El rincón inglés

Las mujeres de Gadafi

Ahora que se acerca la vuelta al trabajo (para los que lo tienen), uno recuerda las palabras de Muamar el Gadafi en una conferencia que dio en París hace cuatro años. Divagó sobre varios temas, entre ellos la religión cristiana, pero lo que viene a la mente hoy es lo que dijo sobre los derechos de las mujeres.

"Las condiciones de vida de la mujer europea son trágicas", opinó el dictador, que en aquellos días se paseaba por la capital francesa con su séquito de escoltas femeninas en una enorme limusina blanca. "A veces se le obliga a hacer trabajos que no quieren hacer".

¡Cuántas ...

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Ahora que se acerca la vuelta al trabajo (para los que lo tienen), uno recuerda las palabras de Muamar el Gadafi en una conferencia que dio en París hace cuatro años. Divagó sobre varios temas, entre ellos la religión cristiana, pero lo que viene a la mente hoy es lo que dijo sobre los derechos de las mujeres.

"Las condiciones de vida de la mujer europea son trágicas", opinó el dictador, que en aquellos días se paseaba por la capital francesa con su séquito de escoltas femeninas en una enorme limusina blanca. "A veces se le obliga a hacer trabajos que no quieren hacer".

¡Cuántas mujeres se verán representadas en estas palabras! Y cuántos hombres también, claro. Pero son las mujeres trabajadoras las que lo tienen más crudo. Volver al trabajo es desagradable para cualquiera. Pero para muchas mujeres con pareja e hijos es un calvario. En la cultura árabe las mujeres se encargan de cuidar la casa y los niños, y con eso ya tienen bastante. En la cultura occidental tienen encima que currar en la oficina o la fábrica o el restaurante. Una condena trágica.

Según mis propias observaciones (poco científicas, quizá) hay más y más mujeres trabajadoras europeas, incluso profesionales, que se supone gozan de un inusual grado de satisfacción laboral, que, llegada una cierta edad (digamos los 40 o 45), a lo que más aspiran es a dejar de trabajar, vivir del sueldo de sus maridos, dedicarse al hogar y, por ejemplo, al yoga. Tengo una amiga ultratrabajadora -una crack que ocupa un alto cargo ejecutivo y habla cinco idiomas- que también ha observado este fenómeno. Su primera reacción es indignarse. Pero se para a pensar un poco y dice: "¿Seré yo la tonta?".

O sea, ¿habrá algo de lucidez en la locura de Gadafi? Él ha dado con una novedosa solución. El hoy fugitivo dictador exige, según cuentan, que sus guardaespaldas mujeres sean, y que se mantengan, vírgenes. Así, la posibilidad de que se compliquen la vida con hijos es nula; que se la compliquen con hombres, remota.

Habrá gente que considerará que Gadafi somete a su séquito femenino a un destino trágico. O que sus opiniones sobre las mujeres son insultantemente disparatadas. Para aquellos, o aquellas, a ver si prefieren esta otra cita del no tan querido líder en su conferencia parisiense de 2007. Dirigiéndose a los fieles cristianos, declaró: "La cruz que lleváis colgada no tiene ningún sentido; vuestras oraciones tampoco lo tienen".

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