Cartas al director

Recortes en la enseñanza

Soy profesora en la Comunidad Valenciana. Cuando llegué a mi centro, había un barracón prefabricado muy deteriorado que se había instalado provisionalmente. Veintinueve años después, seguimos dando clase allí. Como el tejado es de uralita, cuando llega el calor aquello parece un horno crematorio. En invierno nos congelamos y damos clase con abrigo y bufanda. En este instituto descubrí qué son los sabañones. Cuando llueve, vamos esquivando las goteras. Eso sí, la instalación eléctrica aguanta. Los alumnos tapan los agujeros de las ventanas con el papel de aluminio de sus bocadillos.

Cump...

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Soy profesora en la Comunidad Valenciana. Cuando llegué a mi centro, había un barracón prefabricado muy deteriorado que se había instalado provisionalmente. Veintinueve años después, seguimos dando clase allí. Como el tejado es de uralita, cuando llega el calor aquello parece un horno crematorio. En invierno nos congelamos y damos clase con abrigo y bufanda. En este instituto descubrí qué son los sabañones. Cuando llueve, vamos esquivando las goteras. Eso sí, la instalación eléctrica aguanta. Los alumnos tapan los agujeros de las ventanas con el papel de aluminio de sus bocadillos.

Cumplo con mis horas de clase, de guardia y de biblioteca, y las horas de permanencia. El problema es que nunca sé dónde meterme en esas horas de permanencia: no tenemos departamentos. Así que voy errante por el centro buscando un rincón (calentito si es posible, por los sabañones) para hacer mi trabajo, con el ordenador que traigo de mi casa (tenemos 5 para 50 profesores). Aparte de esto, me han rebajado el sueldo unos 2.400 euros al año (el 5% mensual se aplica en un 30% menos de paga extra).

Dicen algunos políticos que hay que recortar en la enseñanza, metiendo 40 alumnos por clase. Es un chiste, ¿verdad.

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