Editorial:

Estacionamiento circular

La economía de la zona euro y la de Estados Unidos se encuentra en estos momentos en una fase de grave incertidumbre, que puede definirse rápidamente como de extrema incertidumbre sobre el crecimiento económico a corto y medio plazo. A ambos lados del Atlántico se percibe un estancamiento económico que puede costar de nuevo millones de empleos y que proyecta un modelo de crisis similar al de la Gran Depresión: un crash financiero asociado a desaceleraciones económicas profundas y sostenidas en el tiempo y una recuperación económica plena que se demorará más de un lustro a pesar de las m...

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La economía de la zona euro y la de Estados Unidos se encuentra en estos momentos en una fase de grave incertidumbre, que puede definirse rápidamente como de extrema incertidumbre sobre el crecimiento económico a corto y medio plazo. A ambos lados del Atlántico se percibe un estancamiento económico que puede costar de nuevo millones de empleos y que proyecta un modelo de crisis similar al de la Gran Depresión: un crash financiero asociado a desaceleraciones económicas profundas y sostenidas en el tiempo y una recuperación económica plena que se demorará más de un lustro a pesar de las medidas correctas de inundación de liquidez que se adoptaron (y siguen vigentes en Estados Unidos). El modelo de expansión monetaria de Ben Bernanke se ha traducido en tasas de crecimiento superiores al 2%, insuficientes para reducir el desempleo de forma apreciable e inútiles para transmitir confianza en la recuperación. El modelo europeo de salida de la crisis, patrocinado por Alemania, que implica ajustes fiscales progresivamente más restrictivos en función del déficit y deuda de los países afectados, apenas rinde crecimientos (esperados) próximos al 1,5% para 2012 para el conjunto del área, si bien es verdad que con bordes asimétricos. Alemania conseguirá crecimientos superiores al 2% mientras que otros países, como España, apenas rozarán el 0,8% y otros seguirán en recesión.

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Los economistas tienen una explicación perfectamente engrasada sobre la persistencia de las bajas tasas de actividad y la amenaza constante de estancamiento. En su versión corta, la explicación es que las economías mundiales no han sufrido el ajuste de rentas necesario para disminuir las tasas de endeudamiento. En la versión un poco más larga, resulta que las ratios de endeudamiento (público y privado) no se han reducido después de tres años de crisis, el nivel de ahorro mundial sigue siendo bajo y los bancos operan en modo de sequía crediticia. Rápidamente se cae en un círculo vicioso. Con deuda elevada y obstruidos los circuitos crediticios, la actividad económica se estanca, y ese estancamiento, con cualquier modelo de riesgos económicos, reduce las opciones de devolución de los créditos. Esta explicación es válida para el euro y el dólar. La prueba más evidente del estancamiento global está en las dificultades de Estados Unidos para crear empleo y reducir rápidamente la tasa de paro. La economía más dinámica del planeta se ha quedado petrificada.

La economía española también está atrapada en niveles de muy bajo crecimiento, pero en este caso las tasas son bastante más reducidas, del orden del 0,7%. A la vista de las estimaciones del Banco de España, estamos ante una ralentización del crecimiento que probablemente se extenderá al tercer trimestre. La composición del escaso crecimiento genera demasiadas dudas, porque el 0,7% acumulado entre enero y junio no se fundamenta en la demanda interna (que sigue su particular recesión, -1,9%), sino en el tirón exterior. No es una estructura que permita soportar una senda de crecimiento sostenido; más bien parece el efecto obligado de una situación de emergencia. Mientras no crezca la demanda interna (inversión, bienes de consumo duraderos, bienes intermedios), y eso solo sucederá con el impulso del crédito bancario, el magro crecimiento español será un fenómeno precario.

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