Tribuna:Adiós al deportista español más influyente

Sinceridad antidiplomática

Tuve el privilegio de cubrir para EL PAÍS la victoria de Severiano Ballesteros en el Open Británico de 1988, el último de sus cinco títulos del Grand Slam del golf. Lo firmó el 18 de julio, con un recorrido final de récord (65 golpes), en su escenario talismán, el del club Royal Lytham & Saint Annes, en el que se lo había anotado en 1979 y al que no había regresado la competición hasta entonces.

En una entrevista a fondo, pocos meses después, me explicó: "Estaba en casa, solo, viendo una grabación de mi primer triunfo, y pensé que cómo era posible que, a los 22 años, jugando peor y care...

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Tuve el privilegio de cubrir para EL PAÍS la victoria de Severiano Ballesteros en el Open Británico de 1988, el último de sus cinco títulos del Grand Slam del golf. Lo firmó el 18 de julio, con un recorrido final de récord (65 golpes), en su escenario talismán, el del club Royal Lytham & Saint Annes, en el que se lo había anotado en 1979 y al que no había regresado la competición hasta entonces.

En una entrevista a fondo, pocos meses después, me explicó: "Estaba en casa, solo, viendo una grabación de mi primer triunfo, y pensé que cómo era posible que, a los 22 años, jugando peor y careciendo de tanta experiencia, hubiese ganado y no lo fuera a hacer ahora. Este proceso de mentalización me ayudó mucho". Así de sencillo.

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Así era Seve, el golfista genial. Y así era Seve, el hombre que se escondía detrás de él. Sencillo. Pero sencillo en el sentido más honrado del término, el de quien llama pan al pan y vino al vino; el de quien no se casa con nadie; el de quien se pronuncia siempre tal como es, con una sinceridad desguarnecida de tacto o diplomacia, sin que le importe que ello pueda volverse en su contra.

Esto es lo que quiero destacar de él en este artículo tan penoso de escribir. Quiero resaltar que su recia personalidad y su fuerte carácter no eran altanería o prepotencia, aunque a veces lo parecieran, sino lisa y llanamente sinceridad. La suya. Acertado o equivocado en sus apreciaciones. Para ello voy a recordar algunas declaraciones que me hizo en aquella conversación. Desfasadas o no, le reflejan.

"Yo no vendo sonrisas,

sino espectáculo"

"Yo no vendo sonrisas, sino espectáculo, en un campo de golf. Pero no soy un artista o un cantante. Ellos se preocupan de dar buena imagen, aunque por dentro quizá sean distintos. Yo soy... como soy. No lo puedo evitar. Pero procuro hacer el bien a todo el mundo (...). Desde luego, no soy un buen relaciones públicas. Pero, y que no se me interprete mal, nunca ha habido una buena comunicación entre los periodistas y yo. Si acaso, en los últimos años. De mí no se empezó a hablar y escribir en España hasta 1979, cuando gané por primera vez el Open Británico. Pero, para entonces, ya había concluido tres temporadas como el número uno de Europa. Sin embargo, no existía. Mis triunfos no se valoraban. Los informadores de golf eran muy pocos y no entendían apenas (...). Yo comprendía su desconocimiento, ya que era una novedad en nuestro país. Pero, en definitiva, no me entendía con ellos. Uno no puede entenderse con alguien que casi no sabe nada del tema que se está tratando. Siempre me preguntaban dónde había nacido, cuántos hermanos tenía, cuándo había empezado a jugar... Me aburrían. Me sentía frustrado, marginado".

"En España

también hay racismo"

"Yo no he de disculparme porque no tengo la culpa de nada [ya llevaba tres años sin jugar en Sudáfrica, pero aún constaba en la lista de la ONU sobre los deportistas que ignoraron el boicoteo antiapartheid y no pidieron perdón]. Me invitaron a jugar allí, jugué y... punto. No hice declaraciones ni a favor ni en contra de nadie. Mi conciencia está tranquila. Ni tengo que ver con los problemas de Sudáfrica ni se van a resolver por mí. Ya no juego en ese país no por haber recibido presiones del Gobierno español. Simplemente, no quiero tener líos. Además, no iba por el dinero, sino porque competían los mejores. Ahora se manejan cifras superiores, pero, como ya no compiten los mejores, no me motiva participar. Los que viven una situación injusta en Europa son los golfistas sudafricanos, que solo hacen su trabajo y a título individual. Su Gobierno será el culpable, no ellos. Por añadidura, racismo hay en todas partes. Incluso en España. Y continuamos con lo de las clases sociales. Tanto tienes, tanto vales".

"Considero injusto el doble

pago de impuestos"

"Considero injusto el doble pago de impuestos

[en 1988, como otros deportistas, tenía su domicilio fiscal en Mónaco]. No es lógico que, después de que en el extranjero me descuenten del 30% al 50% de los premios, deba cotizar en España por lo que me queda. Aquí ya pago como persona física. Por mi patrimonio, por mis sociedades. Por lo único que no lo hago es por lo que gano fuera".

"Felipe González

jugaría si no fuese

por su imagen"

"Felipe González [siendo presidente del Gobierno el líder socialista y tras regalarle un juego de palos] me confesó que jugaría al golf si no fuese por su imagen. Claro, se lo ve para señoritos. En los primeros reportajes televisivos, además, salíamos metiendo la bolita en el agujerito como en el billar americano. Menos mal que ya se va divulgando la dureza de los recorridos".

"El COI es sinónimo

de dinero"

"El golf debería ser olímpico [lo será, al fin, en Río de Janeiro 2016]. ¿Por qué no si es muy televisivo cuando se transmite como en Estados Unidos, sin tiempos muertos? Y el COI es sinónimo de dinero. Juan Antonio Samaranch [su presidente de entonces] me explicó que el problema era que no existía una federación internacional. Pero, existiendo las nacionales, la solución es fácil, ¿no?".

Seguiría... Pero, como muestra del modo de ser de Ballesteros, de su perenne sinceridad antidiplomática, acariciara o hiriese a otros o a sí mismo y sus propios intereses, valen estos botones.

Ballesteros celebra su triunfo en el Open Británico de 1984, en Saint Andrews. Años después, se tatuó en su antebrazo derecho la imagen y la convirtió en su logotipo.DAVID CANNON (GETTY)

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