Crítica:

Relatos de Kolimá. Volumen IV La resurrección del alerce

Narrativa. Si hubiera que elegir a un solo escritor para resumir toda la crudeza del estalinismo quizá Varlam Shalámov (1907-1982) sería el más ilustrativo. Muchos otros, como Mandelstam, tuvieron un final más dramático, pero el autor de Kolimá representa a la perfección, con su vasta obra narrativa y poética y su tortuosa vida, las dimensiones del gran territorio -blanco de nieve, negro de horror- que es Siberia para los rusos. En el espacio y en el tiempo el concepto de Sibir es un pozo sin fondo al que la inquina política confirió un propósito práctico desde el más remoto zarismo. Lo...

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Narrativa. Si hubiera que elegir a un solo escritor para resumir toda la crudeza del estalinismo quizá Varlam Shalámov (1907-1982) sería el más ilustrativo. Muchos otros, como Mandelstam, tuvieron un final más dramático, pero el autor de Kolimá representa a la perfección, con su vasta obra narrativa y poética y su tortuosa vida, las dimensiones del gran territorio -blanco de nieve, negro de horror- que es Siberia para los rusos. En el espacio y en el tiempo el concepto de Sibir es un pozo sin fondo al que la inquina política confirió un propósito práctico desde el más remoto zarismo. Los trabajos forzados bajo hielos casi perpetuos tuvieron huéspedes ilustres como el propio Dostoievski; ya a finales de los años veinte, un Stalin empeñado en ver enemigos a cada paso revivió este destino represivo. Shalámov fue acusado, con 22 años, de difundir el testamento de Lenin y empezó así dos decenios de castigos intermitentes en el lugar más frío del mundo. Que sobreviviera es solo uno de sus méritos; el más grande es que fue capaz de plasmar su experiencia en un ambicioso proyecto narrativo y que lo hizo sin rencor ni concesiones a lo lacrimógeno o panfletario, dos frecuentes pecados que suelen perdonarse por motivos extraliterarios. Shalámov no necesita, sin embargo, ninguno de estos recursos para llamar la atención sobre el increíble mundo de los campos -que, como demuestra en cada relato, es una reproducción del universo- y teje una poderosa tela de araña que atrapa hasta el último aliento de vida en condiciones extremas (el milagro de la resurrección de un alerce en tal clima, que da título al volumen, es solo uno de los argumentos, junto a la violencia, las coacciones, el amor entre reclusos, el miedo, las aplicaciones científicas a la economía local o los privilegios como la lectura o la posesión de un espejo para afeitarse). Recuperación justa y necesaria para adentrarse en la que quizá sea la más solvente apuesta literaria sobre la era de Stalin, es también una excelente ocasión para redescubrir la magnífica labor del traductor, Ricardo San Vicente. El robo de un Guermantes de Proust da pie a uno de los cuentos más bellos. No por casualidad este cuarto volumen de la hexalogía es un punto de inflexión en la crónica del Gulag; la vida social de los enemigos del pueblo cobra una dimensión que conjura la teatralidad y vertebra su ciclo novelístico. "Una ley de los memorialistas dice que tiene razón quien escribe el último", afirma Shalámov antes de confesar que "la primera vez que salí de este mundo" fue fugándose por un camino trazado por los osos.

Relatos de Kolimá. Volumen IV La resurrección del alerce

Varlam Shalámov

Traducción de Ricardo San Vicente

Minúscula. Barcelona, 2011

361 páginas. 19,50 euros

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