Columna

El listón

Dice Feijóo que Camps ha puesto el listón muy alto y no sabemos bien a lo que se refiere nuestro presidente, si el listón ha sido el de la corrupción o el de no declararse culpable el molt honorable, que es una forma popular a estas alturas de la legislatura de decir que uno es inocente y cantarle de paso a la luna de Valencia con aires de tuno de Farmacia.

El "presidente más votado del Occidente democrático", como el cartel pugilístico anunciaba, sale por la tangente en un caso que oculta, detrás de las hechuras de un sastre, un rosario de cohechos impropios. Poco o muy poco imp...

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Dice Feijóo que Camps ha puesto el listón muy alto y no sabemos bien a lo que se refiere nuestro presidente, si el listón ha sido el de la corrupción o el de no declararse culpable el molt honorable, que es una forma popular a estas alturas de la legislatura de decir que uno es inocente y cantarle de paso a la luna de Valencia con aires de tuno de Farmacia.

El "presidente más votado del Occidente democrático", como el cartel pugilístico anunciaba, sale por la tangente en un caso que oculta, detrás de las hechuras de un sastre, un rosario de cohechos impropios. Poco o muy poco importará a la parroquia acostumbrada a ver un puente de Calatrava en cada cauce y una carrera de Fórmula 1 por la avenida, que eso es progreso y lo demás naranjas de la China. Y menos por la magna lex en manos de esos jueces que han permitido entrar a Bildu en el juego o que han sentado cátedra sobre algunas cosas como el matrimonio homosexual, el aborto, o el catalán (perdón, valenciano). Daría algo, de todos modos, por ver ese último acto del president y su confesión cristiana ante los crucifijos de Trillo y de Cotino.

Rajoy ha aportado menos ideas a la refundación de España que Aznar al imperio Murdoch

Digo lo que dice Feijóo sin ánimo revanchista, porque O Presidente se ha vuelto Cid Campeador en tierras de Levante y allí donde se dirima el nuevo rearme moral que los populares van a impulsar seguramente como Cameron manostijeras, un triste epígono de la Thatcher al que incluso le ha fallado su propio departamento de propaganda. De todos modos, ¡qué bella democracia esa que pone a Murdoch en mangas de camisa ante el pelotón de escribas y al espontáneo de la tarta! ¡Qué bella lección de ese parlamentarismo " a calzón quitado" que tanto ensalzó nuestro Fraga!

Lo de Teddy Bautista es más moderno, al fin y al cabo es organista. En este verano en el que hemos estado con la vista en los estrados más que en los escaños, lo de la SGAE es una mutación cancerígena de los derechos de autor en un país que ha hecho de la era digital una tómbola de feria. Otra vez todo el mundo sabía pero nadie hacía nada, todo el mundo clamaba al cielo pero la plegaria no era atendida. Teddy se ponía un sombrero panamá y pensaba que solo él daba de comer a más de 4.000 creadores y eso es mucho pesebre de Dios para que vengan con reclamaciones. Estamos en la instrucción del caso.

Preparadas las baterías para unas elecciones de invierno, y salvada la china en el zapato de Mariano, el PP como acostumbra vuelve al auto de fe calderoniano y apunta a su batallón de francotiradores sobre los ERE andaluces y el caso Faisán, aunque en este último es muy improbable que llegue la metralla al coto del faisán Rubalcaba, pidiendo bíblicamente un ojo por ojo que parece improbable que sea concedido a no ser el que perdió Casimiro Curbelo en la sauna.

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El reparto de prebendas y regalías (desde trajes a canales de televisión, de cajas de ahorros a auditorios, de aviones a subvenciones cinematográficas) vuelve a ser la fruta podrida de esta democracia a la que la crisis económica parece haber restaurado en cierta medida su traje de faena, aunque viendo las suculentas rentas de banqueros y empresarios, parece muy lejana la idea de que alguien se corte y deje para otra ocasión los pluses en kilowatios o en fusiones bancarias o en esas cosas que ni el mismo Soros entiende y que se llaman derivados. Los banqueros, y lo dice Paul Krugman, se van de rositas.

Poco va a cambiar en el nuevo y probable escenario. El sprint por la calle izquierda de Alfredo y su proclama del "impuesto sobre beneficios" se nos antoja como el último Tour de Contador, valiente pero escaso de combustible. La Grand Boucle será ver por fin al de Pontevedra en acción después de ocho años en los que ha aportado muchas menos ideas a la refundación de España que Aznar al imperio Murdoch. En su última intervención con Camps tuvo por ejemplo la brillantez de decir que tendría lo que quisiera en su vida pública o privada. O sea, que le hacía un inmenso favor yéndose y que él le premiaría con alguna caja de ahorros o una oficina comercial en Abu Dhabi, lo que quisiera, solo que para entonces no habrá cajas de ahorros, aunque siempre quedará Ferrari o Calatrava.

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