contaba José. La misa terminó con un aplauso que se propagó a la calle mientras doblaban las campanas. La ambulancia, aparcada en la plaza por si había algún desmayo, se marchó sin atender a nadie.

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