Reportaje:

"Pensábamos que se nos moría"

Cuatro policías nacionales salvan a un hombre que entró en parada cardiaca tras sufrir un robo dentro de su coche

Una tranquila tarde de patrullaje pasó en cuestión de minutos a momentos de mucha tensión para cuatro agentes de la comisaría de Centro. Un ciudadano, Rafael R. I., de 45 años, cayó a plomo sin respiración y sin pulso instantes después de avisar a los policías de que una mujer le estaba robando dentro del coche. Sus conocimientos de primeros auxilios les permitieron salvar a la víctima, que ayer se recuperaba en la clínica de La Concepción. "Pensábamos que se nos moría. Fueron instantes de mucha angustia", reconocía José, que es el que le hizo el masaje cardiaco.

Los cuatro agentes iban...

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Una tranquila tarde de patrullaje pasó en cuestión de minutos a momentos de mucha tensión para cuatro agentes de la comisaría de Centro. Un ciudadano, Rafael R. I., de 45 años, cayó a plomo sin respiración y sin pulso instantes después de avisar a los policías de que una mujer le estaba robando dentro del coche. Sus conocimientos de primeros auxilios les permitieron salvar a la víctima, que ayer se recuperaba en la clínica de La Concepción. "Pensábamos que se nos moría. Fueron instantes de mucha angustia", reconocía José, que es el que le hizo el masaje cardiaco.

Los cuatro agentes iban de patrulla en una furgoneta a las 20.30. Estaban en labores de prevención de delitos, en una tarde de puente, con poca gente por la calle. Cuando iban a la altura del número 121 de la calle de Atocha, un hombre les levantó la mano en señal de aviso. Tuvo poco tiempo para decirles lo que le estaba ocurriendo: "¡Venid, venid, que me está robando!". Los policías se pararon junto al Renault Laguna granate y bajaron de inmediato de la furgoneta. "Estaba pegado a la puerta del copiloto, bastante nervioso. Dentro estaba una mujer, en el asiento del copiloto", recuerda Belén.

De repente, el hombre se desplomó sobre la acera. "Pensamos que era un golpe de calor o que le había bajado la tensión", recuerda Antonio, el que menos lleva en el cuerpo -un año y unos meses-. La realidad era bien distinta. Belén se agachó y comprobó que no tenía pulso, mientras José y Antonio le llevaban a una zona con sombra en la acera retirada de los bultos y maletas que tenía junto al coche. Mientras, el cuarto agente, Carlos, empezaba a retirar a la gente que se arremolinaba junto a la víctima.

José empezó con el masaje, mientras Antonio le sujetaba la lengua con la mano para que no se ahogara. Se llevó de hecho varios mordiscos del hombre. "Fue un poco angustioso, porque no llegaba el SAMUR. Fueron minutos que se nos hicieron eternos", recordaba Antonio.

Rafael R. I., que reside en Carabanchel, tenía las pupilas muy dilatadas y llegó a convulsionar en dos ocasiones. Los masajes cardiacos en el pecho lograron que la víctima recuperara el pulso. "Era muy débil, pero logramos sacarlo hasta que llegó la ambulancia", explica Belén. Antonio fue el que no paró de hablar y de pedir a la emisora del 091 (el teléfono de emergencias del Cuerpo Nacional de Policía) que la ambulancia se diera más prisa. A veces, con tono muy alto. "Nos había pasado más veces y habíamos salido bien de la situación, pero lo de ayer [por el viernes] fue mucho más duro por el tiempo que pasaba", comenta Antonio.

Los policías reconocen que tienen algunas nociones de primeros auxilios y que las últimas promociones de la academia de Ávila reciben ya clases para afrontar estas situaciones. También han recibido cursos por parte del propio SAMUR. "Una cosa es verlo en las películas y otra hacerlo uno", añade Carlos.

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Los sanitarios facultativos del SAMUR estabilizaron a Rafael R. I. y lo trasladaron a La Concepción. Los agentes metieron las pertenencias en el coche y trasladaron a la mujer que estaba dentro del coche, Paloma L. I., de 42 años y posiblemente toxicómana, a la comisaría. La tomaron sus datos a la espera de que la víctima decida si la denuncia. Eso les hizo salir más tarde de su final de jornada, las 11 de la noche. "Por cosas así, merece la pena", concluyen los cuatro.

De izquierda a derecha, los policías nacionales José, Belén, Carlos y Antonio.CLAUDIO ÁLVAREZ

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