Columna

Cajas de ayer y de hoy

Hay cosas que a los profanos nos parecen asombrosas porque son asombrosas. Resulta que Caja Madrid, Bancaja y otras cinco entidades de ahorro valen, en realidad, entre un 0,3 y un 0,35 de lo que se suponía que era su valor conjunto antes de la fusión. Una tercera parte, ni más ni menos. Sabemos además, gracias a la transparencia que exige la salida a Bolsa (¡para que luego critiquen al mercado!), que es muy dudoso que puedan devolver 1.638 millones de euros los tres peores clientes de Bankia, la entidad donde confluyen Caja Madrid y Bancaja, todos ellos promotores inmobiliarios. Pocas maniobra...

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Hay cosas que a los profanos nos parecen asombrosas porque son asombrosas. Resulta que Caja Madrid, Bancaja y otras cinco entidades de ahorro valen, en realidad, entre un 0,3 y un 0,35 de lo que se suponía que era su valor conjunto antes de la fusión. Una tercera parte, ni más ni menos. Sabemos además, gracias a la transparencia que exige la salida a Bolsa (¡para que luego critiquen al mercado!), que es muy dudoso que puedan devolver 1.638 millones de euros los tres peores clientes de Bankia, la entidad donde confluyen Caja Madrid y Bancaja, todos ellos promotores inmobiliarios. Pocas maniobras revelan los estragos de tanta ficción económica y tanto negocio especulativo como esta especie de striptease que se ven obligadas a protagonizar las cajas al sacar a Bolsa su negocio financiero. Porque permite comparar. Por ejemplo con La Caixa, cuyo valor en el mercado se ha fijado en 0,8 veces su valor contable; o con las tres cajas que retoman su fusión para convertirse en Kutxa Bank, la octava entidad financiera española, completamente vasca. Y también porque visualiza elocuentemente la magnitud de la catástrofe en las denominadas "cajas débiles", que tras evaluar con rigor sus activos para tener opción de recapitalizarse resulta que acabarán siendo propiedad del Estado, en una especie de nacionalización sobrevenida y transitoria (¡toma banca pública!), dado que las aportaciones del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) pueden llegar a representar mayorías muy amplias de su capital. Es el caso de la CAM, la otra caja valenciana, abocada sin remedio a una subasta en la que algún banco privado pueda hacerse con ella.

Nadie de la Generalitat, que yo sepa, ha dicho nada al respecto, como si el espectáculo de lo que una vez fue el sector financiero valenciano ya no tuviera que ver con nosotros. Sin embargo, un expresidente del Consell, José Luis Olivas, no solo sigue al frente de la nave sino que forma parte, con Rodrigo Rato y Francisco Verdú, de la tripleta de directivos que ha escandalizado a la opinión pública al asignarse sueldos de más de diez millones de euros en total (¡viva la austeridad!). El Consell que preside Francisco Camps parece ausente y hace como si las cajas no tuvieran que ver con él. ¿Pero le preocupa por lo menos la otra caja, la de la Generalitat? El flamante portavoz de economía de los socialistas en las Cortes Valencianas, el profesor de la Universidad de Alicante Julián López Milla, advirtió ayer de que "la caja de la Generalitat Valenciana se vacía ante la pasividad de Camps". A la vista de la situación de la tesorería en los cinco primeros meses del año, el diputado señaló que los gastos corrientes han crecido un 4,5% y los costes derivados de la deuda un 16,5%, que la diferencia entre pagos y cobros ha sido negativa en 220 millones frente al saldo positivo de 155 millones del año pasado a estas alturas. "Es necesario recortar gastos. Hay que tomar medidas de forma urgente", clamó con poco éxito. ¿Cajas? ¿Qué cajas?

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